2- Fuentes y recopilación

Ejes de trabajo (propuesto)

  1. Introducción histórica sobre el cultivo de la remolacha azucarera
  2. Implantación de las fábricas azucareras en La Rinconada

  3. Desarrollo de la actividad

  4. Consecuencias positivas:
    1. Crecimiento del núcleo de San José
    2. Aumento del cultivo en el término municipal, en la comarca y en la provincia de Sevilla
    3. Dinámica de modernización del pueblo y de la planta de la Azucarera y consecuencias para la población  (nacimiento de talleres, vehículos de transportes, bares, tiendas…)
    4. Comercio con los subproductos de la azucarera 
    5. Nacimiento de una “clase industrial” de azucareros y sus consecuencias sociales. 

  5. Consecuencias negativas
    1. Contaminación
    2. Peligros de monocultivo económico (salvado por la plantación de algodón, de patatas y de naranjos) y por la actividad de El Cañamo.
    3. Actitud paternalista de la empresa.

  6. Cese de la actividad y consecuencias para La Rinconada

Inicio de las azucareras

Desamortizaciones. Cambio de la estructura propietaria de la tierra.

Para llegar a los orígenes y las causas que motivaron la estructura de la propiedad de las tierras de Andalucía, y en concreto de la provincia de Sevilla y su vega del Guadalquivir, hemos de retroceder en el tiempo hasta situarnos a finales  del siglo XVlll, cuando no se había iniciado la revolución industrial y aún perduraba el antiguo régimen. Por entonces la propiedad de la tierra se la  repartían tres estamentos bien definidos; la alta nobleza, dueña de grandes extensiones, mayorazgos y donadíos procedentes de repartimientos, exenta de impuestos y aliada con el poder. La iglesia, dueña asimismo de grandes propiedades, tanto rústicas como urbanas, siendo en su mayoría procedentes de diezmos, donaciones y testamentos. Y por último, las tierras comunales administradas por los ayuntamientos, tierras al servicio de la población, siendo éstas una ayuda en el subsistir del pueblo. Sin olvidar las tierras de realengo pertenecientes a la corona. Como vemos la sociedad se encontraba fuertemente polarizada, entre los menos, poseedores de grandes riquezas, y los muchos que no poseían nada, lo cual daba origen a revueltas campesinas en épocas de escasez provocadas por la hambruna. 
El comienzo de la industrialización dio lugar al nacimiento de una nueva clase social dueña de los medios de producción; la burguesía. Como consecuencia en paralelo y antagónica a la burguesía, se produce el nacimiento de otra clase social; el proletariado, factor humano que hace funcionar los medios de producción.
En éste contexto en España da comienzo el siglo XlX. A poco de su comienzo se produce la invasión napoleónica, lo que da lugar a la Guerra de la Independencia. Con la familia real ausente, exiliada en Francia, entre los defensores de la invasión se da un hecho histórico: La promulgación de una  Constitución liberal en la sitiada ciudad de Cádiz. La “Pepa”, así llamada por el pueblo llano al haber sido promulgada el día de San José. Una vez expulsado el “gabacho” la familia real retorna a España, al rey Fernando Vll asume de nuevo al poder, los liberales le hacen jurar la Constitución que la acepta a la “trágala”. Arropados por la constitución vienen tres años de periodo liberal, Como consecuencia de las guerras y de la disminución de entrada de dinero por la paulatina pérdida de las colonias, en un país endeudado las ya depauperadas arcas estatales se encontraban vacías. Durante el trienio liberal con objeto de disminuir la deuda que asfixiaba el país se recurre a la desamortización de bienes eclesiásticos. Después, una vez reinstaurado el absolutismo, tal desamortización fue declarada nula por Fernando Vll.
No es hasta la regencia de María cristina una vez fallecido el monarca, cuando se produce la llamada desamortización de Mendizábal. Bienes de la Iglesia y bienes comunales, agrupados en grandes lotes son puestos en subasta. De modo que solo podían acceder a su puja quien dispusiera de suficientes recursos; La alta nobleza y la ya instalada burguesía. Después, ya superada la mitad del siglo XlX vendría la desamortización de Pascual Madoz, con la que saldrían a subasta las últimas propiedades de la Iglesia y la totalidad de tierras comunales de los ayuntamientos. Todo este proceso se realizó de forma paulatina, y no fue hasta bien entrado el Siglo XX cuando se llegó a su fin.

Consecuencias del proceso desamortizador 
La desamortización trajo consigo un cambio en la estructura en la propiedad de la tierra. En primer lugar la burguesía acrecentó su poder económico al acceder a grandes extensiones de tierra a bajo precio mediante su adquisición en subasta, industriales, comerciantes, financieros…burgueses no ligados a la tierra, así como fortunas amasadas en las colonias y retornadas a España se hicieron con grandes latifundios. Ni que decir tiene que se produjeron movimientos especulativos al pasar de unas manos a otras en breve periodo de tiempo. Desmontado el bosque las tierras fueron roturadas para plantar olivos, otra parte fue dedicada al cultivo de cereal de secano, las menos productivas dejadas de monte y dehesa dedicadas a la ganadería donde pastaba el ganado cerril y alguna que otra dedicada a la ganadería brava.
Otro tanto ocurrió con la nobleza, sus propiedades no fueron desamortizadas ya que tenían grandes influencias con el poder, habiendo nobles que formaban parte de los órganos de decisión en el gobierno, cuando no, eran parte de él.
Como consecuencia, durante el siglo XlX se levantaron cortijos y haciendas cerealistas y de olivar, dotadas de propio molino de grano y almazara, en ellas se encontraban las dependencias para trabajadores y ganado, más una parte noble dedicada a estancia del dueño, dotada de la consabida capilla. Dichas construcciones configuraron el paisaje rural de Andalucía. 
Otro tanto no ocurrió con la capa social menos favorecida. Al desamortizar las tierras comunales, campesinos sin tierra, y el pueblo llano en general fueron notablemente perjudicados al perder las tierras de las que se servían y les ayudaban a la subsistencia. De modo que la pobreza se hizo mas patente.
Otra consecuencia negativa fue la pérdida de patrimonio artístico; inmuebles en abandono, cuando no victimas de la piqueta, dispersión de obras de arte en manos de particulares y especuladores. Gracias al concordato de 1851 la Iglesia se vio compensada con la financiación estatal, la confesionalidad del estado y el control de la enseñanza. Pero, ya nada pudo suplir la parte del patrimonio artístico que se perdió para siempre.
También tuvo consecuencia negativa para el medio ambiente la perdida de masa forestal. Aunque en aquellos tiempos sobre ese tema existía un gran desconocimiento.
 

Revueltas sociales originadas por el sistema de cultivo y la distribución de la propiedad de la tierra.
Desde los orígenes de la historia conocida debido a la meteorología y de forma cíclica, siempre se han venido alternando periodos de escasez con periodos de abundancia. Debido a los cultivos en su gran mayoría de secano, las cosechas se encontraban sometidas a las adversidades del clima, de modo que, durante los periodos de sequía las producciones llegaban a ser mínimas. Como consecuencia de escasez de subsistencias su precio se disparaba llegando a estar fuera del alcance de la población menos favorecida, por lo que se llegaba a originar una situación de hambruna entre la mencionada población. 
Debido a la imperiosa necesidad de alimentarse se llegaban a producir revueltas. Acuciada por el hambre, la población desnutrida se lanzaba al campo buscando que comer, llegando en ocasiones a asaltar depósitos de víveres privados y estatales. Los medios de comunicación de la época daban un tratamiento a éstas revueltas como de origen social, informaban de revueltas organizadas por los elementos anarquistas por entonces existentes. De esta forma se justificaba la dura represión con la que eran tratadas, y de paso, eliminar a aquellos elementos que predicaban a favor de la gran masa de necesitados, y, por lo tanto, en contra de los intereses de los poderosos. Como podemos comprobar, el poder, siempre lo ha dominado todo.

Nacimiento de la Comunidad de Regantes del Valle Inferior del Guadalquivir.
Recién entrado el siglo XX los periodos de sequía que de forma cíclica se venían produciendo durante el siglo XlX, tuvieron su prolongación recién estrenado el nuevo siglo, y fue el año 1905 especialmente catastrófico. Comenzó con unas fuertes heladas en el mes de enero, en febrero y en marzo nevó, cosa inusitada por estas latitudes, a lo que siguió una severa sequía. Todas esas calamidades se cebaron en la provincia de Sevilla, de modo que, llegado el mes de mayo las cosechas de cereales se habían perdido en su totalidad, el pan, alimento básico de las gentes menos pudientes, alcanzó precios astronómicos, fuera del alcance de sus depauperadas economías, lo que dio lugar a una gran hambruna, la situación llego a tal extremo que desde Europa y América se recibió ayuda para adquirir alimentos. La actuación del cardenal de Sevilla, Marcelo Spínola, pidiendo donativos con la que socorrer tanta necesidad, tuvo gran repercusión en la prensa de la época. Ni que decir tiene que las clases pudientes no fueron afectadas.
Debido a este estado de cosas a un grupo de agricultores dueños de tierras susceptibles de su transformación en riego e Infracultivadas, reunidos en asamblea acordaron emprender la tarea de traer agua del Guadalquivir mediante la construcción de un canal a fin de poner en riego sus tierras de secano. Una loable empresa con el noble propósito de que esa situación de tanta necesidad no volviera a repetirse, y, claro está, de camino revalorizar sus propiedades.
El susodicho grupo estaba compuesto de 93 agricultores que sumaban 13.000 Ha, entre ellos familias de apellidos conocidos como Benjumea, Sanchez-Dalp, Marañón, Solís, Saenz de Tejada… entre las cuales aportaban una buena proporción de hectáreas. 
Aprovechando la estancia de Alfonso Xlll en Sevilla, se dirigieron al alcázar, para exponerle la idea al monarca. Este les mostró su aprobación, y a partir de entonces iniciaron las gestiones para poner en marcha la obra. Se constituyeron en el llamado Sindicato de Auxilios, elaboraron el proyecto de las obras necesarias, y una vez aprobado, se nombró una Junta de Obras. La construcción del canal dio comienzo en 1909, en el proyecto se contemplaba poner en riego 95.000 Ha, con un plazo de ejecución de nueve años, para ello, aparte del canal principal sería necesaria la construcción de una presa. Ímproba tarea, ya que hasta 1921 no entraron en riego 193 Ha con la finalización del segundo tramo inaugurado por Alfonso Xlll. No fue hasta 1926, con la terminación del tercer tramo cuando ya entran en riego una superficie susceptible de implantar cultivos de riego a mayor escala, y ya, en 1929, con la terminación del cuarto tramo se amplia notablemente la superficie en riego, y no es hasta mayo de 1930, con la colocación de la última piedra por Alfonso Xlll, cuando se da por concluida la obra.
El coste contemplado en el proyecto se multiplicó por tres, ya que aparte de prolongarse en el tiempo, en el dicho proyecto  no se preveía la necesidad  de una carretera paralela al canal, la cual hubo que construir, así como unas escuelas para los hijos de los colonos, entre otros añadidos. Para no encarecer aún más el coste el trazado del canal fue construido en tierra. Los muros canalizadores se poblaron de chopos, para que con sus raíces fijaran la tierra.
Hasta finales de 1931 en el total de las obras se llevaban invertidos 34 millones de pesetas. Según lo convenido tal cantidad sería financiada a partes iguales entre el Estado y los dueños de las tierras beneficiadas. Del coste a soportar, por los agricultores un 10 por ciento sería aportado durante el periodo de ejecución de las obras, y pasados cinco años de su finalización comenzarían a pagar el 40 por ciento restante, teniendo un plazo de veinticinco años para su pago. Ni que decir tiene que la morosidad durante la ejecución de las obras fue notable. Así como los grandes propietarios se mostraban remisos en acondicionar sus tierras para su puesta en riego, labor que, en no contada ocasiones asumieron los colonos.  (1)

(1)    Declaraciones de Indalecio Prieto Ministro de Obras Públicas, sobre su viaje a Andalucía.    
        Heraldo de Madrid 26 de enero de 1932. página 9

Creación de la Cooperativa Agrícola e Industrial, BÉTICA. S. A. y de sus dos fábricas azucareras.
Una vez las tierras en riego ya se podía optar a la siembra de otros cultivos como maíz, algodón, remolacha. De entre ellos la remolacha era el que proporcionaba mayor rentabilidad, pero exigía disponer de una fábrica azucarera para su procesamiento y la obtención de azúcar y derivados. Sin pensarlo dos veces, los mismos promotores de la puesta en riego crean una cooperativa  y,  el 15 de diciembre de 1924, tal cooperativa se constituye en Sevilla ante notario, a la que se le da el nombre de Cooperativa Agrícola e Industrial BETICA. S. A. Una vez constituida se acuerda solicitar del Ministerio de Economía la concesión para instalar una fábrica azucarera en Los Rosales y se emiten acciones de 1000 pesetas. Se trataría de una fábrica capaz de molturar 1000 Toneladas día, algo extraordinario para la época teniendo en cuenta que las fábricas existentes por entonces enclavadas en la vega granadina y cañeras de la costa oriental de Andalucía apenas llegaban a las 500 Tm.  Una vez obtenido el permiso para su emplazamiento se adquieren doce junto a la estación de Los Rosales y comienza de inmediato su construcción, la maquinaria fue adquirida en Francia, a la Fives Lille. La fábrica, a la que ponen el nombre de San Fernando, se construye en un tiempo record para la época, ya que los riegos, y con ellos el cultivo de la remolacha comenzó en otoño de 1925, la fabrica comenzó su construcción al unísono finalizando  a principio de 1926, la cosecha comenzaría a ser sería recolectada a principio del verano, para entonces la fábrica se encontraba operativa. Como se trataba de un cultivo desconocido, así como también era desconocido el proceso de fabricación, la cooperativa incorporó a Emilio Martinez Cañavate, natural de Maracena al que nombran gerente por ser conocedor del cultivo y del proceso de fabricación. Martinez Cañavate, provenía de una adinerada familia dueña de mataderos y principal accionista de fábricas azucareras. Por entonces el cultivo de la remolacha era propio de la vega granadina donde se encontraban varias fábricas. Para el establecimiento del cultivo, procedentes de la vega granadina llegaron familias conocedoras del mismo y también a trabajar en la fábrica. La mayor parte de las familias desplazadas llegaron del pueblo de Maracena. (Se supone que Emilio Martínez Cañavate tuvo que ver algo). Para tratar las melazas la fábrica hubo de dotarse de una alcoholera que comenzó a funcionar al año siguiente de la puesta en marcha de la fábrica.
La remolacha entregada por los agricultores accionistas gozaba de una prima de quince pesetas por tonelada, debido a lo cual las entregas de los accionistas fueron masivas, mientras que  los agricultores no beneficiados apenas tuvieron ocasión de entregar en  la recién abierta Azucarera del Guadalquivir, próxima a  la estación de La Rinconada, sus entregas las redujeron notablemente en la azucarera de San Fernando. Durante los primeros años el negocio fue viento en popa, y para la campaña del año 1930 se proponen la contratación de 2700 hectáreas de riego y 500 de secano, lo que arrojaría una respetable cosecha para una fábrica con la capacidad de molienda diaria como la azucarera de San Fernando. Motivados por los buenos resultados empresariales, en 1930 la cooperativa emite una serie de obligaciones con el fin de levantar otra fábrica azucarera de capacidad similar a la de San Fernando. Por la proximidad al ferrocarril y también al canal del Valle Inferior y además tratarse de la zona de cultivo, el lugar elegido fue en las proximidades de la estación ferroviaria de La Rinconada, barrio de incipiente población en crecimiento, donde ya existía otra azucarera estando próxima la finalización de su construcción. (De la que más adelante se tratará con todo detalle).
La construcción de la segunda azucarera se llevó a cabo durante la Segunda República. Periodo convulso, durante el cual se producían numerosas huelgas. Debido a ello la construcción de ésta segunda fábrica a la que pusieron por nombre San Miguel, se vio afectada, por lo que no estuvo operativa hasta la primavera de 1933, año en que realizó su primera campaña. La azucarera de la competencia llamada del Guadalquivir, distante como un kilómetro había comenzado a moler dos años antes. La compra de la maquinaria a Francia fue realizada en pesetas, cuando el franco estaba desvalorizado frente a nuestra moneda. Ocurrió que hacia el final de la dictadura del general Primo de Ribera, el franco se fortaleció extraordinariamente frente a la peseta que se devaluó, lo que ocasiono un fuerte aumento de los costes, lo que produjo un desembolso tres veces superior al inicial. Esta adversa circunstancia, unida a la competencia de la azucarera del Guadalquivir y la falta de espíritu empresarial de los dueños de la Cooperativa Bética, en su mayoría terratenientes con extensas propiedades, llevó a la cooperativa a la bancarrota. Acuciada por las deudas el 11 de diciembre de 1935, en junta general de accionistas, entre otros asuntos se les informa de la situación en la que se encontraba la cooperativa. El 26 de enero de 1936 sale publicada en la prensa la noticia de la venta de las dos fábricas azucareras al grupo “Fierro” por veinte millones de pesetas, siendo el Banco Internacional de Industria y Comercio, perteneciente al citado grupo del que su principal dueño era el magnate del comercio, Industrias y finanzas, Ildefonso González Fierro, y el que se hizo con los restos de la Cooperativa Agrícola e Industrial “BÉTICA”.


Nueva etapa con el Grupo Fierro
Una vez en poder del Grupo Fierro, Las dos instalaciones fabriles son escrituradas a nombre de “Azucarera de Sevilla S. A.”. Esta nueva sociedad solo se hace cargo de los compromisos contraídos con los obligacionistas, así como la amortización del capital llegado el momento, quedando el pasivo a cargo de los accionistas de la extinta cooperativa. 
Mediante una serie de reorganizaciones técnicas y administrativas se pretende reducir gastos, sin que por ello pierdan eficiencia las instalaciones, marcando como objetivo producir 11.000 toneladas de azúcar por campaña. El comienzo de la primera campaña coincidió con el inicio con el levantamiento que originó la guerra civil, lo que ocasionó serios contratiempos al desarrollo de la actividad. Los objetivos de producción no debieron de verse cumplidos, por lo tanto el negocio no le debió de ir bien al Grupo Fierro. Después de varias campañas de baja producción y terminada ya la guerra, las dos fábricas son vendidas en 1940 a “EBRO” Compañía de Azúcares y Alcoholes, S. A. Grupo empresarial con implantación a nivel nacional dedicado al negocio del azúcar y sus derivados.
  

Pertenencia a “EBRO” Compañía de Azúcares y Alcoholes.
La nueva sociedad mantiene el nombre de Azucarera de Sevilla, y ante la proximidad de la Azucarera del Guadalquivir, fábrica perteneciente a la competencia, unido al periodo de sequía por el que se atravesaba, causante de bajas cosechas, decide cerrar la azucarera de San Miguel en La Rinconada. La fábrica será desmontada y su maquinaría traslada a Toro, pueblo de la provincia de Zamora, donde se le dará un nuevo uso en la nueva fábrica que allí se levantaría. A Toro fue trasladado parte del personal. La fábrica azucarera de San Fernando situada en Los Rosales, se mantendría aumentando la capacidad de molienda. Fábrica que estuvo trabajando hasta 1986. Su cierre fue debido al proceso de reconversión de la industria azucarera, motivado por la entrada de España en la Comunidad Económica Europea. Ya que había que hacer frente al azúcar de libre mercado procedente de la potente industria azucarera de países como Francia y Alemania.
Las desmanteladas instalaciones de la azucarera de San Miguel, así como el terreno que ocupaba pasó a manos del Estado, siendo adaptadas a una nueva actividad dedicada a la obtención de la fibra del cáñamo, dando lugar al nacimiento de una nueva industria de titularidad publica: En 1942 nace el Servicio del Cáñamo. 

Azucarera del Guadalquivir se instala en el “Barrio” (sin abordar)

4.1 Crecimiento de San José

Se podrían distinguir, haciendo un símil de criterios estadísticos, dos clases de crecimiento: el crecimiento vegetativo y el crecimiento exponencial. El primero se rige por patrones sujetos a ritmos lentos, algo que podríamos comparar con la suma de los elementos de un conjunto, en tanto que el segundo es el resultado de la multiplicación de esos mismos elementos. Lógicamente, el resultado final del segundo es mayor.

Algo de eso podría servir para analizar el crecimiento de San José. En ese crecimiento es básico analizar los factores que dan origen a la multiplicación rápida de la población, de las viviendas y, en consecuencia, de los servicios. San José pudo pasar en pocos años de un puñado de habitantes a tener tres millares de personas residiendo en su núcleo.

Existe un condicionante que marcará la estructura primaria de San José: el curso del Arroyo Almonázar, con sus periódicas inundaciones, que divide  el núcleo en dos zonas, comunicadas con cierta facilidad entre sí, salvando los límites técnicos de la época: la zona que se encuentra entre el arroyo y las vías del tren y la situada al margen derecho del arroyo que, a su vez se subdivide, en otras dos zonas: Carretera Bética, Villalata, Portugalete y, algo más alejada, Las Golondrinas. Un subnucléo de esta zona estaría integrado por las Casas Baratas, incluyendo la Iglesia de San José (1946), las calles Virgen del Pilar y Pablo Iglesias. Y la zona más distante del arroyo, pero también más baja: Trianilla, que sufría el embate directo y más duro de las riadas, Cuatro Vientos y Los Molinas.

De las tres casas que constituyeron el germen a principios del siglo XX en las cercanías de la estación del tren, se pasaron a cientos de viviendas, formándose las primeras calles que serían denominadas, ya en nuestra época, como San José y calle Los Carteros. Más tarde, por efectos del crecimiento exponencial referido con anterioridad, esos dos primeros núcleos serían completados con las vías aledañas (Lope de Vega, Emilio Castelar, Calle Écija…).

Si se hace un poco de memoria visual, ese crecimiento primario se desarrolla en torno a la Azucarera del Guadalquivir, la Azucarera como es conocida por los residentes en San José.

Más tarde, sobre los años 50, se construirían por la propia empresa azucarera, una serie de pisos, y viviendas unifamiliares, para albergar al personal que trabajaba con carácter fijo en ella. Los pisos situados al final de la calle de Los Carteros tuvieron pronto un acompañante que también determina y condiciona la vida de la zona: el Convento de las Hermanas de las Doctrina Cristiana frente al que, ya en los años 70, un grupo de azucareros formaron una cooperativa para construir, con carácter de propiedad, sus propias viviendas. Ni que decir que el espacio resultante entre los Carteros y la calle Écija se rellenó de viviendas, antes de lo esperado, dando como resultado una estructura similar a una barriada dentro de San José.

Algo parecido ocurrió con la calle San José, también conocida por “El Barrio”. Hay que tener en cuenta que la primitiva calle San José estaba delimitada por la vía del tren y el arroyo Almonázar. Las traseras de la calle principal de San José (Emilio Castelar, Jiménez Fernández, Francisco de Quevedo, San Fernando, etc.) formaron la zona complementaria de “El Barrio” o la calle San José.

Por otra parte, se podría considerar que un factor determinante en esa configuración y en los posteriores crecimientos internos de las zonas mencionadas: las inundaciones sufridas por San José. Así el principal crecimiento urbano se da en la zona de la Carretera Bética que está a salvo de las avalanchas o riadas que inundan las calles. El crecimiento del margen derecho de la Carretera Bética (calles Madrid, Córdoba, Albacete, Cáceres…) es innegable, al igual que el originado en el margen derecho de la calle de Los Carteros (Calle San Pedro y las transversales a Los Carteros, si bien con el tiempo, habría un “territorio autónomo” constituido por los Pisos de la Azucarera y, casi como una “república independiente”, las casas de la Azucarera). Mención aparte merece la zona de las Casas Baratas edificadas por el IRIDA  sobre los años 40 para los “colonos” que habían previsto. La realidad es que esas casas baratas, con una estructura de viviendas para labriegos, se entregaron a personas que, en una gran proporción, no tenían nada que ver con el campo. La entrega de las mejores “casas baratas” se realizó con criterios muy distintos a la profesión o apego a la tierra de sus beneficiarios.

Es por ello que la estructura de San José, la zona antigua, poco a poco pasó de ser barriadas entre las que había alguna distancia, a conseguir un solo núcleo, como se contempla actualmente.

 

Una consideración previa a la exposición de los que sigue: la Azucarera llegó a dar empleo a más de 800 personas, casi todos hombres adultos, en sus tres meses de campaña, en ocasiones prolongada en casi medio mes más. Si barajamos una población estable de San José en torno a los 3.000 habitantes, lógicamente completada por  la afluencia de forasteros para cubrir el resto de puestos azucareros. Si hacemos cálculos y restamos los que trabajaban directamente en el campo, en el incipiente sector servicios, o en la estación del tren, nos quedan aproximadamente unos 600 hombres disponibles para cubrir los puestos ofertados por la Azucarera. Por ello, muchos de estos forasteros, granadinos, extremeños, portugueses, etc. que en principio venían sólo para hacer la campaña, con el paso de los años, se establecieron en San José aumentando el número de residentes. Con ello hubo un sector pujante: la construcción, con lo que esa rama de la producción acarrea de puestos indirectos de trabajo.

 

El “factor llamada” pues, tenía una gran repercusión en pueblos vecinos y en provincias cercanas, y no tan cercanas, que hizo que San José creciera, como ya hemos mencionado, exponencialmente.

 

Tal vez merecerían un tratamiento diferenciado “barriadas” como  Villalata, Las Golondrinas, Portugalete, Cuatrovientos y  Trianilla. Estos núcleos nacieron a raíz de la necesidad de viviendas de los recién llegados, en los años cuarenta y cincuenta sobre todo, y del bajo precio del suelo en esos terrenos situados, en aquellas décadas, en las afueras del núcleo fundacional, en torno a las calles San José y Los carteros, de San José.

 

El poco poder adquisitivo de los recién llegados, la poca estabilidad en el empleo, ya que debían compaginar sus trabajos en las campañas de la azucarera con el resto del año en el campo, la construcción o “lo que saliera”, hizo que esas viviendas fueran, en la práctica, autoconstruidas o al menos con una gran parte de la mano de obra para su construcción por parte de los propietarios y de sus hijos.

 

Estas consideraciones deben ser tenidas en cuenta cuando se vea la estructura socio-política de la población de San José. No es igual una población con empleo estable, con cierta seguridad económica, que una que depende de condiciones externas incontrolables. Y por supuesto no es lo mismo un núcleo con una minoría de propietarios agrícolas, por otra parte recién asentados, que un pueblo donde predominan los agricultores, incluyendo grandes y medianos propietarios, con unos hábitos arraigados y, en muchos casos, comportamientos caciquiles.

 

Pronto se pone de manifiesto la pujanza del nuevo núcleo, surgido en torno a la Azucarera. Así, los bares, comercios y establecimientos de todo tipo (ultramarinos, tejidos,  ferreterías, fondas, farmacias, cines, billares, etc.) hacen pronto su aparición para atender la demanda cada vez más creciente, de un núcleo que crece de  modo exponencial. Baste decir que en menos de dos décadas, las comprendidas entre los 50 y los 60, la población de San José pasa de unos 500 habitantes a más de 3.500. Buena prueba de ello es la aparición de dos fábricas de hielo, una junto al Arroyo Almomázar, a las traseras de la Calle Lope de Vega, y otra en la Carretera Betica, a la altura de Cuatro Vientos.

 

Pero la pujanza el empuje del nuevo núcleo, el de San José, no circunscribe su crecimiento al entorno más cercano de la Azucarera, sino que debido a la demanda de viviendas por parte de los nuevos azucareros, hijos de los iniciadores pioneros de la Azucarera, y el personal llegado a San José atendiendo al reclamo de las campañas de la Azucarera remolacheras, comienzan a  adquirir solares, que poco a poco se van convirtiendo en casas, en las zonas traseras de las casas baratas y en los descampados que había en la Carretera Bética. Así, nace la zona conocida como Portugalete (calles Santiago y Tirso de Molina), la prolongación de la calle Andalucía y sus perpendiculares, se cubre de viviendas la conocida como Trianilla…

 

Luego, Aalgunos años después, tal vez como consecuencia de la mentalidad más urbanita de San José, el núcleo se desarrolló hasta límites que nadie podía prever, ni por la más pitonisa, treinta años atrás. Este segundo crecimiento, como podríamos llamarlo, ya no se puede achacar, al menos directamente, a la influencia de la Azucarera del Guadalquivir, sino a la cercanía de la capital y a la creciente demanda de empleo de Sevilla, que, al igual que otros núcleos cercanos, hizo que muchos ciudadanos que tenían su trabajo en la capital, fijaran su residencia en San José, tal vez por las buenas comunicaciones entre las que se incluía una oferta, cada vez más amplia, de transporte ferroviario.

 

Volviendo a las décadas de los cincuenta y sesenta, y ante el aumento poblacional de San José, sobre todo de la población en edad escolar, fue necesario construir dos grupos escolares (Los Molinas y Antonio Rodríguez) que pronto estuvieron saturados. Esto nos puede dar idea del tipo de población que conformaba San José: una población joven, que en algún momento se habló de una media de edad en torno a los cuarenta años (NOTA: la edad media en 2022 era de 40,4 años). El dinamismo de la gente joven, unido a la proximidad de la capital y a una clase social industrial, desembocó en una dinámica nueva que no era conocida en los pueblos cercanos conformados por una población sobre todo rural.   

 

No mencionaremos, por ser tal vez consecuencia de otros factores, el crecimiento al que de paso hemos citado dos párrafos atrás plasmados en las conocidas como Casas de Emilio Jiménez, Los Pisos de la Paz, la Barriada de Almonázar, el desarrollo urbanístico consecuencia de la permuta del Cáñamo, que dio lugar a unos tipos de “barriadas”, parques y polígonos industriales desconocidos por estos lares y muy semejantes a los que se iban conociendo por las mismas fechas fuera de las fronteras andaluzas.

Si hemos de mencionar los factores determinantes de este súper desarrollo de San José, tenemos la certeza de que el tren, la mentalidad de progreso de los habitantes y propietarios rurales, la vocación capitalina que San José mostró desde un principio en dirección a la capital y las buenas comunicaciones, unido a la aparición de la nueva clase social de  trabajadores industriales, han sido la base del San José actual.

No podemos dejar en el tintero, por aquello de comprender mejor los movimientos sociales y políticos, que, en torno a los años cuarenta, una porción importante de la nueva población que formó el crisol en que se transformó San José, provenía de represaliados por el régimen franquistas. Estos se instalaron sobre todo en Villalata, en Trianilla y en Portugalete, sin olvidar alguna presencia destacada, de forma algo más minoritaria, en la calle se los Carteros, San Pedro, Écija…

Tampoco podemos olvidar dos hechos diferenciales que hicieron que San José se asentara con personalidad propia y adquiriera una dimensión comarcal destacada. El primero de ellos fue la creación del primer Instituto de Enseñanza Secundaria Miguel de Mañara y el segundo la creación de un lugar fijo para la celebración de la Jira, lo que dio lugar a la aparición de la Feria, que llegó a superar ferias casi centenarias en la comarca, que ha dejado su herencia, asentando el acontecimiento anual, en el lugar hoy conocido como El Abrazo.

Vayamos, aunque de forma breve, por partes. El nacimiento del I.E.S. Miguel de Mañara ocasionó un hito cultural en toda la comarca que trajo como consecuencia que cientos de jóvenes de los pueblos limítrofes (Alcalá de Río, Brenes, Cantillana y Los Rosales sobre todo) tuvieran la oportunidad de ampliar sus estudios y conseguir el ansiado título de Bachiller que tanto prestigio tenía por la década de los sesenta y setenta. Y además, como plusvalía añadida el aumento de estudiantes universitarios para nuestra comarca. Antes de la apertura del IES Miguel de Mañara, los estudios universitarios estaban reservados a determinadas clases sociales y, evidentemente, los hijos de los trabajadores lo tenían ciertamente difícil, por no decir imposible, conseguir una licenciatura universitaria.

Sobre La Jira, dejaremos como tarea pendiente su nacimiento sobre el año 1927, algo que se debe anotar en el haber de algunos agricultores locales, y su posterior desarrollo hasta que se convierte en Feria. Pero a la Feria de San José, mejor sería dedicar tal vez un capítulo aparte en una posterior posible ampliación de una historia de nuestro pueblo.

La dinámica de crecimiento y modernización del núcleo de San José y, consecuentemente, su expansión, consolidó una estructura que, cada vez más, ha logrado un reconocimiento y un prestigio que hoy por hoy tiene repercusiones muy notables, incluso a nivel internacional, para nuestro pueblo.  Los servicios sociales, las prestaciones, la mentalidad creativa, la formación profesional de sus habitantes, el desarrollo de actividades culturales, la creación de empleos industriales, línea de desarrollo del sector servicios, el comercio, etc., ha sido tomado como ejemplo por muchas localidades, algo que a todos los rinconeros nos satisface plenamente.

Y no podemos olvidar la modernización de la Azucarera, por lo que , como ya ha quedado demostrado en las líneas anteriores ha significado esta industria en el nacimiento y desarrollo de San José. Las innovaciones tecnológicas que se acometieron en la Azucarera del Guadalquivir hasta conseguir situarla entre las más productivas de España, repercutieron en la calidad del empleo para los operarios y especialistas que conseguían, con su esfuerzo, su formación y su inteligencia, que su trabajo de diez meses de reparaciones, montajes y demás operaciones innovadoras, tuviera su repercusión, concreción y visualización durante el breve periodo de campaña azucarera, últimamente algo más de dos meses. Nunca, y es una deuda que tenemos con nuestros azucareros, se ha reconocido la labor que han hecho y lo que ha repercutido en que el nombre de la Azucarera de San José haya recorrido toda la geografía hispana. Y tampoco las consecuencias positivas que ha tenido para nosotros el nacimiento, el desarrollo y la consolidación de esa clase social industrial conocidos como todos nosotros como “azucareros”. Ellos han sido, en gran parte, el germen que ha dado lugar al progreso político, social y económico de nuestro municipio. Tal vez debería plantearse por quien corresponda, el merecido homenaje que merecen estos pioneros de la industria en nuestra localidad.

4.2 Aumento del cultivo en el término municipal, la comarca y la provincia

El cultivo de la remolacha azucarera tuvo una rápida expansión. Apoyado en la puesta en regadío gracias a la construcción de canales que llevaron el agua a tierras de gran calidad pero de secano hasta entonces, la remolacha se empezó a plantar de forma masiva en nuestro término municipal primero y más tarde en toda la provincia de Sevilla. A tal punto llegó a expandirse el cultivo que muy pronto alcanzaría casi el 40% (dato de memoria, verificar) de la superficie de nuestro municipio. Los precios que se pagaban por la remolacha, la época de plantación y recolección  y las condiciones que la Azucarera ofertó a los agricultores hizo que el cultivo resultara muy atractivo y, por supuesto rentable.

Esto, evidentemente, trajo consecuencias para el resto de cultivos. El aumento de la remolacha incidió en el abandono de los cultivos forrajeros y del olivar. También el cultivo del tabaco se resintió disminuyendo drásticamente la superficie sembrada.

Tal vez la consecuencia más grave, analizando la cuestión desde nuestra óptica medioambiental del siglo XXI, fue la deforestación. Fueron muchos los “bosques” que desparecieron. Recordar sencillamente que en los años 50, había una gran extensión de arboleda en torno a lo que hoy conocemos como Casavaca, Casablanquilla, el Canal de los Presos, etc. Toda esa arboleda, prácticamente ha desaparecido al igual que desaparecieron las grandes fincas dedicadas al cultivo del olivar. Como curiosidad diremos que en lo que se conoce actualmente como Poca Aceite, era una finca prácticamente de olivos al igual que Los Solares, Cartuja, La Jarilla y El Gordillo.

Es innegable que el riego, la canalización de las aguas para regar los cultivos, fue la panacea que hizo el milagro de la explosión del cultivo de la remolacha azucarera. De ello se beneficiaron, como se analiza en otro apartado, sobre todo los grandes agricultores que, además, gozaban de precios privilegiados, superiores al resto, en la remolacha azucarera.

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INTEGRAR CUADROS DE CRECIMIENTO DE CULTIVO / INE / MIN. AGRIC. / EBRO

4.4 Comercio con los subproducto de la azucarera: pulpa y alcohol

No vamos a entrar a fondo en lo que supuso para la azucarera la comercialización de los subproductos que generaba. Prácticamente, hay dos subproductos: la pulpa y el alcohol.

Hasta mediados de los años sesenta, a partir de los desagües de la fábrica, era común ver en el arroyo Almonázar una gran cantidad de personas que, mediante diques en su cauce, conseguían un jornal bastante digno. Los hombres, metidos prácticamente hasta la cintura en agua, se afanaban por sacar la gran cantidad de pulpa que era desechada por la molienda. La remolacha, como se ha explicado en el apartado del proceso producción del azúcar, una vez hervidas sus fibras y tras una serie de manipulaciones mecánicas y químicas, se conseguía un líquido que era el que contenía el azúcar, el oro blanco de la época. Al haber sido explicado con detalle el proceso de obtención de dicho azúcar, mencionaremos el destino dado a la pulpa sobrante.

Parte de ese sobrante era secado y ensacado para su venta al por mayor o bien vendido en verde. No obstante, una parte muy importante se perdía con los desechos líquidos y era vertido al arroyo Almonázar en la zona cercana a lo que hoy es la calle Écija. Como se ha expuesto anteriormente, mediante diques, los hombres rescataban la pulpa e iban depositandola en la orilla para cargar carros que la transportaban para que los vaqueros de San José la sirvieran como alimento a sus vacas. Lógicamente el precio que conseguían de los que la extraían la pulpa del arroyo era muy ventajoso para los ganaderos y, además, suponía un buen jornal para los pulperos.

El tiempo, el análisis y el deseo de conseguir mayores ganancias, hizo que la Azucarera fuera mejorando sus instalaciones hasta conseguir que el 100% de la pulpa fuera comercializada directamente por la empresa.

Pero no es en sí la pulpa el subproducto que mayores beneficios dio a la Azucarera. El tapado de las ganancias fue siempre el alcohol. El alcohol, obtenido, como se ha expuesto ya en este volumen, de las melazas o sobrante de los líquidos del proceso para la obtención del azúcar, era fermentado hasta conseguir alcohol. Era frecuente ver los convoyes de vagones cisternas aparcados en las vías “muertas” de la estación de San José esperando ser introducidos y descargados para su trasformación en Alcohol.

El alcohol era un producto muy solicitado por las bodegas andaluzas hasta el punto de que era frecuente, sobre todo una vez finalizada la campaña azucarera, ver decenas de camiones cisternas haciendo turno para llenar el tanque destinado a ello, del preciado líquido. Y los precios eran tan ventajosos para la empresa azucarera que hay muchas personas que sostienen que las ganancias de la fábrica se materializaba en este Subproducto. No era en sí el azúcar ni la pulpa lo que daba beneficios a la empresa, ya que con la venta de estos dos productos, se cubría, eso sí sobradamente, los costos de todo el proceso. Hay varias personas, conocedores del tema, que sostienen con mucho fundamento que los beneficios repartidos entre los socios de la compañía, se debían directamente a la producción y venta del alcohol.  

5.1 Contaminación

5.1. CONTAMINACIÓN

Debemos empezar diciendo que todos los residuos, con el paso de los años, se fueron tratando para dar soluciones por mediación de plantas depuradoras de aguas negras y otras que se sumaban según las exigencias del proceso.

Debemos hacer mención que con el paso de los años la gestión residual de la nuestra azucarera se fue ajustando a las demandas normativas, ajustándose según las exigencias del momento y avances tecnológicos, dando respuesta a los requerimientos de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (C.H.G.).

5.1.1. AZUCARERA.

 

5.1.1.1. RESIDUO LÍQUIDO.

Estos residuos antiguamente iban a la alcantarilla o lo que es lo mismo al Arroyo y por consiguiente al río Guadalquivir.

Con el paso de los años se fueron modernizando los sistemas de recogidas de todo residuo creado por el proceso, como son el lavado de la remolacha y descarga hidráulica.

Se originaba un agua chocolateada que llevaba tierra en suspensión y que su destino era un decantador donde se precipitaban los sólidos en suspensión.

Fue un gran logro para toda el agua originada por el proceso. El decantador conocido como la plaza de toros.

Se podía lograr todo el avance conseguido durante años fueron causando con medidas de presión de la Confederación hidrográfica del Guadalquivir que iban acompañados con sanciones económicas bastante duras.

Esta institución a raíz de los análisis de agua que hacían diariamente hicieron una persecución amparadas por la ley de vertidos sí pusieron todos los medios posibles para que los vertidos a la salida de la fábrica se hicieran bajo los parámetros marcados por la CHG y si no era así teníamos una planta que se encargaba de cerrar el flujo al Arroyo automáticamente, mediante unos aparatos que medían las consignas establecidas por Ley de Vertidos.  

 

5.1.1.2. RESISUOS GASEOSOS- CALDERA (HUMO NEGRO).

Los gases originados por la combustión de quemadores fuel-oil, algunas veces provocaban que los gases residuales que salían a la atmósfera fueran negro carbón, ocasionadas por quemadores sucios o por el contrario, una demanda de vapor más exagerada de lo habitual.

Alguna que otra vez provocaba pavesas de carboncillo que no solo se provocaba en calderas, también originadas por los secaderos de pulpa.

 

5.1.1.3. RESIDUOS GASEOSOS/AÉREOS. (SECADEROS DE PULPA).

Igual que calderas, los secaderos de pulpa también tenían quemadores de fuel-oil. Se usaban para secar la coseta (pulpa mojada) para qué al final del proceso saliese seca.

También alguna que otra vez la población cercana a la fábrica se encontraba restos de polvo de pulpa en sus patios y azoteas. Se llegó a implantar un sistema de rociadores de agua en las chimeneas de las salidas de gases y evitaban que salieron partículas a la atmósfera, con una importante eficacia.

 

5.1.1.4. RESIDUOS ACÚSTICOS. AUDITIVA (CALERO)

Esta era molesta los primeros días de campaña.

Era provocada por la descarga de carbón y cal al caldero donde ardía el carbón y la piedra de cal para conseguir que la cal se fundiera y después se elaboraba una lechada, qué servía para depurar los jugos, en el departamento de carbonatación.

Los ruidos de las piedras, al caer dentro provocaban unos sonidos bastante molestos.


5.1.1.5. RESIDUOS OLFATIVOS/ODORÍFEROS NO CONTAMINANTES.

Todos los olores percibidos por la población y que daban lugar a los comentarios de las personas que vivían aquí en la localidad, tenían un denominador común “la Peste”.

Dicha peste eran ocasionadas por los propios vertidos, que en su conjunto daban lugar a diferentes vertidos, como único destino a la planta de depuración (Reactor).

Esta planta era la encargada que el conjunto de vertidos fuese a parar al reactor y fuese aireada por mediación de inyección de aire.

Los sólidos se precipitaban al fondo y el líquido salía por un rebosadero a su destino final, las balsas, lugar dónde evaporaría a la atmósfera. Una evaporación natural.

Hoy estas aguas llegarían a contaminar los pozos de la periferia de las balsas que se filtraba a la capa freática.

Cierto que los olores eran desagradables y según qué época del año eran más persistentes.

Tenemos que aclarar que dichos olores no llegaron a ocasionar enfermedad alguna, new registros de que afectara a la población o posibles consecuencias sanitarias.

 

5.1.2. ALCOHOLERA

5.1.2.1. RESIDUOS DE LAVADOS DE CUBAS.

Cuando en las cubas de fermentación se iban agotando el proceso había signos que te indicaba el agotamiento de la cubas posterior sembrarlas nueva y subir el porcentaje de fermentación para poder sacar más cantidad de alcohol.

Una vez agotada la cuba, se le abría el escape y se lavaba con agua corriente de pozo y todo ello iba a la alcantarilla, con destino a la depuradora (Reactor) y se hacía la separación de cada componente, líquido y sólido.

Todo este proceso anterior se hacía en las cubas madres. De estas curvas madres se llenaban las cubas discontinuas y se dejaban llenar y una vez llenas, se dejaban en espera 24 o 36 horas, hasta que entraban en la destilería.

Una vez vacía se le hacía el mismo proceso de lavado que a las cubas madre, los vertidos del lavado llegaban al mismo destino.

 

5.1.2.2. RESIDUOS DE VINAZA.

Éste es el último residuo provocado por la propia alcoholera, que tenía un último paso de concentración en una planta donde se le evaporaba toda el agua posible, hasta conseguir un espesor pastoso, que se almacenaba en unos depósitos, para ser transportados a una empresa dedicada al abono de cultivo.

En la misma planta, se llegó a investigar con una pequeña planta de una turbina centrífuga, que se obtenía un subproducto llamado “potasa”, también destinado a abono de cultivo, de alta rentabilidad. Después se demostró que la planta de origen la concentradoras era más rentable a la hora de regar los campos con el producto final. La planta de potasa fue anulada y se siguió con la de la concentración de vinaza. Sin subproducto. Llegó a ser la vinaza concentrada un producto muy solicitado por las empresas de abonos para cultivos.

 

5.1.2.3. RESIDUOS DE LAVADO DE FILTROS DEPURADORA DE AGUAS (CALDERA).

Agua que se obtenía de los pozos, era un agua muy dura y tenía que sufrir un proceso de eliminación de cal y otros minerales, para no perjudicar al haz tubular de la caldera.

Estos filtros tenían unos aparatos de Ah compacidad que medía cuando el agua se estaba volviendo dura o no apta para caldera, entonces por unos pilotos verde y rojo, te decía cuando debías de cambiar el filtro y empezar el lavado del filtro agotado.

El lavado consistía en un proceso a contracorriente de su proceso normal de trabajo, para eliminar toda partícula de cal y minerales. Después de este proceso se vaciaba completamente y si agotaba de toda agua que tenía su interior y se pasaba a llenar de una salmuera para poder regenerar la resina que hacía la permutación de la cal y otros minerales. Dejaba el agua apta para la alimentación de la caldera.

Todo el proceso de lavado de filtros (permutadores) el enjuague y posterior lavado de salmuera, iba a la alcantarilla, con destino a la planta de reacción (reactor).

Extractos 3 de noviembre - Benito y Antonio

3 de noviembre de 2023

“….no es lo mismo trabajar en una azucarera que ser azucarero….” - así resumía Benito su experiencia en los casi cuarenta años de fábrica.

“….yo entré con 14 años….mi padre y mi abuelo trabajaron en la azucarera…nosotros somos la tercera generación…. –Antonio, su compañero de trabajo, asentía en el relato con la cabeza – “….yo también entré con 14 años y soy hijo de azucarero…”

La fábrica les vio crecer. Entre sus muros y sus máquinas se hicieron adultos. Allí conocieron las picarescas del hambre, el cuarto de los pájaros, el eucalipto del amor…. Allí desarrollaron sus cualidades y valores profesionales…su inteligencia, su fuerza, sus destrezas, sus manos, su cuerpo.....sus emociones y sentimientos, sus éxitos y fracasos, sus cabreos y sus rebeldías…..todo el color, todo el sabor y todo el valor del azúcar fueron su creación, su autoestima y su orgullo.

En todo su relato no hubo ni un ápice de negatividad ni siquiera en el siniestro de la explosión…..,,A Benito se le tensó la cara y su mirada quedó fija, los ojos le brillaban….

“…dejadme que os lo cuente….yo fui el responsable de aquel goterón que se desplomó de mi electrodo cuando soldaba al interior de la caldera….prendió la bolsa de gas que, inflamada, ascendió por aquel cilindro de dos metros y medio de diámetro y otros cuantos de altura….la deflagración fue inevitable, su explosión se sintió en todo el barrio, desconcierto, pánico, nos llovían chirlas de fuego que nos provocó heridas en la cara, en todo el cuerpo…..fue horrible…aquel día volvimos a nacer…”

^ Benito apunta a que no se trataba de una caldera, sino en una columna destiladora denominada C-40 y su prolongación C-540

Hubo un cierto impasse en el relato, décimas de segundo de silencio….

“….cuando el director, D. José  Luis Herrán, se personó en el lugar del siniestro… me temí lo peor. Era consciente de haber sido el causante de aquel desastre. Se acercó a mí….

….¿cómo estás….te duele?....vete a la enfermería que curen esas heridas….”

“Ni un reproche, ninguna reprimenda …el señor Herrán era una un hombre que imponía seriedad y disciplina en la cadena de mando de la fábrica pero a nosotros nos trataba con respeto, sabía colocar a cada quien en su sitio. A la semana de aquel accidente nos felicitó porque gracias al siniestro el seguro haría una caldera mayor y mas moderna….”

“Aunque no eran trabajos de alto riesgo si teníamos que trabajar a altas temperaturas y en procesos que requerían habilidad y mucho atención, Las calderas, los secaderos, las torvas, las descargas hidráulicas….En campaña las jornadas eran de doce horas y eran muy estresantes.

“Pero la azucarera no solo fue nuestro trabajo, fue nuestra infancia…” Sobre plano, nos contaba Antonio, donde estaban las escuelas, la capilla, el economato, las huertas, la casa de los jefes, los pisos de la azucarera

“….algunos hicimos aquí hasta la primera comunión “….

“La azucarera fue nuestra vida y fue el alma del barrio, de San José. Cuando la derribaron perdimos nuestras raíces. Fue un Trauma…”

Azucarera - Resumen trabajo Atenea

Este modesto trabajo pretende hacer presente nuestra historia de algo que fue y que  ya no es porque, sencillamente, dejó de existir…

LA AZUCARERA

Desapareció tal como nació…a velocidad de vértigo. Un año y medio tardó en construirse, lo mismo en desmontarse, alcoholera incluida… como si de un circo de feria se tratara… Veinte años le faltaron a su aniversario secular.

Omnipresente y Omnipotente en esos ochenta años de su existencia. Casi todo en este pueblo se hizo por y desde la azucarera.

Este trabajo es el resumen de varias tertulias en las que siete personas, porque si, nos sentamos a  conversar sobre la historia de la azucarera. Se cuenta y se documenta lo contado, como debe ser.

De tres partes consta el trabajo:

I)             HISTORIA DE LA AZUCARERA: Desde su origen (1931 (documentación Miguel Valverde) hasta su demolición (2010)

 

II)            EL DESMANTELAMIENTO DEL SECTOR AZUCARERO: La reforma de la OCM (2005) y el proceso de reestructuración en nuestro país y en nuestro territorio (2005-2010)

 

III)           RETROSPECTIVA DEL ACUERDO SOCIAL Y DEL CONVENIO URBANISTICO: Análisis y valoración de los acuerdos sociales pactados con los sindicatos y el convenio urbanístico firmado entre Ayuntamiento, la Junta y el Grupo Ebro desde la perspectiva de 2019 (2010-2019)

Nuestro agradecimiento y admiración a los nueve despedidos de DOSBIO 2010 SLU. Sin su coraje y su demanda de justicia nada de lo que aquí se cuenta se hubiera sabido.

INTRODUCCIÓN HISTÓRICA

El cultivo de la remolacha y las fábricas azucareras, tal como la conocemos hoy, se implantan en Europa a principio del siglo XIX como consecuencia del bloqueo colonial impuesto por Inglaterra,  cuando las guerras napoleónicas, que impedía la importación del azúcar de caña.

El 15 de Enero de 1812, Napoleón publicaba un decreto por el que se creaban cinco escuelas químicas azucarera en Baviera y se ordenaba la exención de todo tipo de impuesto a la producción nacional del azúcar de remolacha.

En 1830 Centro Europa tenía instaladas mas de 1500 fábricas

 

fábricas

produccion en tm

superficie cultivada

ALEMANIA

408

10.400.000

336.375

FRANCIA

470

7.080.000

233.878

RUSIA-POLONIA

245

4.034.000

318.156

AUSTRIA-HUNGRIA

229

5.640.000

190.000

BELGICA

150

1.220.000

40.000

 

 

 

 


Mientras esta revolución industrial tomaba cuerpo en los campos de remolacha de Europa, en nuestro país seguíamos con el azúcar de caña importada de las Antillas y la que se producía en las fábricas de caña, en el sur meridional, sobre todo en Málaga, donde la familia Larios llegó a monopolizar la industria de caña de azúcar.

La fábrica azucarera (de caña) Nuestra Señora del Pilar fué construida en el año 1881, para la fabricación de azúcar y alcohol. Su primera molienda fue en 1883

En 1984 se realizó su última molienda y sus puertas quedaron cerradas y la fabrica se ha ido deteriorando progresivamente. 

 


Las primeras fábricas azucareras

Hasta 1882 no aparece en España la primera industria azucarero-remolachera. En esta fecha se crean las primeras en Córdoba y Granada y se implanta el cultivo de la remolacha en la vega de Guadix, Granada y Baza y en 1890 se pusieron en marcha siete fábricas todas ellas en Granada.

En 1852, un joven farmacéutico onubense llamado Juan López Rubio, adivinando que el azúcar escasearía con la pérdida de las colonias de ultramar, invirtió en el cultivo de la remolacha y montó la primera fábrica de azúcar de la provincia, el Ingenio de San Juan. Le seguirían hasta diez industrias más que enriquecieron a la flamante burguesía granadina. 

Tan importante y creciente fue la industria del azúcar en Granada que el 25 de Agosto de 1895 comenzaron las obras de La Gran Avenida del Azúcar (hoy la Gran Vía Granadina)

 

 

Eran fábricas de reducidas dimensiones,  de capital y emprendedores locales y tenían que competir con el azúcar de caña, muy protegido, que se importaba de Filipinas, Cuba o Puerto Rico, por lo que su costes eran elevados y su producción de baja calidad debido a que la raíz de la remolacha era mas forrajera que azucarera.

Hasta que no se perdieron las últimas colonias de ultramar no va a surgir una verdadera industria azucarera y una política adecuada para su desarrollo.

Se establecen nuevas políticas de precios para incentivar las raíces por su contenido sacárido y se consiguen mejores semillas e insumos; y se le imponen fuertes aranceles a las importaciones de azúcar de caña.

El sector azucarero empieza a despegar y el negocio que genera ofrece grandes beneficios a agricultores e industriales

En el período 1898-1902 se construyen 31 fábricas.

Pero esta expansión industrial se va al norte, fundamentalmente al Valle del Ebro y del Duero donde se desata una feroz competencia por la mucha proliferación de fábricas y agravada por la creación de la Sociedad General Azucarera SA en su intento de monopolizar el mercado.

En el Sur solo se construye una en Jerez (1901)

 

Las tres azucareras de nuestra comarca

Andalucía en general, y nuestra comarca en particular, está atascada por la estructura latifundista de la tierra y por la falta de regadío.

El Sistema de riego del Valle Inferior del Guadalquivir no se pondrá en marcha hasta los años treinta, es decir, con mas de un siglo de retraso con respecto a Europa.

En 1908 se constituye en Sevilla la Junta de Obras que se encargará de la dirección y ejecución del proyecto de canalización del Valle Inferior del Guadalquivir al frente de la cual se pondrá la familia Sanchez Dalp y la familia Benjumea.

1918 marcaba el plazo teórico para el final de las obras contemplado en el Real Decreto del Gobierno,. La realidad es que el trabajo se prolongó durante 25 años y hasta 1933 no se inauguró con la entrega de la presa de Peñaflor y las cuatro secciones del canal.

1.- La Azucarera de San Fernando y la Alcoholera de Los Rosales

Con la puesta en marcha del regadío se ponen en cultivo de remolacha las tierras de nuestra comarca y en 1926 se inauguró la primera azucarera en los Rosales.

La Cooperativa Industrial Azucarera Bética, de capital sevillano, construye la fábrica azucarera San Fernando y la destilería Los Rosales. La maquinaria fue adquirida a Francia y tuvo una alta rentabilidad.

Mas tarde, en el año 1941 pasaría a formar parte del grupo EBRO y estuvo funcionando hasta 1986 que se cerró y desde entonces permanece la edificación en estado ruinoso como testigo mudo de lo que allí hubo.

2.- La Azucarera de San Miguel

En el año 1931, esta Cooperativa "Bética“, viendo los buenos resultados, inicia la construcción de una segunda fábrica a 500 mts de la estación de la Rinconada, la azucarera de San Miguel, siendo su primera campaña en 1933. Esta Cooperativa fue la que le dio nombre a la calle actual carretera Bética.

Nos cuenta Miguel Valverde los serios problemas que tuvo para sobrevivir porque no solo tenía que competir  con la azucarera vecina (azucarera del Guadalquivir) sino que se vio afectada por la fuerte devaluación que en esa época sufrió la peseta ya que toda la inversión de esta planta se hizo en francos franceses.

En su corta existencia pasó por tres manos:  La Cooperativa Bética, que fue la fundadora, hasta enero de 1936 que se disuelve la cooperativa y vende las dos fábricas por 20 millones de pesetas al Grupo Fierro que cambia el nombre y pasa a llamarse Azucarera de Sevilla, y en 1941 las dos azucareras pasan a formar parte del Grupo Ebro Cía. de azúcares y alcoholes.

Ebro mantiene la de los Rosales y la de San Miguel fue desmantelada siete años mas tarde y trasladada a Zamora (Toro). Posteriormente fue reconvertida en fábrica Cañamera terminando su existencia con un voraz incendio que se produjo al atardecer del 11 de septiembre de 1967.

De ella solo se conserva la esbelta chimenea y en sus terrenos un polígono industrial que lleva su nombre.

3.-La Azucarera del Guadalquivir

El 1 de marzo de 1930, el diario ABC da la noticia de la inmediata construcción de una fábrica azucarera próxima a Sevilla, en el término de La Rinconada.

Así rezaba la noticia….

“….se pretende que la capacidad productiva de esta fábrica sea la mayor de España, y para ello se han asociado los más importantes entidades explotadoras del azúcar que residen en la Península.

La nueva fábrica –que será orgullo de la industria sevillana, cuya importancia viene a incrementar- será construida en terrenos próximos al inmediato pueblo de la Rinconada…..”

 

 

Su construcción comenzaría en el mes de abril del mismo año. La Sociedad Azucarera Ibérica  llevaría a cabo, con pasmosa rapidez para la época, la construcción de la fábrica Azucarera del Guadalquivir, que comenzaría a contratar remolacha y el 5 de julio de 1931 haría su entrada el primer vehículo en la Azucarera del Guadalquivir.

Se pretende con esta planta un proyecto ambicioso para conseguir ser la mayor en capacidad de molturación de las azucareras instaladas en España.

Las tres fábricas azucareras se construyeron a pie del ferrocarril. La línea Sevilla-Córdoba. El 5 de marzo de 1859 se inauguraba el tramo Sevilla-Lora del Rio que recorre los llanos de nuestra comarca de la vega.

Las líneas ferroviarias fueron decisivas para determinar la ubicación y el diseño de las fábricas azucareras.

Las máquinas tractoras que manipulaban los propios trabajadores de la fábrica para la descarga de los vagones de remolacha

 

Los trenes con sus vagones de remolacha entraban en el recinto de la fábrica hasta los muelles bien situados para el acceso y la descarga hidráulica. 

Se  dejó de utilizar a partir de los años setenta cuando empezó a tomar auge el transporte por carretera pero aún se conservan estas vías “muertas” en las estaciones de la Rinconada y Los Rosales. 

Nos cuenta Antonio Ferrer el impacto social y económico de la azucarera en la Rinconada:

“…la azucarera ha sido el corazón de este pueblo durante muchísimos años, ha repercutido económica y socialmente en la creación del barrio…no solo creó empleo sino que en torno a la azucarera se formó el barrio….cuando no existía no había barrio, no existía San José…esto era la estación de la Rinconada…la estación y el ferrocarril trajeron la fábrica y esta generó un barrio obrero en su entorno que terminó llamándose San José de la Rinconada…..

…Para mucho de nosotros –nos cuentan con cierta nostalgia- la azucarera no solo fue una fábrica sino también nuestro mundo familiar y de vecindad. Dentro de la azucarera había viviendas para empleados y directivos, economato, tres escuelas, bar, comedor donde los empleados podían calentar la comida que llevaban de casa y comer en las mesas dispuestas a tal fin.

En la Hacienda, hoy rehabilitada como Hacienda Santa Cruz, vivían los directivos y había una capilla que perteneció a la familia Benjumea. Muchos hicimos la primera comunión en esa capilla…”

 

“Existía un régimen socio-paternalista que creaba una apariencia de mundo idílico –nos cuenta también Paco - con el contrato de trabajo te reconocían el derecho a comprar en el economato, a llevar a tus hijos a la escuela, a comer en el bar con precios económicos y a muchos se les entregaba las llaves de una vivienda sin coste de alquiler ni de luz y con derecho al agua de pozo. Esta empresa siempre fue considerada como un ejemplo en este sentido…”

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En los años 90 se plantea el plan de reestructuración de la industria azucarera. El periódico El País publicaba lo siguiente:

La industria azucarera deberá proceder en los próximos cinco años al cierre de entre seis y siete fábricas, lo que suponen la tercera parte de las plantas que se hallan abiertas en la actualidad, según el proyecto de plan de reestructuración que ultiman con juntamente los principales responsables del sector y que será presentado al Ministerio de Agricultura en los próximos días. Ebro, con cinco fábricas a cerrar, es el grupo que deberá acometer el proceso más importante de reordenación, mientras las otras dos corresponderían a Sociedad General Azucarera (SGA). La Cooperativa Onésimo Redondo de Valladolid (Acor), mantiene sus dos fábricas y Azucareras Reunidas de Jaén (ARJ) mantendría su planta actual (……)

….. Este plan de ajuste que supondrá el cierre de unas plantas y la modernización de otras, se aplicaría en los próximos cinco años. En las campañas precedentes, las mayores inversiones han correspondido al grupo Ebro con la modernización y ampliación de plantas como las de Miranda de Ebro y Rinconada en Sevilla. . (EL PAIS 22/enero/1995)

 

En el año 1995, nuestra azucarera, ya integrada en el Grupo Ebro, es objeto de un  ambicioso plan de modernización e innovación que supone una fuerte inversión, un aumento considerable de su capacidad productiva y un avance en los estándares medio-ambientales. La inversión se centra en la alcoholera

Azucarera Ebro, empresa del Grupo Ebro Puleva líder en España en el sector del azúcar y en la producción de alcohol, ha invertido 7 millones de euros en la nueva destilería de San José de la Rinconada, en Sevilla. La nueva planta, considerada como la más moderna de las que la empresa dispone en España, tiene una capacidad de producción de 37 millones de litros de alcohol al año. La destilería está completamente automatizada, ha supuesto una mejora muy significativa en los rendimientos de producción (ha duplicado prácticamente su capacidad) y se ha desarrollado bajo criterios de respeto absoluto del Medio Ambiente.

 

Pionera en el concepto de desarrollo sostenible

La nueva destilería de La Rinconada está considerada como una planta pionera en el concepto de desarrollo sostenible. Los avances más representativos son:

· Automatización. Toda la planta se maneja de manera automática desde una Sala de Control: fermentación de melazas, destilación, rectificación de alcohol y concentración de vinazas.

· Reducción de residuos. Las vinazas concentradas son utilizadas para alimentación animal y fertilización de suelos.

· Reducción del consumo de agua. Al utilizarse los condensados de la concentración de vinaza para la refigeración de la propia planta.

· Aprovechamiento del vapor de la concentradora. Para la rectificación de alcohol, reduciendo con ello el consumo energético.

· Optimización energética y venta de excedentes a la red eléctrica, una vez esté terminada la planta de cogeneración eléctrica.

 

Es lo que anuncia el Departamento de Comunicación de Ebro Puleva en Julio de 2002 y así describía las virtudes de este nuevo plan

Todo parecía darle larga vida cuando  en el año 2006, Ebro Puleva anuncia y confirma el plan de reestructuración que incluía el cierre de tres azucareras: la de Guadalcacín en Jerez, la de la Rinconada  en Sevilla y la de Peñafiel en Valladolid.

A partir de este anuncio se van a precipitar los acontecimientos de una muerte no anunciada hasta ahora, de la fábrica azucarera y la alcoholera.

¿Qué pasó? ¿Porqué se cerró también la Alcoholera?¿Cómo y quienes deciden este desmantelamiento total tras una inversión y un proyecto recién puesto en marcha?....son preguntas que se hacen los trabajadores y que  siguen sin respuesta desde la lógica ciudadana.

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Setenta y ocho campañas de remolacha dieron vida productiva a esta azucarera. El último camión que hizo su descarga entró el 16 de agosto de 2009; el primer carro el 5 de Julio de 1931.

Las campañas de remolacha comenzaban a primeros de Junio y le dieron fecha a nuestra fiesta mayor, La Jira…..Los carros, los vagones de tren y los camiones hacían colas interminables….El barrio olía de forma especial y  las chimeneas exhalaban los humos del proceso de evaporización.

Le cambiaba el pulso al barrio con las campañas….se congestionaba el tráfico, se cargaba la atmosfera, se llenaban las pensiones, los hostales y las ventas…venían gente a trabajar desde sitios muy diversos y de profesiones muy distintas…

La azucarera dio mucha vida al campo y a la ciudad y sobre todo, esta del Guadalquivir que siempre fue pionera, aportó mucha tecnología de futuro, una tecnología que quedó inconclusa y desamortizada por un cierre inoportuno y no deseado, un cierre decidido desde Bruselas y sufrido aquí como víctimas de una globalización  implacable e imparable.

Hoy, de esta azucarera no queda nada, se la llevaron a trozos. Un inmenso solar valdío es lo que ha quedado donde hubo naves de maquinaria, silos, entramado de tuberías y conducciones, chimeneas, oficinas, vías de ferrocarril…donde hubo productividad y empleo.

Ya solo queda ese inmenso solar propiedad ajena al pueblo porque pertenece al grupo Ebro y cuya división azucarera ha sido vendida al gigante británico ABF Sugar propietaria, entre otras cosas, de los centros comerciales PRIMARK.

Un inmenso solar sobre el cual planea un ambicioso proyecto urbanísitico convenido entre Herbas Rimelis y el Ayuntamiento. 

De todo aquel patrimonio industrial azucarero tan solo ha quedado la Hacienda Santa Cruz, casa que fue de  ingenieros y directivos. Un edificio bien restaurado y reutilizado por el Ayuntamiento.

II Parte

EL DESMANTELAMIENTO DEL SECTOR AZUCARERO

El mercado del azúcar en la UE, ha disfrutado de un alto nivel de protección a lo largo de varias décadas por la existencia de un fuerte apoyo a los precios y la implantación de elevados aranceles a la importación.

En 2003 esta situación fue denunciada ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) por Brasil, Australia y Tailandia. El pleito fue ganado por los países denunciantes y condujo a la UE a la aprobación de la reforma de 2006.

En el mes de febrero se promulga una nueva organización común de mercado (OCM) y un reglamento de reestructuración para el sector azucarero, que tienen como objetivo reducir la producción de azúcar en la Unión Europea (UE).

 Las medidas de esta reforma

Para reducir la producción las medidas de esta reforma tienen como objetivo desincentivar el cultivo de la remolacha y la fabricación de azúcares y por el contrario incentivar que agricultores e industriales abandonen los cultivos y desmantelen las fábricas.

Se modifica el sistema de cuota. Hasta ahora se asignaba una Cuota de Producción para la demanda interior (Cuota A)  y otra para la exportación (Cuota B). Ahora se unifican y hay una sola cuota de producción que se pretende reducir a 5,2 millones de toneladas en la UE perdiendo en su conjunto (27 paises9 el  70%.. España (el grupo EBRO) acepta una reducción del 50%.

Se modifica la política de precios. Los precios ya no se intervienen desde los Gobiernos sino que se regulan por el mercado que determinan los llamados precios de referencia, muy inferiores y con reducciones de hasta un 36%. Para la remolacha se fijan unos precios mínimos,

EVOLUCIÓN PRECIOS DEL AZUCAR Y LA REMOLACHA (€/T)

 

CAMPAÑA 2006/07

CAMPAÑA 2007/08

CAMPAÑA 2008/09

CAMPAÑA 2009/10

CAMPAÑA 2010/11

PRECIOS DE REFERENCIA

631,90

631,90

541,50

404,40

404,40

PRECIO MINIMO DE LA REMOLACHA

32,90

29,80

27,80

26,30

26,30

Fuente: COAG: Novedades del Acuerdo del Consejo 24/11/2005. Madrid

 

 Se establecen varios sistemas de compensación económica. Se conceden ayudas para los que abandonan la producción (agricultores e industriales) y para los estados y regiones afectadas.

-          Compensación a los agricultores vía pago único y desacoplado del 64% del margen perdido por la reducción de precios de la remolacha (60% en las dos primeras campañas).

-          Creación de un Fondo de Reestructuración para la industria y otro de Diversificación para los estados y regiones afectadas a fin de paliar los efectos económicos de las previsibles reducciones de producción e incentivar los abandonos de cuota de producción. Los importes a abonar por tn. de cuota amortizada serán de:

-          El importe de estos fondos será incrementado en un 50%, 75%, 100% en aquellos países que reduzcan su cuota inicial en un 50%, un 75% o un 100% respectivamente.

-          Se  establecen otras ayudas adicionales

Estos fondos se nutrirán de un impuesto transitorio sobre la cuota azúcar de cada campaña, a pagar por los fabricantes y por los importes siguientes:

La UE, pues, establece un programa “voluntario” de reestructuración. Aquellas azucareras que decidan abandonar la producción recibirán dinero para ello. Por el contrario las que decidan seguir produciendo tendrán que comprar cuotas de producción.

Esta reforma será el rejón de muerte para el cultivo de la remolacha y para las fábricas azucarera. Las dos medidas fundamentales que implementa van directas al corazón del sector (la disminución de precios y los incentivos por abandonar la producción).

La gran paradoja de esta política comunitaria es que los incentivos para abandonar la producción son recaudados por los que no abandonan y siguen con cuotas de producción. Es decir que la disyuntiva para los agricultores e industriales remolacheros es pagar cantidades ingentes de dinero para seguir teniendo cuotas o cobrar cantidades ingentes de dinero por abandonar la producción.

Consecuencias de la reforma

Las consecuencias de esta reforma no se hicieron esperar. Según el informe de Estudios Geográficos sobre el impacto de la reforma de la OCM, en tres años (2006/2009) Europa redujo la producción en 5,3 millones Tm

-          cuatro países abandonaron totalmente la cuota de producción de azúcar: Bulgaria; Irlanda; Letonia y Eslovenia.

-          Portugal sufrió una pérdida del 87,51%

-          Hungría e Italia experimentaron descensos 87,51% y 67,36% respectivamente.

-          Un descenso del 50% fue el sufrido por España

-          Eslovaquia y Finlandia sufrieron recortes algo inferiores al nuestro.

El abandono de 5,3 millones de toneladas de cuota de azúcar supuso  el cierre de 77 azucareras y  la pérdida de 25.000 empleos directos. 140.000 productores y 700.000 hectáreas abandonaron el cultivo de la remolacha. La UE de ser el segundo mayor exportador del mundo pasó a ser el segundo mayor importador de azúcar del mundo.

En nuestro país

Según un informe de la Asociación General de Fabricantes de Azúcar (AGFA) la industria azucarera comenzó un duro proceso de reestructuración en los años 70

Es decir que en 15años se cerraron 12 fábricas. Se desmantelaron prácticamente todas las del valle del Ebro y las de Andalucía Oriental.

Se pusieron en marcha cuatro mas: la de ACOR en Olmedo, la de Ciudad Real en la zona Centro, la del Carpio en Córdoba y la de Linares en Jaén (ARJ).

Quedó así las azucareras del Valle del Duero y Centro para las cosechas de invierno  y las del Andalucía Occidental para el verano.

Pero será en 1998 cuando se configura el mapa azucarero con la fusión del grupo EBRO y la Sociedad General Azucarera:

 La fusión fue denunciada por ACOR y ARJ al tribunal de la competencia. La sentencia fue desfavorable y por tanto la fusión aprobada, quedando así configurado la  posición de cada grupo

Con esta fusión, el grupo EBRO va a monopolizar el mercado del azúcar en nuestro país y va a quedar prácticamente como único interlocutor ante la UE para asumir la reforma del OCM.

En este período se cierran siete azucareras: Guadalcacín, Guadalfeo, La Rinconada, Ciudad Real, Peñafiel (del grupo Ebro); la de Valladolid (ACOR) y la de Linares (ARJ). 

Solo han quedado operativas cinco: Una en el Sur (Jerez) y cuatro en la zona Norte. De esta cinco una es de la cooperativa ACOR en Olmedo (Valladolid) y las otras cuatro del Grupo Ebro en Miranda del Ebro (Burgos), en La Bañeza (Leon), en Toro (Zamora) y en Jerez (Cádiz).

Por todo este proceso de reestructuración, Ebro Puleva ingresará mas de 140 millones provenientes de los fondos europeos y adicionalmente incorporará a su patrimonio inmobiliario mas de 200 hectáreas de suelo de diferentes calificaciones urbanísticas valoradas en mas de 42 millones.

 

El cierre de la Azucarera de San José de la Rinconada

La Azucarera y la Alcoholera de San José eran altamente productivas y rentables. Se habían hecho fuertes innovaciones en 1995. Sin embargo en noviembre de 2007 Ebro Puleva anuncia el cierre de tres azucareras y entre ellas la de Rinconada.

Dicho y hecho porque en diciembre de 2009 comenzaría el desmantelamiento total no solo de la azucarera sino también de la alcoholera. Ambas fueron despiezadas como si de un “exin castillo” se tratara.

El 9 de diciembre de 2009 el Correo publicaba esto

El final de todo este largo y traumático proceso se consuma con la venta de toda la división azucarera de Ebro Puleva al gigante británico ABF Sugar British.

Associated British Foods plc es un grupo empresario multinacional británico del sector alimenticio, ingredientes y ventas al público con ventas anuales de 12.900 millones de libras esterlinas​ y más de 113.000 empleados​ en 47 países. Su sede central se encuentra en Londres, Inglaterra. Cotiza en el London Stock Exchange y forma parte del índice FTSE 100. Primark, la subsidiaria de ABF para ventas al público, una cadena de vestimenta, aporta más de un 20% de la facturación del grupo.

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En Octubre de 2017 se eliminaron las cuotas de producción y las protecciones de precios. El mercado del azúcar ha quedado totalmente liberalizado y los grandes beneficiados de esta reestructuración europea han sido Francia, Alemania, Polonia y Reino Unido que dominan la producción de azúcar.

Como bien resumen Vidal Mate en el Pais con su artículo “ La industria del azúcar se liberaliza” de 29/09/2017 

“Hasta la reforma del mercado comunitario de 2006, España disponía de una cuota de producción de 996.700 toneladas sobre una cuota total de la UE de 18,6 millones de toneladas (….) Bruselas puso sobre la mesa más de 6.000 millones para incentivar el abandono de los cultivadores que se consideran con menos posibilidades para competir, así como para el cierre de las industrias menos eficientes. España fue uno de los países que más se acogieron a esa oferta. Ello acarreó una reducción de la cuota a 498.479 toneladas y, por ende, una disminución de la superficie cultivada de unas 80.000 hectáreas a menos de 40.000. También cerraron la mitad de las plantas transformadoras. Sólo quedaron las de Miranda de Ebro, La Bañeza, Toro y Jerez, propiedad de Azucarera, y la de Olmedo, de la Cooperativa Acor. Azucarera transforma 378.000 toneladas anuales, y Acor, otras 120.000.

Actualmente, las empresas de transformación están pagando en torno a 32,50 euros por tonelada de remolacha. El precio es alto si se lo compara con lo que pagan las industrias de países como Francia o Alemania, que, gracias a que el proceso de producción tiene menores costes, también pueden pagar menos por la materia prima, lo que los hace más competitivos a la vista del consumidor final. Ya hay grandes distribuidores españoles que ofrecen azúcar procedente de Alemania en sus lineales.”

 

Nuestro sector ha quedado descolgado con respecto a los países que lideran la producción. Nuestros campos ya no cultivan remolacha. Importamos mas del 30% del azúcar que consumimos. Tan solo nos queda una planta de capital español (ACOR) que representa el 10% del sector, el resto está en manos de la ABF Sugar británica.

Nuestro país ha renunciado y ha cedido a los intereses de las grandes corporaciones y a la globalización.

 

 

 

 

III Parte

EL PLAN SOCIAL Y EL CONVENIO URBANISTICO

 

Cronologia que cambiaron el curso de la azucarera: Cuatro años decisivos

Julio 2007: Ebro Foods anuncia el cierre de la azucarera de La Rinconada

Noviembre 2007: Es importante saber que el Pleno Municipal acordó en aquel entonces la no recalificación de los terrenos. Todos los grupos integrantes (PSOE. IU y PP) rechazaron las enmiendas al PGOU presentadas por Ebro Puleva para que la parcela fuera recalificada como suelo residencial y terciario.

Primer gran acuerdo cerrado:

Ningún trabajador que no quiera sufrirá traslado fuera de Sevilla; el arroz, la leche y la alcoholera, principales receptores del empleo; se crea una bolsa de trabajadores para la  reindustrialización que negocian Ebro, Junta y Ayuntamiento.

 

Abril 2008: Sindicatos (CC.OO y UGT) y Azucarera pactan las condiciones sociales del cierre. El Toma Nota municipal publicaba en primera plana el acuerdo

 

 

 

 

 

Agosto 2009: descarga el último camión

Diciembre 2009: se inician las obras de desmantelamiento de la azucarera y la alcoholera. La fábrica será despiezada y trasladada a Egipto.

Año 2010: Es un año clave porque en su curso se culmina el proceso de desmantelamiento y se firma el Convenio Urbanístico con el Ayuntamiento.

 

Fueron, pues, cuatro años decisivos no solo para el futuro de los trabajadores de la azucarera sino para el devenir de la Rinconada y particularmente para el urbanismo y la fisonomía del barrio de San José. En nuestra historia habrá que hablar de un antes y un después de estos cuatro años.

Con la perspectiva que ofrece una década de años vamos analizar aquellos acuerdos sociales y aquel Convenio que se firmaron.

 

El Acuerdo Social de 2008

En 2008, Ebro Foods anuncia el cierre de la fábrica azucarera de la Rinconada y presenta un plan de reestructuración que en un principio significa el despido de la plantilla y que, tras de las movilizaciones de los trabajadores, se reconduce con un ERE que incluye las mal llamadas “prejubilaciones”, bajas incentivadas y movilidad funcional y geográfica. Plan de reestructuración que contará con ingentes cantidades de dinero provenientes de los fondos europeos de reestructuración y diversificación por la reforma de la OCM y que serán aceptados por La Junta, el Ayuntamiento y Herba Ricemills (Grupo Ebro) y negociado con los sindicatos (CC.OO y UGT) y el Comité de Empresa (en la foto se escenifica el acuerdo)

1)    Los 69 considerados fijos discontinuos recibirán las legales indemnizaciones y conformarán una bolsa de trabajo con preferencia de contratación ante inmediatas necesidades de la empresa en la reindustrialización en la localidad que en estos momentos se negocia.

2)    Los 106 trabajadores azucareros de plantilla tienen salida digna basada, principalmente, en el mantenimiento de sus condiciones sociales y salariales. Ninguno de ellos sufrirá un traslado fuera de la provincia de Sevilla, salvo los que, por voluntad expresa así lo manifiesten. Así las cosas, de los 76 que permanecen en activo, 39 seguirán en la fábrica en las instalaciones de la alcoholera. Los otros 37 tendrán salida en Guadalete, en una planta azucarera que se refuerza, y en otras empresas que el grupo tiene en Sevilla en los sectores de leche -Puleva- y arroz -Herba-.

Para ellos, el acuerdo contempla el mantenimiento de las garantías sociales conseguidas en el sector del azúcar.

3)    Aquellos que cambien de actividad y no consigan integrarse en los procesos de producción podrán acogerse a una cláusula de retorno por la que en el plazo de seis meses la empresa les garantiza plaza en azucareras. Este punto se hace extensivo durante dos años a aquellos que, aunque estén trabajando en la leche o el arroz, decidan acogerse a la prejubilación azucarera.

 

4)    A los   30 los empleados con 55 años se le ofrece formar parte de un expediente de prejubilación.

 

5)    Con todo, la intención del comité intercentro, de los sindicatos y de la empresa pasa por pedir al Ministerio de Agricultura una prórroga en la orden que afecta a la regulación del sector de forma que las condiciones acordadas puedan extenderse hasta 2014.

 

El Convenio Urbanístico

Lo negocia Herba Ricemills (filial del Grupo Ebro) con el Ayuntamiento que pretende:

1)    El mantenimiento del empleo y de la actividad industrial en el municipio

2)    La mejora urbana y dotación de equipamientos de San José de la Rinconada

3)    La realización de políticas de suelo y vivienda

Se aprueba en el Pleno ordinario del 15 de enero de 2010 con los votos a favor de PSOE Y PP y con la abstención de IU.

Objetivos

La máxima conservación de la cantidad y calidad del empleo generado hasta su cierre por la factoría Azucarera de San José y de la Alcoholera.

-          El mantenimiento o incremento de la actividad económica de HERBA RICEMILLS SLU en el municipio de la Rinconada de forma que el cierre o traslado de las instalaciones no supongan una pérdida en el empleo local.

-          La mejora medioambiental de las instalaciones fabriles de HERBA RICEMILLS SLU en el municipio de la Rinconada.

Por su parte el Ayuntamiento el cierre de las instalaciones hace necesaria una reforma urbana que redunde en:

-          mejora medioambiental del núcleo de barriadas linderas con la azucarera, Santa Cruz, La Caridad t otras.

-          Mejora de las condiciones dotacionales de la población de este entorno

-          La mejora urbana del sur del núcleo de San José

-          La realización de una política social de suelo y vivienda

-          La ampliación del patrimonio Municipal del Suelo

-          El control directo de todo el proceso urbanístico por el Ayuntamiento.

Reconocimiento de la propiedad de HERBA RICEMILLS SLU

La mercantil HERBA RICEMILLS SLU es propietaria de los siguientes terrenos:

A)   Finca urbana con una superficie de 246.916 M2 donde se ubicaban las instalaciones de la Azucarera y la Alcoholera. En el PGOU de 2007 está calificada como SUELO URBANO y se descompone en dos parcelas

-          Una de 10.000M2 que incluye la Hacienda Santa Cruz

-          El resto está calificada como Industria Aislada con un coeficiente de edificabilidad del 0.8

 

B)   Finca Rústica con una superficie de 87.183 M2 donde se localizaban las balsas de residuos. Está clasificada en el PGOU de 2007 como SUELO NO URBANIZABLE DE ESPECIAL PROTECCION.

C)   Finca Rústica con una superficie de 64.863M2 donde se localizaba otra parte de las balsas de residuo y con la misma catalogación que la anterior.

D)   Finca Rústica de 69.838M2 para otra parte de las basas y que en el PGOU esta clasificada igual que las anteriores salvo una parcela de 1.435M2 que es suelo urbanizable de uso industrial y con una edificabilidad del 0.55.

E)   Rústica de 894 M2 tambien para las balsas

F)    Rústica con una superficie de 2.222 como terreno paralelo al trazado ferroviario que comunicaba la fábrica con las balsas.

El total de superficie, sin contar la finca urbana (parcela A), es de 225.000 M2.

Por su parte, el Ayuntamiento directamente o a través de su sociedad instrumental SODERINSA tiene convenio suscritos con propietarios de los distintos sectores del Cáñamo (CÑ IV y CÑ V) que suponen una superficie de 960.000 y 1.120.000M2 respectivamente  y le otorgan un derecho de aprovechamiento del 53.75% abonando la parte correspondiente a los gastos de urbanización.

Fases del Convenio

Fase I: Reutilización de parte de las actuales instalaciones para la implantación de una fábrica de ingredientes funcionales, cierre de la Alcoholera y cesión de la Hacienda Santa Cruz

En esta fase HERBA RICEMILLS SLU se compromete a:

1.    Reutilizar parte de las actuales instalaciones Azucarera para la implantación temporal de una fábrica de ingredientes funcionales cuya puesta en funcionamiento se prevé para el segundo semestre de 2010.

2.    Desmontar la actual Alcoholera durante el año 2010

3.    Trasladar a los trabajadores de la actual plantilla de la Alcoholera en idénticas condiciones laborales y salariales a la nueva instalación industrial agroalimentaria.

4.    Ceder al Ayuntamiento, a cambio de una permuta de suelo, la finca de 10.000M2 donde se ubica Hacienda Santa Cruz.

Por su parte el Ayuntamiento se compromete a:

1.    Autorizar, previo los trámites ambientales y urbanísticos necesarios, la implantación de una fábrica de ingredientes funcionales.

2.    Abonar a HERBA RICEMILLS SLU la cantidad de 600.000€ por la Hacienda Santa Cruz en el supuesto de que en el plazo de 8 años y por causas imputables al Ayuntamiento no se hubiera realizado la permuta de suelo prevista.

Fase II: Permuta de los suelos de las balsas y de la Hacienda Santa Cruz por una superficie de suelo sin urbanizar de 135.000M2 en el Sector SUS-CÑ-1 o en el sector SUS-CÑ-2 del PGOU 2007.

Se establece un plazo de 6 años para la permuta y de 5 para acordar su localización. Para ello, el Ayuntamiento ha de formular el Plan Parcial de Ordenación del Sector de que se trate, y delimitar la Unidad de Ejecución que se ha de permutar con HERBA RICEMILLS SLU CON que ha de tener las siguientes especificaciones:

HERBA por su parte se compromete a:

-          Descontaminar los suelos de las balsas objeto de la permuta

-          Redactar y tramitar el proyecto de Reparcelación para la cesión de suelos que pasaran a dominio público

-          Redactar y tramitar el Proyecto de Urbanización de la Unidad de Ejecución y a ejecutar las obras

-          Instalar la fábrica agroalimentaria en los terrenos permutados que ha de sustituir a la de los ingredientes funcionales.

 

-          Fase III: Cambio de la calificación urbanística de los suelos de las actuales instalaciones de la Azucarera y Alcoholera.

 

En esta fase HERBA se compromete a dejar libre de instalaciones todo el recinto (a excepción del laboratorio de funcionales a la espera de la permuta) y el Ayuntamiento tiene un plazo de 8 años para formular una Modificación o Revisión Parcial del PGOU 2007 en el que se  incluyan los suelos de la Azucarera y Alcoholera y que suponen una superficie aproximada de 240.000M2.

Estos suelos tendrán uso residencial para la construcción de 1.296 viviendas (648 de protección oficial y 648 libres), así como espacios libres y para equipamientos, suelo para uso terciario y zona de aparcamientos.

Valoración económica

La valoración económica calculada por el Ayuntamiento de todo el conjunto patrimonial de la Azucarera y Alcoholera:

A efectos de la permuta convenida con los terrenos del cáñamo IV y V para instalar la fábrica de funcionales y que ocupará una superficie de 135.000 la valoración que se hace es de 2.461.225,23 €.

Este Convenio  se cierra el 8 de enero de 2009 y se aprueba en el Pleno Ordinario Municipal el 15 de enero de 2010.

 

 Del Convenio al conflicto

Los acuerdos sociales y el convenio urbanístico fueron ampliamente difundido y celebrados por todos los actores que intervinieron, los sindicatos, la Junta, el Ayuntamiento y la empresa HERBA. Todo fue considerado y vendido como un gran logro como bien refleja la opinión de un vecino de la barriada Santa Cruz

“Todo este proceso de desmantelación y de reconversión industrial es digno de celebración sin duda alguna pues de un plumazo se elimina una actividad industrial que aunque ha estado unida a la idiosincrasia local, representaba sin duda alguna una situación altamente perjudicial para el medio ambiente e intolerable  a teniendo en cuenta la proximidad (escasos 75 metros) a una zona urbana. Por otra parte, pienso que el proceso de reconversión ecónomica gracias a la cual se asegura el mantenimiento del empleo es todo un ejemplo a seguir en casos similares”. (Marcos Antonio Prieto Navio).

Tan solo una voz disonante en medio de este concierto autocomplaciente, la de D. José Guerra Moreno , en aquel entonces portavoz del Grupo Municipal de IU quien advertía, entre otras cosas, de la “falta de garantías” para hacerlo cumplir y de ambigüedades urbanísticas.

Pero el correr de los años ha devenido en conflicto.

En Agosto de 2013, nueve trabajadores de Dosbio 2010, filial del grupo EBRO creada como planta piloto de I+D para la investigación de alimentos funcionales y que absorbió a 29 trabajadores de la antigua azucarera, son despedidos.

“La empresa quería una reducción desproporcionada de 375.000 € de masa salarial, y de ahí nunca se movió. Intentamos negociar pero no  hubo forma. La consecuencia fue que nos despidieron a 9 compañeros, y fueron 9 despidos para eludir la vía del conflicto colectivo. La empresa alegaba que estaba en pérdida. En los tres años que llevaba de vida había acumulado más de 8 millones de pérdida. Nunca nos respetó la antigüedad pactada.

Tuvimos que ir a Magistratura y demandar a la empresa por despidos improcedente. Estuvimos dos año en el paro y agotamos la ayuda familiar porque hasta el 2015 no hubo sentencia. Fue muy duro para nosotros”

Efectivamente, hasta diciembre de 2015 no se conoce la sentencia   que fue rotundamente favorable a los trabajadores. Esta sentencia es importante no solo porque resuelve a favor de los trabajadores sino por la consideración y condena a Dosbio, Ebro Foods y Herba Ricemills como empresas solidarias:

 

"Dosbio se aproxima más a un centro de trabajo que a una empresa en el sentido jurídico laboral", porque "no es que Dosbio sea una empresa meramente subordinada a una dirección única ejercida desde la cabecera del grupo", sino que "carece de sustantividad o autonomía como proyecto empresarial al margen del grupo". "Sólo se entiende su funcionamiento y actividad por y para el grupo", presentando una estructura de costes "desequilibrada" dados sus "ingresos mínimos pero elevadísimos costes de personal"

 

“El análisis de la situación económica negativa de Dosbio no puede hacerse sino integrada en el grupo del que forma parte. Dado que en las cartas de despido sólo se alude a la situación económica negativa de Dosbio, existiría un defecto formal al omitirse información acerca de la situación económica negativa de las empresas que frente a los trabajadores actuarían como empresa en sentido jurídico laboral"

 

 

 

A tal efecto considera "improcedentes" los nueve despidos impugnados y estipula indemnizaciones de entre 78.954 euros y 225.686 euros para los afectados, a compensar con las cuantías ya abonadas previamente en concepto de despido objetivo.

 

Por tanto, Dosbio, Ebro Foods y Herba Ricemills son condenadas solidariamente a readmitir a los trabajadores con los salarios de tramitación que correspondan o indemnizarles en las cuantías señaladas, si bien la sentencia es susceptible de recurso.

 

En paralelo a esta demanda, los trabajadores también denunciaron el incumplimiento del convenio urbanístico. En principio requirieron al Grupo Ebro, a la Consejeria  de la Junta y al Ayuntamiento que se investiguen las ayudas comunitarias.  Ante la falta de respuesta acudieron a los tribunales. Se pide una auditoria de las ayudas de la UE procedentes de los fondos de diversificación.

 

Esta demanda aun está subjudice.

 

Ha pasado una década y no se ha ejecutado nada de lo que se convino. Se perdió toda la empleabilidad y el patrimonio industrial que encerraba la Azucarera. Lo único que se conserva es una bien restaurada y recuperada para nuestro pueblo Hacienda Santa Cruz que a la postre ha tenida que ser “comprada” (600.000€) porque las condiciones para una cesión, contempladas en el Convenio, no han podido realizarse.

 

Mucho se habló del convenio y poco de su incumplimiento. Gracias al coraje y la dignidad de estos trabajadores que han llegado hasta el final demandando justicia  y verdad, nos hemos podido enterar de lo que ocurrió.

 

 

 

 

 

5.2 Peligros del cultivo monocultivo

5.2 Peligros del monocultivo económico

De sobras es conocido el peligro y las consecuencias que trae la práctica conocida como monocultivo económico. Es un sistema, casi una treta, utilizado por las grandes corporaciones para hacerse con el mercado, o mejor dicho, con un sector del mercado, y de esa forma ejercer un monopolio de forma sibilina. En nuestra localidad, con la explosión de la remolacha azucarera, favorecida por la puesta en regadío de cientos de hectáreas, casi se planteó como tal ese monocultivo económico debido sobre todo a tres razones: la primera el precio ventajoso de la remolacha, su rentabilidad y la garantía de que el producto no se quedaba almacenado ni esperando su putrefacción en el campo. La Azucarera entregaba las semillas, sin costo a los agricultores y firmaba contratos con ellos, donde les garantizaba el precio de la remolacha y que sería admitida en la factoría de San José. Eran tiempos, aquellos años cuarenta y cincuenta, en que la escasez de azúcar en los mercados ofrecía rentabilidad a la industria azucarera. Como se menciona en este mismo volumen, esta expansión del cultivo de la remolacha azucarera, conlleva el retroceso de otros cultivos tradicionales en nuestra comarca hasta el punto de ser casi abrumadoramente homogéneo, el cultivo de dicho tubérculo. Con toda seguridad, la limitada capacidad de molienda de la Azucarera, en aquellos años, libró a nuestro pueblo, al resto de la comarca y posiblemente a nuestra provincia, de que la rutina de los campos sembrados única y exclusivamente de remolacha, fueran algo que ocupara el total, o casi, de nuestra superficie productiva. Gracias al arraigo de cultivos tradicionales, algunos de ellos con cientos de años, incluso varios siglos, de tradición en su cultivo lograron que la Azucarera no lograra ejercer el dominio del sector agrario en nuestra comarca ni, por supuesto en la provincia de Sevilla. Muchos de los agricultores tenían por tradición la siembra de algodón, esta planta se venía cultivando con cierta profusión desde la época árabe de nuestro municipio, al igual que el cultivo de la patata o papa, los huertos de naranjos y otras frutas formaban parte del panorama rural de la Vega. Otras plantas, independientemente de las hortalizas y las plantas forrajeras, eran habituales en nuestros campos antes del comienzo de la actividad de la Azucarera de San José. Además los cultivos hortelanos de naranjos, limoneros y frutales variados tenían gran arraigo entre los agricultores. No hay que olvidar que estábamos en una zona privilegiada por su abundancia de agua, elemento esencial para conseguir la generosidad del campo. Tal vez la ampliación de un cultivo algo menos frecuente en nuestra campiña fuera el cáñamo, si bien era una planta conocida y cultivada en nuestro país desde la antigüedad, de hecho hay testimonios que sitúan plantaciones de cáñamo en el país valenciano desde épocas ancestrales, para su uso en telares y otros menesteres. A nuestra zona llegó la plantación masiva de cáñamo con el cierre de la azucarera de San Miguel y su conversión en factoría de cuerdas de cáñamo. Era frecuente, en la década de los cincuenta y sesenta, ver tractores y otros vehículos, recorriendo la Carretera Bética, cargados de varas de la planta encaminándose hacia el Cáñamo como era conocida la factoría dedicada a obtener las fibras con la que más tarde se elaboraban las cuerdas. Además de la plantación para su utilización industrial de cáñamo, el tabaco compartía espacio de nuestros campos con naranjos, huertas, plantaciones de patatas, etc. Todavía en nuestros días podemos encontrar algún que otro secadero ya en ruinas, incluso dentro de nuestro núcleo urbano. Estas razones, y algunas más, evitaron el monocultivo de la remolacha azucarera al que, por el atractivo comercial, parecía destinado el campo de nuestro pueblo.

5.3 Actitud paternalista de la empresa

La empresa tenía unos acuerdos sociales con los trabajadores, conseguidos por los comités de empresa que daban lugar a beneficios que iban directamente al trabajador o su familia.

Los beneficios llegaron a dar lugar a visitas médicas ha oftalmólogos de reconocido prestigio en Barcelona (clínica Barraquer).

El trabajador y su mujer estuvieron en la clínica 3 meses en una operación, sin coste alguno para el trabajador y respetando su salario, con traslado en avión ida y vuelta. Hubo otros trabajadores que obtuvieron beneficios de este tipo pero no de esta cuantía. Otros beneficios que se obtenían de la empresa era el economato (la cooperativa).

Teaser video documental

Material grabado tertulia Atenea

Primer video: https://youtu.be/eP3nuN4rUwg

Segundo video: https://youtu.be/2lP0LnrABbk

Tercer video: https://youtu.be/uOdgTOVpE

Descarga hidráulica

La descarga hidraúlica de la remolacha

Era un procedimiento que se utilizaba para descargar los vagones de tren que venían cargados de remolacha, fundamentalmente del Cortijo de El Torbiscal, aunque en ocasiones también llegaban de la zona de Jerez.

Consistía en una estructura metálica, a unos cinco metros de altura, sobre las vías internas existentes dentro de la Azucarera. Era un pasillo aéreo en el que estaban acopladas unas bombas de agua a presión, creo recordar que cinco. Las bombas de agua eran un artilugio redondeado, similares a cántaras metálicas invertidas. Los vagones se colocaban en la vía y uno o varios de los trabajadores del departamento de la descarga, manejaba la bomba. Previamente, se había abierto el lateral del vagón para que, con el impulso del agua, saliera la remolacha que caía en un pequeño canal. Esa remolacha tomaba el recorrido asignado hasta llegar al departamento de lavado de remolacha y de ahí al habitual para completar el proceso de fabricación.

El tren de vagones se iba deslizando hasta que era descargado por completo. Una vez vacío el tren, se sacaba del recinto de la azucarera para introducir otro cargado y repetir el proceso.

Versos Miguel

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Cuando niño la tapia de la azucarera siempre me había intrigado.
En mi mente se había creado un mundo imaginario tras aquella cárdena tapia.
En los inicios del "Barrio" la tapia dio protección a familias inmigrantes. Sobre ella, a su amparo, levantaban un precario refugio. Fue el comienzo de la calle "Los Carteros".
________
La tapia de la azucarera.
Verde olivar se ha talado.
Sobre el desarbolado campo
mole de yerro y cemento
Poderosa...
se ha levantado.
Igual a castillo medievo
Cárdena tapia la ciñe
muralla frontera de un pueblo.
Mundos cercanos y lejanos
Por la tapia separados.
Uno... azúcar, vapor, sudor y yerro.
Otro... adobe, chopo, cañas y barro,
ayuno y trabajo.
Sobre la cárdena tapia
ha buscado amparo.
Blanco vapor en bufidos,
cascada de piedras.
golpes metálicos.
Varado trasatlántico
lleno de rojizas luces
ronronea sin descanso.
Música de fondo
en tórridas noches de verano.
Olor a molidas raíces
en el cine "Parrilla" de verano.
Con las auras de la aurora,
junto a negro humo
cuál genio amenazador
blancas columnas se han elevado.
Un mundo de fantasía
un mundo imaginario
del amanecer se ha adueñado.
Y... así...todos los veranos
durante setenta y ocho años.
Azucarera y "Barrio"
por la cárdena tapia separados,
caminaron de la mano.
Fin
azucarera_2.jpg

LA CAMPAÑA AZUCARERA

Al llegar el mes de junio

Concluido anual letargo

Con estrépito de derrames

El horno ha despertado.

 

Por la alcantarilla emanado

Se olfatea algo extraño

Con rojo carbón de Cook

En sus entrañas se cuece

La piedra traída de Morón.

 

Con zumbido ensordecedor

Las calderas están bufando

Por las altas chimeneas

Negro humo cual tornado

Hasta oscurecer el Sol

 

Se pone todo a punto

Ya todo está marchando

Ya… que un verano más

Como hace muchos años

La campaña ha comenzado.

 

La remolacha en la puerta

en la explanada esperando

Siendo las ocho en punto

se abre la gran cancela

los vehículos van entrando.

 

Ya los silos están repletos

Grandes bombas…

Allí en el fondo

Con sonido de arietes

Las raíces succionando

Las raíces elevando

 

Un ruidoso elevador

Las torvas están llenando

Las raíces ya lavadas

Con afiladas cuchillas

A tiras la están cortando

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Como panzudos gorrinos

Grandes odres de acero

Por circular boca abierta

Las tiras las van tragando

la panza están llenando

.

Va saliendo jugo verde

Al que hay que aclararlo

Y… cual zurrapas de café

Verde pulpa sin azúcar

El agua se la ha robado.

 

El gas salido del horno

Más con la cal asociado

Lo extraño a atrapado

Sin nada de impurezas

El jugo clarificado

 

En unos grandes calderos

Cual inmensos avisperos

Todos de tubos repletos

Borbota sin remisión

El jugo clarificado

Saliendo ya concentrado.

 

Grandes odres entubados

su barriga van llenando

el jugo allí borbotando

el agua ha evaporando

En rubia masa ha quedado.

 

En perforado cubilete

De giros desorbitados

La rubia masa…

Se va depositando

Las circulas pared

La masa la va escalando.

 

En su forzada escalada

Cual diminutos diamantes

Se perfila limpio grano

Blanca azúcar a la vista

Se ha producido el milagro.

 Junio 2021

 --?? 

Con el olor a vapor

Se descomponía las caras

Que la contrapresión se sube

Que se ha parado una bomba

Que nos quedamos sin agua

Que se nos para la fábrica

Angustiado va corriendo

Que se nos va la frecuencia

Que hay que aliviar presión

Corriendo avisar a turbos

¡¡A la calle el vapor!!

 --??

 Sus ojos desencajaban

Temía se abriera la puerta

Con cara de pocos amigos

Por ella…furioso saliera

Y el del hueso de melocotón

El brix lo comprobara

O el PH analizara

 

Un día cualquiera de campaña

Una vieja y gris puerta

Las miradas en ella puestas

Se teme que ésta se abriera

Y el jefe omnipotente  

Con cara de pocos amigos

Por ella…apareciera

 Al llegar por la mañana

El libro de las mentiras

Su consulta lo irritaba.

 

Ya se abrió la dicha puerta

El temido y gran jefe

Ya ha hecho su presencia

El brix va y lo comprueba

Y…como de acuerdo no está

Con imperativa señal

Al evaporador llama

Con lenguaje embrollado

Las razones explicará

Y sin atender a razones

La bronca se ganará

.

Después del gran revolcón

Para desgracia de éste

Se topa con otro actor

Como responsable de azúcar

El libro de las mentiras

De ineficiencia le acusó

Y en la planta y al descubierto

Se gana el revolcón

Nuestro hombre se defiende

Tratando de justificar

De nada sirven argumentos

El turno se lo amargará.

 

Con el entrecejo fruncido

Y el carrillo abultado

Camina muy pensativo

Llega a la carbonatación,

Todos en sus puestos firmes

Que viene el jefe y señor

Manda analizar una muestra

El resultado está en regla

Por esta vez, y no siempre

Se libra del revolcón.

 

Ya ha pasado el peligro

¿Dónde se dirigirá?

En la difusión atentos

El encargado del gran bombo

No se atreve ni a mirar

Los gráficos los examina

Y, si encuentra algún fallo

De la bronca…

Nada ni nadie… lo librará.

 

La tormenta ya ha pasado

Por el corredor y aprisa

Va… con dirección a calderas

El gran gasto de vapor

Por la noche se acrecenta.

Ya… que del responsable

Ha recibido las quejas

Producto es todo ello

De usar la picaresca.

 

Sus ojos… todo lo observan

-El vapor desaprovechado

-La bomba que pierde jugo

-La espuma y la manguera

-El piso todo encharcado…

-Aquél que se escaquea

Nada a su vista escapa.

A corregir todo lo manda

Todo lo manda y ordena.

 

Ha llegado el secretario

Pregunta por el gran jefe

De instancias superiores

Hay una llamada pendiente

Por el rastro de perfume

Ha sido localizado

Regresando a su despacho

Ya que por encima de él

También hay otros jefes

Aunque en ésta nuestra fábrica

Es un virrey coronado.

 

A pesar de todo ello

Como padre comprensivo

Nunca rencor ha guardado

Y…hasta muchos de sus hijos

Por favores recibidos

Le estarán agradecidos.

Un día cualquiera de campaña

Una vieja y gris puerta

Las miradas en ella puestas

Se teme que ésta se abriera

Y el jefe omnipotente  

Con cara de pocos amigos

Por ella…apareciera

 Al llegar por la mañana

El libro de las mentiras

Su consulta lo irritaba.

 

Ya se abrió la dicha puerta

El temido y gran jefe

Ya ha hecho su presencia

El brix va y lo comprueba

Y…como de acuerdo no está

Con imperativa señal

Al evaporador llama

Con lenguaje embrollado

Las razones explicará

Y sin atender a razones

La bronca se ganará

.

Después del gran revolcón

Para desgracia de éste

Se topa con otro actor

Como responsable de azúcar

El libro de las mentiras

De ineficiencia le acusó

Y en la planta y al descubierto

Se gana el revolcón

Nuestro hombre se defiende

Tratando de justificar

De nada sirven argumentos

El turno se lo amargará.

 

Con el entrecejo fruncido

Y el carrillo abultado

Camina muy pensativo

Llega a la carbonatación,

Todos en sus puestos firmes

Que viene el jefe y señor

Manda analizar una muestra

El resultado está en regla

Por esta vez, y no siempre

Se libra del revolcón.

 

 

 

 

 

Ya ha pasado el peligro

¿Dónde se dirigirá?

En la difusión atentos

El encargado del gran bombo

No se atreve ni a mirar

Los gráficos los examina

Y, si encuentra algún fallo

De la bronca…

Nada ni nadie… lo librará.

 

La tormenta ya ha pasado

Por el corredor y aprisa

Va… con dirección a calderas

El gran gasto de vapor

Por la noche se acrecenta.

Ya… que del responsable

Ha recibido las quejas

Producto es todo ello

De usar la picaresca.

 

Sus ojos… todo lo observan

-El vapor desaprovechado

-La bomba que pierde jugo

-La espuma y la manguera

-El piso todo encharcado…

-Aquél que se escaquea

Nada a su vista escapa.

A corregir todo lo manda

Todo lo manda y ordena.

 

Ha llegado el secretario

Pregunta por el gran jefe

De instancias superiores

Hay una llamada pendiente

Por el rastro de perfume

Ha sido localizado

Regresando a su despacho

Ya que por encima de él

También hay otros jefes

Aunque en ésta nuestra fábrica

Es un virrey coronado.

 

A pesar de todo ello

Como padre comprensivo

Nunca rencor ha guardado

Y…hasta muchos de sus hijos

Por favores recibidos

Le estarán agradecidos.

 

La cola de la remolacha

En una paciente espera

formando fila inquieta

de… remolques y carretas

La ancha calle San José

Se encuentra toda repleta

 

Sin descanso noche y día

mecánicas bestias tractoras

hieren la sutiles auras

con humos de estertores

y un tableteo de tablas.

 

Uncidos al esclavo yugo

la cabeza siempre gacha

tristes bueyes de labranza

condenados de por vida

arrastran pesada carga.

 

Sobre cajas y ordenadas

por vil golpe de hocino

raíces decapitadas

Hurtaron al agro benefactor

fresca savia del verdor

y…con el concurso del Sol

atesoran en su interior

ambrosía de dulzor

 

 

 

 

Inversión de 7 millones de euros en La Rinconada

San José de la Rinconada (Sevilla), 10 de julio de 2002. Azucarera Ebro, empresa del Grupo Ebro Puleva líder en España en el sector del azúcar y en la producción de alcohol, ha invertido 7 millones de euros en la nueva destilería de San José de la Rinconada, en Sevilla. La nueva planta, considerada como la más moderna de las que la empresa dispone en España, tiene una capacidad de producción de 37 millones de litros de alcohol al año. La destilería está completamente automatizada, ha supuesto una mejora muy significativa en los rendimientos de producción (ha duplicado prácticamente su capacidad) y se ha desarrollado bajo criterios de respeto absoluto del Medio Ambiente.

El Consejero de Empleo y Desarrollo Tecnológico, D. José Antonio Viera, presidió la inauguración oficial de la nueva destilería. Acompañado por el alcalde de La Rinconada, D. Enrique Abad y por el Presidente de Ebro Puleva, D. José Manuel Fernández Norniella, el Consejero recorrió las instalaciones para conocer las mejoras tecnológicas acometidas.

Pionera en el concepto de desarrollo sostenible

La nueva destilería de La Rinconada está considerada como una planta pionera en el concepto de desarrollo sostenible. Los avances más representativos son:

· Automatización. Toda la planta se maneja de manera automática desde una Sala de Control: fermentación de melazas, destilación, rectificación de alcohol y concentración de vinazas.

· Reducción de residuos. Las vinazas concentradas son utilizadas para alimentación animal y fertilización de suelos.

· Reducción del consumo de agua. Al utilizarse los condensados de la concentración de vinaza para la refigeración de la propia planta.

· Aprovechamiento del vapor de la concentradora. Para la rectificación de alcohol, reduciendo con ello el consumo energético.

· Optimización energética y venta de excedentes a la red eléctrica, una vez esté terminada la planta de cogeneración eléctrica.

Destilería + cogeneración eléctrica, un proyecto muy ambicioso

La nueva destilería forma parte de un proceso de modernización tecnológica de Azucarera Ebro en La Rinconada, que incluye la construcción de una planta de cogeneración de energía de 16,5 MW de potencia, proyecto al que se destinarán cerca de 9 millones de euros. Está previsto que entre en funcionamiento a finales de 2002.

La planta de cogeneración utilizará combustible limpio (gas natural) para generar energía eléctrica y utilizar el vapor producido para valorizar un residuo con incidencia medioambiental como la vinaza, un subproducto que aparece en el proceso de fabricación de alcohol.

Breve historia de la destilería

La nueva destilería ha sido reconstruida en su totalidad sobre los terrenos de la antigua alcoholera. Sus orígenes datan de 1932, año que fue construida, con una capacidad de producción de 200 litros al día. Durante la primera campaña que entró en funcionamiento, se obtuvieron 435.000 litros de alcohol neutro, a partir del tratamiento de 1.600 toneladas de melaza.

En 1971 fue instalada una nueva alcoholera sistema Speichim para una producción de 65.000 litros al día, llegando a los 15,6 millones de litros de alcohol, tratando 62.000 toneladas de melaza. En el año 1987 se instaló una planta concentradora de vinazas capaz de tratar 4.500 kg./h, con el fin de adaptar la alcoholera a las exigencias medioambientales.

En diciembre de 2001 comenzó un gran reforma que introdujo los sistemas más avanzados en tecnología y seguimiento del proceso de producción bajo tres criterios: calidad, productividad y respeto al Medio Ambiente. Estos trabajos han dado como resultado la actual destilería.

La nueva destilería en cifras

 

   
Consumo de melaza tipo
357 Tm/día
Capacidad de producción de alcohol
110.000 lts/día
Duración prevista de la campaña
300 días
Capacidad de almacenamiento de alcohol
11.000 m3 en total
Capacidad de almacenamiento de melaza
41.000 Tm
Capacidad de almacenamiento de vinazas
22.000 Tm
 

 

Fuente: Ebro (https://www.ebrofoods.es/noticias/azucarera-ebro-invierte-7-millones-de-euros-en-la-nueva-destileria-de-alcohol-de-la-rinconada-02-07/) Consultado el 13 de febrero de 2024

Azucarera Ebro y Fenosa construirán una planta de tratamiento de residuos

25 de enero de 2001

La nueva central se instalará en San José de la Rinconada (Sevilla), junto a la alcoholera que tiene Azucarera Ebro en esta localidad.

La planta concentrará las vinazas producidas en la planta de alcohol, transformándolas en productos comerciales no contaminantes y generando energía eléctrica para autoconsumo y venta de excedentes a la red eléctrica.

100 millones de euros de inversión

La planta contará con 3 motores de cogeneración a gas natural con una potencia instalada de 16,5 MW. La inversión alcanzará cerca de 10 millones de euros.

Azucarera soluciona con esta instalación eventuales problemas medioambientales derivados de los subproductos de la fabricación de alcohol al tiempo que mejora la eficacia energética de sus instalaciones en La Rinconada.

Fuente: Ebro Foods (https://www.ebrofoods.es/noticias/azucarera-ebro-y-fenosa-construiran-una-planta-de-tratamiento-de-residuos-02-01/) Consultado 13-02-2024

 

Documento: "Trabajo Azucarera" (Miguel Valverde)

(Incluye la primera parte de Los Inicios)

Desamortizaciones. Cambio de la estructura propietaria de la tierra.

 

Para llegar a los orígenes y las causas que motivaron la estructura de la propiedad de las tierras de Andalucía, y en concreto de la provincia de Sevilla y su vega del Guadalquivir, hemos de retroceder en el tiempo hasta situarnos a finales  del siglo XVlll, cuando no se había iniciado la revolución industrial y aún perduraba el antiguo régimen. Por entonces la propiedad de la tierra se la  repartían tres estamentos bien definidos; la alta nobleza, dueña de grandes extensiones, mayorazgos y donadíos procedentes de repartimientos, exenta de impuestos y aliada con el poder. La iglesia, dueña asimismo de grandes propiedades, tanto rústicas como urbanas, siendo en su mayoría procedentes de diezmos, donaciones y testamentos. Y por último, las tierras comunales administradas por los ayuntamientos, tierras al servicio de la población, siendo éstas una ayuda en el subsistir del pueblo. Sin olvidar las tierras de realengo pertenecientes a la corona. Como vemos la sociedad se encontraba fuertemente polarizada, entre los menos, poseedores de grandes riquezas, y los muchos que no poseían nada, lo cual daba origen a revueltas campesinas en épocas de escasez provocadas por la hambruna.

El comienzo de la industrialización dio lugar al nacimiento de una nueva clase social dueña de los medios de producción; la burguesía. Como consecuencia en paralelo y antagónica a la burguesía, se produce el nacimiento de otra clase social; el proletariado, factor humano que hace funcionar los medios de producción.

En éste contexto en España da comienzo el siglo XlX. A poco de su comienzo se produce la invasión napoleónica, lo que da lugar a la Guerra de la Independencia. Con la familia real ausente, exiliada en Francia, entre los defensores de la invasión se da un hecho histórico: La promulgación de una  Constitución liberal en la sitiada ciudad de Cádiz. La “Pepa”, así llamada por el pueblo llano al haber sido promulgada el día de San José. Una vez expulsado el “gabacho” la familia real retorna a España, el rey Fernando Vll asume de nuevo al poder, los liberales le hacen jurar la Constitución que la acepta a la “trágala”. Arropados por la constitución vienen tres años de periodo liberal. Como consecuencia de las guerras y de la disminución de entrada de dinero por la paulatina pérdida de las colonias, en un país endeudado las ya depauperadas arcas estatales se encontraban vacías. Durante el trienio liberal con objeto de disminuir la deuda que asfixiaba al país, se recurre a la desamortización de bienes eclesiásticos. Después, una vez reinstaurado el absolutismo, tal desamortización fue declarada nula por Fernando Vll.

No es hasta la regencia de María cristina una vez fallecido el monarca, cuando se produce la llamada desamortización de Mendizábal. Bienes de la Iglesia y bienes comunales, agrupados en grandes lotes son puestos en subasta. De modo que solo podían acceder a su puja quien dispusiera de suficientes recursos; La alta nobleza y la ya instalada burguesía. Después, ya superada la mitad del siglo XlX vendría la desamortización de Pascual Madoz, con la que saldrían a subasta las últimas propiedades de la Iglesia y la totalidad de tierras comunales de los ayuntamientos. Todo este proceso se realizó de forma paulatina, y no fue hasta bien entrado el Siglo XX cuando se llegó a su fin.

 

Consecuencias del proceso desamortizador

La desamortización trajo consigo un cambio en la estructura en la propiedad de la tierra. En primer lugar la burguesía acrecentó su poder económico al acceder a grandes extensiones de tierra a bajo precio, mediante su adquisición en subasta. Industriales, comerciantes, financieros… burgueses no ligados a la tierra, así como fortunas amasadas en las colonias y retornadas a España, se hicieron con grandes latifundios. Ni que decir tiene que se produjeron movimientos especulativos al pasar de unas manos a otras en breve periodo de tiempo. Desmontado el bosque las tierras fueron roturadas para plantar olivos, otra parte fue dedicada al cultivo de cereal de secano, las menos productivas dejadas de monte y dehesa dedicadas a la ganadería donde pastaba el ganado cerril y alguna que otra dedicada a la ganadería brava.

Otro tanto ocurrió con la nobleza, sus propiedades no fueron desamortizadas ya que tenían grandes influencias con el poder, habiendo nobles que formaban parte de los órganos de decisión en el gobierno, cuando no, eran parte de él.

Como consecuencia, durante el siglo XlX se levantaron cortijos cerealistas y haciendas de olivar, dotadas de propio molino de grano y almazara, en ellas se encontraban las dependencias para trabajadores y ganado, más una parte noble dedicada a estancia del dueño, donde no faltaba la consabida capilla. Dichas construcciones configuraron el paisaje rural de Andalucía.

Otro tanto no ocurrió con la capa social menos favorecida. Al desamortizar las tierras comunales, campesinos sin tierra, y el pueblo llano en general fueron notablemente perjudicados al perder las tierras de las que se servían y les ayudaban a la subsistencia. De modo que la pobreza se hizo mas patente.

Otra consecuencia negativa fue la pérdida de patrimonio artístico; inmuebles en abandono, cuando no victimas de la piqueta, dispersión de obras de arte en manos de particulares y especuladores. Gracias al concordato de 1851 la Iglesia se vio compensada con la financiación estatal, la confesionalidad del estado y el control de la enseñanza. Pero, ya nada pudo suplir la parte del patrimonio artístico que se perdió para siempre.

También tuvo consecuencia negativa para el medio ambiente la perdida de masa forestal. Aunque en aquellos tiempos sobre ese tema existía un gran desconocimiento.

 Revueltas sociales originadas por el sistema de cultivo y la distribución de la propiedad de la tierra.

Desde los orígenes de la historia conocida debido a la meteorología y de forma cíclica, siempre se han venido alternando periodos de escasez con periodos de abundancia. Debido a los cultivos en su gran mayoría de secano, las cosechas se encontraban sometidas a las veleidades del clima, de modo que, durante los periodos de sequía las producciones llegaban a ser mínimas. Como consecuencia de la escasez de subsistencias su precio se disparaba llegando a estar fuera del alcance de la población menos favorecida, por lo que se llegaba a originar una situación de hambruna entre la mencionada población.

Debido a la imperiosa necesidad de alimentarse se llegaban a producir revueltas. Acuciada por el hambre, la población desnutrida se lanzaba al campo buscando que comer, llegando en ocasiones a asaltar depósitos de víveres privados y estatales. Los medios de comunicación de la época daban un tratamiento a éstas revueltas como de origen social, informaban de revueltas auspiciadas por organizaciones anarquistas por entonces existentes. De esta forma se justificaba la dura represión con la que eran tratadas, y de paso, eliminar a aquellos elementos que predicaban a favor de la gran masa de necesitados, y, por lo tanto, en contra de los intereses de los poderosos. Como podemos comprobar, el poder, siempre lo ha dominado todo.

 Nacimiento de la Comunidad de Regantes del Valle Inferior del Guadalquivir.

Recién entrado el siglo XX los periodos de sequía que de forma cíclica se venían produciendo durante el siglo XlX, tuvieron su prolongación recién estrenado el nuevo siglo, y fue el año 1905 especialmente catastrófico. Comenzó con unas fuertes heladas en el mes de enero, en febrero y en marzo nevó, cosa inusitada por éstas latitudes, a lo que siguió una severa sequía. Todas esas calamidades se cebaron en la provincia de Sevilla, de modo que, llegado el mes de mayo las cosechas de cereales se habían perdido en su totalidad, el pan, alimento básico de las gentes menos pudientes, alcanzó precios fuera del alcance de sus depauperadas economías, lo que dio lugar a una gran hambruna, la situación llego a tal extremo que desde Europa y América se recibió ayuda para adquirir alimentos. La actuación del cardenal de Sevilla, Marcelo Spínola, pidiendo donativos con la que socorrer tanta necesidad, tuvo gran repercusión en la prensa de la época. Ni que decir tiene que las clases pudientes no fueron afectadas.

Debido a este estado de cosas a un grupo de agricultores dueños de tierras susceptibles de su transformación en riego e infracultivadas, reunidos en asamblea acordaron emprender la tarea de traer agua del Guadalquivir mediante la construcción de un canal, a fin de poner en riego tierras de secano. Una loable empresa con el noble propósito de que esa situación de tanta necesidad no volviera a repetirse, y, claro está, de camino revalorizar sus propiedades.

El susodicho grupo estaba compuesto de 93 agricultores que sumaban 13.000 Ha, entre ellos familias de apellidos conocidos como Benjumea, Sanchez-Dalp, Marañón, Solís, Saenz de Tejada… entre las cuales aportaban una buena proporción de hectáreas.

Aprovechando la estancia de Alfonso Xlll en Sevilla, se dirigieron al alcázar, para exponerle la idea al monarca. Este les mostró su aprobación, y a partir de entonces iniciaron las gestiones para poner en marcha la obra. Se constituyeron en el llamado Sindicato de Auxilios, elaboraron el proyecto de las obras necesarias, y una vez aprobado, se nombró una Junta de Obras. La construcción del canal dio comienzo en 1909, en el proyecto se contemplaba poner en riego 95.000 Ha, con un plazo de ejecución de nueve años, para ello, aparte del canal principal sería necesaria la construcción de una presa. Ímproba tarea, ya que hasta 1921 no entraron en riego 193 Ha con la finalización del segundo tramo, inaugurado por Alfonso Xlll. No fue hasta 1926, con la terminación del tercer tramo cuando ya entran en riego una superficie susceptible de implantar cultivos de riego a mayor escala, y ya, en 1929, con la terminación del cuarto tramo se amplia notablemente la superficie en riego, y no es hasta mayo de 1930, con la colocación de la última piedra por Alfonso Xlll, cuando se da por concluida la obra.

El coste contemplado en el proyecto se multiplicó por tres, ya que aparte de prolongarse en el tiempo, en el dicho proyecto no se preveía la necesidad  de una carretera paralela al canal, la cual hubo que construir, así como unas escuelas para los hijos de los colonos, entre otros añadidos. Para no encarecer aún más el coste el trazado del canal fue construido en tierra. Los muros canalizadores se poblaron de chopos, para que con sus raíces fijaran la tierra.

Hasta finales de 1931 en el total de las obras se llevaban invertidos 34 millones de pesetas. Según lo convenido tal cantidad sería financiada a partes iguales entre el Estado y los dueños de las tierras beneficiadas. Del coste a soportar, por los agricultores un 10 por ciento sería aportado durante el periodo de ejecución de las obras, y pasados cinco años de su finalización comenzarían a pagar el 40 por ciento restante, teniendo un plazo de veinticinco años para su pago. Ni que decir tiene que la morosidad durante la ejecución de las obras fue notable. Así como los grandes propietarios se mostraban remisos en acondicionar sus tierras para su puesta en riego, labor que, en no contada ocasiones asumieron los colonos.  (1)

 

(1)  Declaraciones de Indalecio Prieto Ministro de Obras Públicas, sobre su viaje a Andalucía.    

        Heraldo de Madrid 26 de enero de 1932. página 9

Creación de la Cooperativa Agrícola e Industrial, BÉTICA. S. A. y de sus dos fábricas azucareras.

Una vez las tierras en riego ya se podía optar a la siembra de otros cultivos como maíz, algodón, remolacha. De entre ellos la remolacha era el que proporcionaba mayor rentabilidad, pero exigía disponer de una fábrica azucarera para su procesamiento y la obtención de azúcar y derivados. Sin pensarlo dos veces, los mismos promotores de la puesta en riego crean una cooperativa  y,  el 15 de diciembre de 1924, tal cooperativa se constituye en Sevilla ante notario, a la que se le da el nombre de Cooperativa Agrícola e Industrial BETICA. S. A. Una vez constituida se acuerda solicitar del Ministerio de Economía la concesión para instalar una fábrica azucarera en Los Rosales y se emiten acciones de 1000 pesetas. Se trataría de una fábrica dotada de destilería de alcohol y capaz de molturar 1000 Toneladas día, algo extraordinario para la época, teniendo en cuenta que las fábricas existentes por entonces enclavadas en la vega granadina y cañeras de la costa oriental de Andalucía, apenas llegaban a las 500 Tm.  Una vez obtenido el permiso para su emplazamiento se adquieren doce Ha junto a la estación de Los Rosales y comienza de inmediato su construcción, la maquinaria fue adquirida en Francia, a la Fives Lille. La fábrica, a la que ponen el nombre de San Fernando, se construye en un tiempo record para la época, ya que los riegos, y con ellos el cultivo de la remolacha comenzó en otoño de 1925, la fabrica comenzó su construcción al unísono del cultivo, finalizando su construcción a principios de 1926, la cosecha comenzaría a ser recolectada a la llegada del verano de ese mismo año, para entonces la fábrica ya se encontraba operativa. Como se trataba de un cultivo desconocido, así como también era desconocido el proceso de fabricación, la cooperativa incorporó a Emilio Martinez Cañavate, natural de Maracena al que nombran gerente por ser conocedor del cultivo y del proceso de fabricación. Martinez Cañavate, provenía de una adinerada familia dueña de mataderos y principal accionista de fábricas azucareras. Por entonces el cultivo de la remolacha era propio de la vega granadina, donde se encontraban varias fábricas. Para el establecimiento del cultivo, procedentes de la vega granadina llegaron familias conocedoras del mismo y también a trabajar en la fábrica. La mayor parte de las familias desplazadas llegaron del pueblo de Maracena. (Se supone que Emilio Martínez Cañavate tuvo que ver algo). Para tratar las melazas la fábrica hubo de dotarse de una alcoholera que comenzó a funcionar al año siguiente de la puesta en marcha de la fábrica.

La remolacha entregada por los agricultores accionistas gozaba de una prima de quince pesetas por tonelada, debido a lo cual las entregas de los accionistas fueron masivas, mientras que los agricultores no beneficiados apenas tuvieron ocasión de entregar en  la recién abierta Azucarera del Guadalquivir, (de la que mas adelanta se tratará detalladamente) próxima a  la estación de La Rinconada, sus entregas se redujeron notablemente en la azucarera de San Fernando. Durante los primeros años el negocio fue viento en popa, y para la campaña del año 1930 se proponen la contratación de 2700 hectáreas de riego y 500 de secano, lo que arrojaría una respetable cosecha para una fábrica con la capacidad de molienda diaria como la azucarera de San Fernando.

Motivados por los buenos resultados empresariales, en 1930 la cooperativa emite una serie de obligaciones con el fin de levantar otra fábrica azucarera de capacidad similar a la de San Fernando. Por la proximidad al ferrocarril y también al canal del Valle Inferior y además tratarse de la zona de cultivo, el lugar elegido fue junto a la estación ferroviaria de La Rinconada, barrio de incipiente población en crecimiento, donde la azucarera del Guadalquivir, antes mencionada, estaba próxima a realizar su primera campaña.

La construcción de ésta segunda azucarera se llevó a cabo durante la Segunda República. Periodo convulso, durante el cual se produjeron numerosas huelgas. Debido a ello, la construcción de ésta segunda fábrica de la cooperativa Bética a la que pusieron por nombre San Miguel, se vio afectada, lo que alargó su periodo de construcción, y no estuvo operativa hasta la primavera de 1933, año en que realizó su primera campaña. La azucarera de la competencia llamada del Guadalquivir, distante como un kilómetro había comenzado a moler dos años antes. La compra de la maquinaria a la francesa Fives-Lille fue realizada en pesetas, cuando el franco estaba desvalorizado frente a nuestra moneda. Ocurrió que hacia el final de la dictadura del general Primo de Ribera, el franco se fortaleció extraordinariamente frente a la peseta que se devaluó, lo que ocasiono un fuerte aumento de los costes, originando un desembolso tres veces superior al inicial. Esta adversa circunstancia, unida a la competencia de la azucarera del Guadalquivir y la falta de espíritu empresarial de los dueños de la Cooperativa Bética, en su mayoría terratenientes con extensas propiedades, llevó a la cooperativa a la bancarrota. Acuciada por las deudas, el 11 de diciembre de 1935, en junta general de accionistas, entre otros asuntos se les informa de la situación en la que se encontraba la cooperativa. El 26 de enero de 1936 sale publicada en la prensa la noticia de la venta por veinte millones de pesetas de las dos fábricas azucareras al grupo “Fierro”, fue el Banco Internacional de Industria y Comercio, perteneciente al citado grupo del que su principal dueño era el magnate del comercio, Industrias y finanzas, Ildefonso González Fierro, el que se hizo con los restos de la Cooperativa Agrícola e Industrial “BÉTICA”.

                           Nueva etapa con el Grupo Fierro

Una vez en poder del Grupo Fierro, Las dos instalaciones fabriles son escrituradas a nombre de “Azucarera de Sevilla S. A.”. Esta nueva sociedad solo se hace cargo de los compromisos contraídos con los obligacionistas, así como la amortización del capital llegado el momento, quedando el pasivo a cargo de los accionistas de la extinta cooperativa, a los que ocasionó un gran perjuicio económico.

Mediante una serie de reorganizaciones técnicas y administrativas se pretendio reducir gastos, sin que por ello pierdieran eficiencia las instalaciones, marcando como objetivo producir 11.000 toneladas de azúcar por campaña entre ambas fábricas. El comienzo de la primera campaña con el Grupo Fierro coincidió con el levantamiento que dio origen a la guerra civil, lo que ocasionó serios contratiempos al desarrollo de la actividad. Los objetivos de producción no pudieron verse cumplidos, por lo tanto el negocio no le debió de ir bien al Grupo Fierro. Después de varias campañas de baja producción y terminada ya la guerra, las dos fábricas son vendidas en 1940 a “EBRO” Compañía de Azúcares y Alcoholes, S. A. Grupo empresarial con implantación a nivel nacional dedicado al negocio del azúcar y sus derivados.

 

         Pertenencia a “EBRO” Compañía de Azúcares y Alcoholes.

La nueva sociedad mantiene el nombre de Azucarera de Sevilla, y ante la proximidad de la Azucarera del Guadalquivir, fábrica perteneciente a la empresa de la competencia, Sociedad  Azucarera Ibérica, unido al periodo de sequía por el que se atravesaba, causante de bajas cosechas, decide cerrar la azucarera de San Miguel en La Rinconada. La fábrica será desmontada y su maquinaría traslada a Toro, pueblo de la provincia de Zamora, donde se le dará un nuevo uso en la nueva fábrica que allí se levantaría. A Toro fue trasladado parte del personal. La fábrica azucarera de San Fernando situada en Los Rosales, se mantendría realizando su primera campaña con el grupo Ebro en 1941 aumentando la capacidad de molienda. Esta fábrica se mantuvo trabajando hasta 1986. Su cierre fue debido al proceso de reconversión de la industria azucarera motivado por la entrada de España en la Comunidad Económica Europea. Ya que había que hacer frente al azúcar de libre mercado procedente de la potente industria azucarera de países como Francia y Alemania.

Las desmanteladas instalaciones de la azucarera de San Miguel, así como el terreno que ocupaba pasó a manos del Estado, siendo adaptadas a una nueva actividad dedicada a la obtención de la fibra de cáñamo. Dando lugar al nacimiento de una nueva industria de titularidad publica: En 1942 nace el Servicio del Cáñamo.

 

                               SEGUNDA PARTE

               AZUCARERA DEL GUADALQUIVIR y SAN MIGUEL

           La Azucarera del Guadalquivir se instala en el “Barrio”

El cultivo de la remolacha, al contrario que en Europa que dio comienzos a principios del Siglo XlX, debido al bloqueo ejercido por la armada naval inglesa, lo que impedía las importaciones de azúcar de caña. En España no ha lugar hasta el final del dicho siglo, el comienzo del cultivo de la remolacha azucarera, como consecuencia de la pérdida de los restos de su imperio colonial; Cuba. Puerto Rico y Filipinas. Hasta entonces el azúcar llegaba procedente de dichas colonias, siendo Cuba la mayor proveedora. El azúcar de producción nacional se limitaba a la obtenida del cultivo de la caña en una reducida zona comprendida en la franja costera oriental de Andalucía, situada en las provincias de Málaga, Granada y algo de Almería debido al clima tropical de que gozan esas costas, apto para el cultivo de la caña, aunque ya, en 1882 habían entrado en funcionamiento el “ingenio” de San Juan, en la vega granadina, y el de Santa Isabel en Alcolea, provincia de Córdoba, dedicados a la producción de azúcar de remolacha, aunque su producción frente al azúcar de caña representaba un bajo porcentaje. La fábricas cañeras se situaban sobre todo en Málaga, donde la familia Larios llegó a monopolizar la industria del azúcar.

El cultivo de la remolacha comenzó a desarrollarse en la vega granadina en 1890, en los términos de Guadix, Granada y Baza, donde se instalaron varias fábricas de pequeña capacidad, en total fueron siete las fábricas, en su mayoría pertenecientes a particulares.

Junto con Granada, Aragón fue la región pionera en desarrollar el cultivo de la remolacha. Un 26 de septiembre de 1903, por unión de varios empresarios azucareros se crea la Sociedad General Azucarera de España, siendo por entonces la única compañía de ámbito estatal. Y, solo ocho años después, en 1911, se crean dos nuevas compañías; Ebro Compañía de Azúcares y Alcoholes S. A. y Compañía de Industrias Agrícolas S. A., esta última fundada por varios empresarios catalanes. Los primeros centros de producción junto con los de La General, se ubicaron en Aragón, coexistiendo en armonía, y a veces complementándose en los suministros de remolacha en casos de paralización por avería.

La creación de la nueva zona de cultivo en la vega del Guadalquivir y la zona cañera de la costa de Málaga, no había pasado desapercibida a los ojos de los dirigentes de estas empresas. Con el propósito de instalar dos fábricas azucareras, una en la zona de Málaga, y otra en el valle del Guadalquivir, se crea la “Sociedad Azucarera Ibérica”, resultado de la participación al cincuenta por ciento de Sociedad General Azucarera de España y Compañía de Industrias Agrícolas. Por su proximidad al ferrocarril, la suficiente dotación de agua, estar dentro de la zona de cultivo y no menos despreciable, ser suelo susceptible a la extracción de áridos para la construcción de la fábrica; el lugar elegido es próximo a la estación de La Rinconada, donde existía un incipiente barrio en franca expansión, que por entonces, año 1930, contaba con unos quinientos habitantes incluida la población dispersa asentada en cortijos y haciendas próximas a la estación. La otra fábrica, a la que ponen por nombre “Hispania” se instalaría en la costa malagueña.

               La construcción de la Azucarera del Guadalquivir

El comienzo de la construcción de la fábrica azucarera del valle inferior del Guadalquivir no se hace esperar; el 11 de marzo de 1930 aparece en el diario  ABC de Sevilla la noticia del comienzo “inminente” de la instalación de una fabrica azucarera - “Se pretende que la capacidad productiva de esta fábrica sea la mayor de España” -. Comentaba la noticia, y que la nueva fábrica se ubicaría en “terrenos próximos al inmediato pueblo de La Rinconada”. Como podemos comprobar de San José no se hace mención alguna. El núcleo poblacional que junto a la estación de ferrocarril se estaba formando era ignorado. También comentaba que la construcción de la fábrica comenzaría muy pronto. -“tal vez antes del fin del presente mes”-. En 1930, apenas constituida, la Sociedad Azucarera Ibérica, se efectúa la compra a la familia Benjumea de 22 hectáreas de la Hacienda Santa Cruz, donde llevaba incluida la propia hacienda. Y algo llamativo, el 2 de abril del mismo año, también en ABC de Sevilla, aparece el anuncio de - “venta de leña de olivo. Hacienda Santa Cruz” -. Lo que viene a corroborar que el terreno se encontraba poblado de olivos y que la construcción de la fábrica ya estaba en marcha. Con fecha 7 de junio del mismo año sale publicado en el mismo periódico el inicio de la contratación de remolacha por parte de la “Azucarera del Guadalquivir” (ya le habían puesto nombre). Siendo notorias las ventajas sobre la fábrica San Fernando en los Rosales perteneciente a la Cooperativa Bética, ya que el precio lo elevaba en cinco pesetas por tonelada, triplicaba los anticipos que se entregaba a los agricultores a cuenta de la cosecha, además, sin cobrar intereses (Por entonces la segunda fábrica de la “Bética”, azucarera de “San Miguel”, que también se instaló en el “Barrio”, aún no se había comenzado a construir), y establecía otras ventajas como semilla a menor costo y firme compromiso de mayor rapidez en los pagos. Como se puede comprobar la Sociedad Azucarera Ibérica irrumpió con fuerza ante la competencia atacando sus puntos débiles.

El haber comenzado la contratación con los agricultores estando la fábrica en el comienzo de su construcción, conllevaba la imperiosa obligatoriedad de tener las instalaciones a punto en el plazo de un año. Teniendo en cuenta las técnicas de construcción de la época, el reto a que se enfrentaban los responsables de llevar a cabo la construcción en un solo año era mayúsculo, aún más si cabe el tenerse que realizar casi la totalidad de los trabajos sin el empleo de maquinaria, ya que ésta solo existía para determinadas operaciones. Por lo tanto, fue necesario contratar una ingente mano de obra, (posiblemente andaría en torno al millar de obreros), como consecuencia el barrio de la estación de La Rinconada se convirtió en un foco de atracción de familias venidas de diversos puntos de Andalucía y de fuera de Andalucía en busca de trabajo. Aparte de las obras de construcción de la fábrica, la puesta en riego de la zona, con la introducción de nuevos cultivos que requerían mano de obra, también se vino a sumar al efecto llamada. Las familias inmigrantes, siendo en su mayoría de escasos medios económicos se instalaban donde se les permitía, generalmente en terrenos de propiedad comunal, habitando infraviviendas de autoconstrucción, otras familias optaban por el alquiler, siendo normal que, en una vivienda con varias habitaciones, vivieran varias familias ocupando cada familia una sola  habitación. El hacinamiento era algo muy normal en aquella época.

De las poblaciones de los alrededores llegaron gentes a trabajar. Primero en los cimientos, abiertos a pico y pala. Por un descendiente, sabemos de un trabajador en la construcción de la azucarera y después de su puesta en marcha en campaña, desde La Rinconada, José Payán Olivares, se desplazaba a diario junto a otros compañeros a trabajar en la apertura de los cimientos, así como José Peña Figueroa de Mairena del Alcor, comentaba que comenzó en el arranque de los olivos, y después fue trabajador de la azucarera hasta su jubilación. De Sevilla, del barrio de San Bernardo, se desplazaban a diario varios obreros, entre ellos José Alcauza, que luego fue jardinero de la hacienda, viviendo con su familia en la propia hacienda, donde llegaron a habitarla cinco familias más. La hacienda, como la mayoría de las levantadas en su época tenía una capilla y se cree que dispuso de almazara. Y de una parte noble. La dicha parte noble se encontraba separada de las otras viviendas y fue destinada a residencia de los directores.

Fueron muchos otros los que vinieron de poblaciones cercanas, y hasta de lugares tan apartados como Granada o Jaén. Usando la imaginación podemos contemplar, semejante a hormiguero en plena actividad, un maremágnum de gentes trabajando en la construcción de la fábrica.

Para relleno de cimientos y el levantamiento de muros y paredes de mampostería, fue necesario el disponer de gran cantidad de áridos, cosa que no representó problema alguno, ya que el subsuelo de la vega es rico en este material utilizado en construcción que fue extraído de una gravera que se excavó próxima a la fábrica. Los mayores recordarán una hondonada a espaldas de la calle Santa Cruz. En la actualidad ya rellena y desaparecida.                                       

Para controlar todo el proceso que conllevaba la construcción de la fábrica, no solo el de la construcción de la misma, sino en los talleres externos suministradores de herrajes y todos los componentes necesarios para su funcionamiento, como la maquinaria adquirida en el extranjero para que llegara en el tiempo concertado. Así que todo estuviera a punto en su momento y que todo estuviera disponible en su día. Todo esto requería una extraordinaria labor de organización, más teniendo en cuenta que las técnicas de construcción y montaje de hoy en día, aún no se encontraban desarrolladas, la soldadura eléctrica tan común en estos tiempos, por entonces se encontraba en sus inicios. El armazón metálico, como columnas, cerchas, depósitos, cajas de evaporación, tanques de mieles, tachas y los más diversos aparatos necesarios para el funcionamiento de una fábrica azucarera, en su ensamblaje se usaba la técnica del remachado. Quiere esto decir que, a igual que un inmenso mecano todos aquellos elementos que por su volumen no pudiesen llegar ensamblados, llegarían despiezados teniendo que ser montados al pie de obra, para ello su montaje se realizaba mediante remachado, lo que se hacía necesario el empleo del personal experto en tal técnica, especialmente en aquellos componentes que requerían estanqueidad por contener líquido o vapor sometido a presión  De ahí la cantidad de fraguas portátiles usadas para calentar al rojo los remaches. Pensemos en un tanque de melaza, por su volumen desde los talleres llegaría despiezado en grandes chapas ya taladradas y numeradas para su ensamblaje en el mismo lugar que hubieran de ocupar. Hemos de imaginar que la actividad sería frenética. Por otra parte estaba el transporte de todos los elementos que componen una fábrica. Para transportar cajas de evaporación, tachas, horno de cal, y mil piezas más, el medio existente era el ferrocarril. (De ahí que las fábricas azucareras estén próximas al ferrocarril) Contaban azucareros que trabajaron en el montaje de la fábrica, que todo llegaba por ferrocarril, la mercancía más pesada, mediante una grúa de la época era descargada en un muelle (El cual ha existido hasta hace unos años). Después, para llevarla a la fábrica instalaron una vía provisional que partía del muelle de descarga próximo a la estación, y, sobre vagonetas empujadas a mano, era llevada hasta la fábrica. Una vez instalados los ramales de vía que daban acceso a la red ferroviaria, eran el punto de entrada y salida de todo tipo de mercancía de la más diversa naturaleza. Para el trasiego de la dicha mercancía, como carbón de cook, piedra caliza, azúcar, vagones de remolacha en campaña etc. etc. las fábricas disponían de un tractor o pequeña locomotora a vapor que se desplazaba sobre el tendido de las vías.

Con todo el movimiento de material y la ingente cantidad de mano de obra empleada, los accidentes laborales debieron de estar al día, y más teniendo en cuenta la poco desarrollada legislación sobre seguridad en el trabajo. Aunque los accidentes serían elevados, apenas se tiene constancia documental de ellos, tampoco por transmisión oral, ya que los protagonistas que trabajaron en la construcción de la azucarera no se encuentran entre nosotros. Como ocurre hoy en día la prensa se mostraría remisa a dar este tipo de noticias, aún así se tiene constancia de la caída de un obrero desde unos siete metros de altura, resultando gravemente herido. El periódico ABC con fecha 30 de agosto de 1930 se ocupa de dar la noticia, la cual dice así: La Guardia Civil de La Rinconada, comunica al Gobernador Civil que, trabajando en la construcción de una fábrica de azúcar, en la Hacienda de Santa Cruz, el peón de albañil José Márquez Cruces, de cuarenta y siete años, al apoyarse en una bovedilla recién construida, se derrumbó ésta. Cayendo el obrero desde una altura de siete metros, y causándose varias heridas y contusiones, cuyo pronóstico se reservó el médico titular que le hizo la primera cura. El herido fue trasladado después a Sevilla, ingresando en el Hospital central.

De la tal noticia podemos deducir que, durante la construcción de la fábrica existía un servicio médico, en el cual se le realizó la primera cura, antes de ser trasladado al hospital.

Por otra parte y también en el diario ABC, encontramos la noticia sobre otro accidente. Esta vez se trataba del vuelco de una camioneta propiedad de la Sociedad Azucarera Ibérica. El vuelco se produjo en una curva situada en el kilómetro dos de la vía vecinal que conduce a la estación de ferrocarril. Relata con todo detalle; “frente a la casilla de la acequia 27 de la Junta de Riegos del Guadalquivir”. En la camioneta de matrícula de Sevilla 13.896 viajaban el chófer, Enrique Montes Alora, su ayudante, Antonio Martínez Seda, y como pasajeros Manuel Ocaña y un hijo de éste de ocho años de edad, llamado José. Menos el niño, que hubo de ser ingresado en el Hospital Central, las lesiones de los demás no revistieron gravedad. La camioneta transportaba dieciséis bidones de carburo y un baúl, y el vuelco se produjo al entrar en la curva y desplazarse la carga debido a la fuerza centrífuga.

Analizando tan completa noticia, sacamos varias conclusiones. Una de ellas es que, en 1931 ya existían las “casillas del canal”, otra es que la carretera que une La Rinconada con el Barrio, no ha variado su trazado, puesto que la cerrada curva donde se produjo el vuelco, hoy en día la conocemos como “curva del ahorcado”, y sigue siendo un punto negro por la de accidentes que ahí se han producido. También nos dice que, en ese tiempo el oficio de chófer estaba bien considerado, puesto que disponían de ayudante, y que en los vehículos de carga era normal que se desplazaran viajeros. Otra no menos significativa era la naturaleza de la carga; “Dieciséis bidones de carburo”. El carburo, combinado con agua se utilizaba para producir gas acetileno que, junto con el oxígeno producía una llama de alta temperatura y gran poder calorífico empleada en la soldadura a soplete y en oxicorte. Lo que nos viene a decir que la soldadura de arco eléctrico aún estaba en sus inicios. (En la azucarera en el taller de calderería había un compartimento anejo conocido como el “gasógeno”. Allí era donde se encontraba el aparato productor del gas).

     La azucarera del Guadalquivir realiza la primera campaña.

Para el mes de julio de de 1931, habían transcurrido dieciséis meses del comienzo de su construcción, las obras habían finalizado y la Azucarera del Guadalquivir se encontraba en disposición de realizar la primera campaña. Toda una gesta teniendo en cuenta las técnicas de la época, a lo que indudablemente contribuyó casi la total ausencia de la interrupción laboral debido a movimientos reivindicativos. Consultando la prensa, en el diario de Madrid “La Voz” con fecha 19 de diciembre de 1930, se da cuenta de los movimientos acaecidos como consecuencia de los sucesos de Jaca, Haciendo un repaso del seguimiento de la huelga convocada con motivo de dichos sucesos, en la provincia de Sevilla hacía referencia a la azucarera de La Rinconada, la noticia rezaba así: “según comunicado del Capitán General informa que los obreros de la azucarera de La Rinconada han reanudado el trabajo, dándose por finalizada la huelga”. Hay que tener en cuenta que por entonces aún se vivía una dictadura, la llamada “dictablanda” del General Berenguer (dictadura al fin y al cabo), donde seguían mandando los militares. De la tal noticia se desprende que, si han reanudado su trabajo, es porque debido a la huelga general convocada se paralizó la actividad por unos días. Aunque por las noticias recogidas en la prensa la huelga tuvo poco éxito. En esas fechas del año 1931, y también en el barrio de La Rinconada, ya había comenzado la construcción de la azucarera de San Miguel. Recordemos que ésta otra fábrica era de la Cooperativa Agrícola e Industrial Bética, formada por capital netamente andaluz, principalmente de los grandes terratenientes que crearon la Comunidad de Regantes del Valle Inferior del Guadalquivir. El comienzo de la construcción de ésta segunda fábrica vendría a sumarse al requerimiento de mano de obra. Doble foco de atracción a familias foráneas y con ello el aumento de la población del “Barrio”.

Y, así, en este contexto, y ya bajo el gobierno de la Segunda República, un cinco de julio de 1931, dio comienzo la primera campaña. El vehículo que inauguró la actividad, fue un carro que transportaba 1190 Kg., al cual se le aplicó un descuento estimado de 36 Kg. Ese mismo día entró otro carro más, se ve que ambos carros serían de un mismo agricultor y sirvieron para poner a punto el funcionamiento de las instalaciones. Al día siguiente, seis de julio, ya se recibió normalmente. Es  llamativo comprobar que casi toda la remolacha recibida en fábrica procedente de las cercanías fuera transportada en carros, ya que por entonces los tractores eran muy contados, y los pocos que había estaban en las grandes explotaciones. De ahí que a la zona próxima a la fábrica, se la llamara “Zona de Carros”, nomenclatura que ha persistido hasta nuestros días. Por otra parte, el grueso de las entregas llegaban a fábrica por ferrocarril, Lo que requería numerosos puntos de carga de vagones, en estos puntos la remolacha era pesada en básculas instaladas junto al ferrocarril, llamadas “básculas periféricas”, y una vez pesada y, aplicado el descuento, era trasvasada a los vagones. Por supuesto que todo ese movimiento realizado a mano requeriría una numerosa mano de obra, como también una gran labor de organización y administración. Más teniendo en cuenta la época con la carencia de medios de comunicación con la oficina de cultivos de fábrica.

Para el funcionamiento de la fábrica en campaña se precisó de cargos de cierta relevancia y personal especializado en los distintos departamentos del proceso de fabricación, como mandos intermedios y encargados de departamento. Para cubrir dichos puestos, la dirección de S.A.I. desplazado de Aragón trajo personal ya experto. Para los puestos considerados de mayor importancia, en terrenos de la misma fábrica se habían levantado una serie de viviendas. Las dichas viviendas estaban dotadas de servicio higiénico,(algo desconocido en la común de las viviendas) disponían de huerto, y aparte, las familias que las ocupaban tenían suministro de electricidad y agua gratis, además, calefacción de estufa de carbón para los meses de frío. Todo esto sumado a un empleo fijo, y, por lo tanto, un salario también fijo, entre las gentes del “Barrio” se las consideraba privilegiadas. 

De aquellas familias venidas de fuera al proceder la mayor parte de Aragón, el pueblo las bautizó con el nombre genérico de los “maños”. En un barrio por entonces compuesto en su gran mayoría de infraviviendas carentes de dotaciones sanitarias. Frente a la común población que lo habitaba, los “maños” representaron un estamento social privilegiado.

Por citar algunas de éstas familias que vinieron de fuera, tenemos las de Francisco Muñoz Lorente y Miguel Arroyo, ambos contramaestres. Pantaleón Menéndez, primer mecánico. Luís Nogueras Casabona, administrador. Familia Polo Campos, vigilantes y encargados procedentes de Teruel. Bautista Rivas, oficial calderero. Bienvenido Losilla, carpintero, y en campaña operador en la locomotora-tractor de vagones. Mario Alonso, guarnicionero. (oficio por entonces muy valorado en las fábricas azucareras, ya que el accionamiento de la maquinaria era a base de poleas y correas de transmisión). Francisco Grima, administrativo. Isidro Benedicto, encargado almacén de azúcar. José Sancho Martínez, encargado en departamento de turbinas. Samitier, oficial mecánico. Gregorio Villar, portería. Ernesto Romeo Castaña, delineante, venido de Barcelona… Con toda seguridad se han quedado bastantes en el tintero, ya que el obtener la información ha sido difícil al no encontrar documentación y escasa transmisión oral al haber desaparecido todas las personas que vivieron en aquel tiempo.

Dicha información ha sido facilitada gracias a la colaboración de José Alcauza Jiménez y Rafael Payán Nuñez, ambos azucareros. Como nota curiosa no quiero dejar pasar por alto a los dos  primeros directores: D. Octavio Fau Garravea, que fue director entre 1931 y 1936, es llamativo que desapareciera de escena coincidiendo con el comienzo de la Guerra Civil, siendo sustituido por D. Francisco Guitarte López, venido de Zaragoza. En abril de 1952, D. Francisco Guitarte falleció de forma repentina en la Hacienda Santa Cruz.

La hacienda de Santa Cruz, en su parte noble fue destinada a residencia del director, y en instalaciones que rodeaban el patio central, adaptadas a viviendas, llegaron a vivir cinco familias, entre ellas las del chófer del director y la del jardinero de la hacienda.

                  

                La azucarera de San Miguel. Esa gran desconocida

Como ya lo he comentado al tratar sobre la Cooperativa Bética, la azucarera de San Miguel, junto con la de San Fernando en Los Rosales, era una de las dos fábricas construidas por la dicha cooperativa. De ésta azucarera que se instaló en el “Barrio”, al mantener su actividad por un periodo breve de tiempo ya lejano, se tiene poca información.

Se sabe que su construcción comenzó el verano de 1931, por entonces la Azucarera del Guadalquivir se encontraba realizando su primera campaña. Según se podía percibir por sus desmanteladas naves, las características de su construcción diferían de la Azucarera del Guadalquivir. De ésta fábrica no se tienen noticias de que tuviera alcoholera, como tampoco en sus desmanteladas instalaciones hubiera indicios de haberla tenido. Se supone que por su cercanía las melazas producidas se procesarían en la destilería de la azucarera homologa de San Fernando en Los Rosales. Por la altura de la chimenea se adivina que las calderas no disponían de tiro forzado, sino que éste era natural. De la exactitud de su altura, según mis primeras informaciones, eran 66 metros (60 hasta el primer anillo y 6 entre éste, y el anillo que la corona). Después, ya en mayo de 2005, un tal Antonio Suárez, (el cual no he tenido el gusto de conocer) empleando el método de Tales de Mileto, tuvo la curiosidad de calcular su altura, arrojando la cifra de 67,83 metros. Así que entre una y otra altura no andaba muy descaminada la cosa. Se sabe que en su construcción trabajaron albañiles venidos de Maracena, entre ellos Emilio Jiménez López, padre del que, transcurridos los años fuera alcalde de La Rinconada, de ahí el nombre al espacio que rodea a la chimenea de “Plaza de Maracena”. Según noticias no documentadas, los planos se desarrollaron en el estudio del afamado arquitecto sevillano, José Galnares Sagastizábal. A la azucarera le sucedió el Servicio del Cáñamo y, adaptando las desmanteladas instalaciones a la nueva actividad, éstas fueron vueltas a utilizarse. Una vez desaparecido el Servicio del Cáñamo le sucedió un centro del Instituto Nacional de Investigaciones Agrícolas, más conocido por sus siglas  I N I A. Años después los terrenos que ocupaba este organismo, junto con las abandonadas instalaciones pasaron a propiedad municipal. En esos terrenos, promovido por el Ayuntamiento se desarrolló un polígono industrial que tomó el nombre del “Polígono Industrial El Cáñamo 1”. Para esta nueva concepción las característica de las instalaciones existentes no les eran útiles, por lo cual fueron demolidas. Como mudo testigo de que una vez, allí hubo una fábrica de azúcar, quedó la chimenea ya referida, prodigio de la arquitectura industrial de la década de los años treinta del siglo pasado, de modo que por el Ayuntamiento, recientemente ha sido restaurada, también quedó una columna de calderas que hoy podemos contemplar situada en una de las esquinas de lo que fue cine de varano. Sobre la chimenea existe una curiosa historia: Siendo ya Servicio del Cáñamo, y siendo principio de los años cuarenta del siglo XX, cuando en Europa se libraba la Segunda Guerra Mundial, en España estaba recién terminada la guerra y se padecían sus secuelas. Como se escaseaba de todo, para aprovechar el hierro de su armazón se pensó en derribarla, pero antes se quiso hacer el cálculo de cual sería la cantidad de hierro que se obtendría con su demolición. Para ello se abrió una escotadura en uno de los nervios, entonces calcularon que la cantidad de hierro obtenido no compensaría su derribo, y así, se pudo librar la chimenea de ser derribada. Años después, tuvo un segundo uso como chimenea de tiro de calderas del Servicio del Cáñamo, lo que hoy en día es el edificio de Radio Rinconada.

Puede que a esta azucarera el nombre de “San Miguel” le viniera dado por Miguel Sánchez-Dalp, y me baso en un artículo editado por el diario “El Sol” de fecha 11 de febrero de 1933,  donde el autor se deshace en alabanzas hacia el Conde de las Torres de Sánchez-Dalp. En el dicho artículo se hace público que entre otras donaciones de tierras que el Conde estaría dispuesto a ceder a la República, se hace referencia que la fábrica fue instalada en terrenos de su finca, los cuales donó gentilmente. Luego, la realidad fue otra bien distinta; su pretensión era vender las tierras a la República, y ni mucho menos a un bajo precio.

                 

                  Construcción de la Azucarera de San Miguel

Como ya he indicado su construcción da comienzo en el verano de 1931. No se tiene certeza de la superficie que ocupó de la llamada finca “Haza del Monte”, en la cual se instaló, y a juzgar por la cantidad de eucaliptos que poblaban el terreno que ocupó, posiblemente ese terreno fue disgregado del gran latifundio de “La Cartuja”, en ese tiempo propiedad de la familia Marañón, aunque todos los medios informativos daban como propietario a Miguel Sánchez-Dalp, cuando era su esposa la verdadera dueña. El periodo de construcción se prolongó durante dos años, ya que la primera campaña, como ya lo he indicado, no dio comienzo hasta el 9 de julio de 1933, fecha en la que también dio inicio la tercera campaña de la Azucarera del Guadalquivir. Para obtener la gran cantidad de áridos necesarios en su construcción, se recurrió a abrir una gravera en sitio idóneo y lo más cerca posible de las obras, se cree que los áridos fueron extraídos de una gravera que se encontraba abandonada en lo que hoy en día es el campo de futbol anejo al estadio “Fernando Martí”.

El periodo de construcción estuvo marcado por la gran cantidad de movimientos reivindicativos que retrasaron su puesta en marcha. A poco de haber dado comienzo las obras, el Gobernador Civil, José Bastos Ansart, recibe una comisión de trabajadores del ramo de la construcción para exponerle sus quejas por el despido de personal a pretexto de que dichas obras no pueden continuar por ahora, dándose la circunstancia que ese mismo día recibe otra comisión de la Azucarera del Guadalquivir, para quejarse que no todos los trabajadores han sido llamados al trabajo (era la primera campaña de dicha fábrica). Como así lo publicó el diario “El Sol” de fecha 26 de Julio de 1931. El mismo periódico con fecha 10 de junio de 1932, recoge unas declaraciones del Vicente Sol Sánchez, donde hace un repaso a su etapa como Gobernador Civil de Sevilla, en ellas relata de una huelga acaecida en la “Azucarera Bética” en el momento en que trabajaban 1600 obreros, pedían que se les anticipara un mes de sueldo antes del comienzo de la campaña. Mediante ésta declaración sabemos que durante la construcción llegaron a esa cifra de obreros, (pienso que se excedió, o que tal cantidad sería entre Los Rosales y Rinconada, ambas de la Bética.). Y algo bastante curioso, según relato de un espectador de aquel tiempo, por entonces niño, los trabajadores tenían su entrada y salida por la parte norte, es decir, por la parte que da hacia la finca “Palmarejo”. La contraria al “Barrio”.

No habiendo finalizado la construcción, un grupo de alumnos del Instituto Agrícola de Argelia, acompañados por dirigentes de la Cooperativa Bética, visitó la fábrica, siendo recibidos por el gerente Emilio Martínez, el administrador,  Manuel González y el primer mecánico, Jerónimo Barriga, y gracias a esta visita conocemos los nombres del administrador y el del primer mecánico. El del gerente se supone que fue Emilio Martínez Cañavate, del cual ya se tiene conocimiento al haber tratado sobre la Cooperativa Bética. También se sabe  que estuvo ejerciendo como químico D. Miguel Escrig Luanco, y que marchó  a Toro cuando la azucarera fue cerrada y trasladada a esa población por la última empresa propietaria, Ebro Cia de Azúcares y Alcoholes. En Toro D. Miguel Escrig llegó a ser director. Después ejercería como director de la Azucarera del Guadalquivir durante la larga etapa de 1952 a 1976. También se tiene conocimiento  que ejerció como químico D. Ricardo, un practicante que fue muy conocido en el  “Barrio”. y con toda certeza se sabe que, entre otros paisanos venidos de Maracena, trabajó en campaña, José Ávila Enamorado, y, como inspector de cultivos Segismundo Gutiérrez, que fue alcalde pedáneo en el “Barrio”. Recuerdo que siendo ya Servicio del Cáñamo, Gutiérrez mantenía una pequeña oficina donde acudían agricultores a contratar remolacha con la azucarera de Los Rosales. Después de la primera campaña vinieron otras hasta la de 1939, no teniendo constancia de que moliera en 1940. Así que durante esos años en un “Barrio” que contaría con unos mil habitantes, ejercieron su actividad simultáneamente dos azucareras, hasta que en 1941 San Miguel fue desmantelada y, como ya he expuesto trasladada a Toro

Por las vicisitudes que atravesó esta segunda azucarera que se instalo en el “Barrio”, ya quedaron expuestas al tratar sobre la “Cooperativa Bética”. Y, en cuanto a la conflictividad laboral durante su construcción y los años que estuvo operativa fue mucha y que trataré más adelante.                       

                        Breve descripción del proceso de fabricación

Para recuperar la memoria de cómo fueron aquellas primeras campañas en las décadas de los años treinta y cuarenta del siglo pasado, trataré de describir el proceso sometido a la materia prima; la remolacha, desde su entrada en fábrica, hasta ser transformada en azúcar y los distintos subproductos como alcohol, pulpa, y melaza, teniendo en cuenta la tecnología de la época, que, aunque en la actualidad se encuentra desfasada, en su tiempo se trataba de los más adelantado en la técnica utilizada por las azucareras  en el proceso de fabricación. Si bien, aunque hoy las fábricas son dirigidas automáticamente por ordenadores, donde el operario se encuentra en un recinto climatizado sin sufrir los rigores a que estaban sometidos los trabajadores de entonces, el proceso de fabricación no es otro, y continua siendo el mismo.

 

Unas maquinas de émbolo, transforman la presión del vapor en fuerza motriz haciendo girar una gran rueda que llevan fijadas una ancha correa transmite el giro a poleas,. Las dichas poleas van fijadas a ejes motrices que, mediante correas, accionan distintas máquinas, dichos ejes giran sobre cojinetes atornillados a ménsulas metálicas. Así que contemplaríamos un bosque de correas de transmisión, poleas y un enjambre de tuberías de diversos diámetros, algunas recubiertas de amianto, material aislante que les hace mantener la temperatura. Sorteando ese bosque, un operario porta un recipiente de grasa y bomba de engrase, va lubricando múltiples puntos de fricción. También contemplaremos depósitos llenos de jugo hirviente emanando vapor por sus bocas, veremos elevadores y arrastradores de dientes, emitiendo un cadente golpeteo metálico y ensordecedor, que castigan nuestros oídos. Contemplaremos depósitos verticales semejantes a grandes vocoyes; en su interior, jugo borbotando sometido a presión, que lo podremos observar a través de unas mirillas de grueso cristal. Son las cajas de evaporación. Si nos adentramos en el “cuarto de azúcar” nos encontraremos frente a otros depósitos verticales más panzudos, tienen una serie de mirillas verticales, en su interior sometido al vacío a una menor temperatura barbota el jarabe recibido de las cajas de evaporación, el jarabe se va concentrando hasta llegar al punto de sobresaturación, entonces mediante una “siembra” con polvo de azúcar se irán formando los cristales hasta convertirse en una masa pastosa de cristales de azúcar y mieles. Son las llamadas “tachas”. El operario de realizar todo el procedimiento de cocción es el llamado “cocedor”, y es una especialidad muy valorada en las azucareras.

En el piso inferior bajo las “tachas”, alineados en fila, observaremos cilíndricos depósitos en posición horizontal, en su interior, mediante lento giro, unas palas van macerando la masa descargada de las “tachas”. Son los llamados cristalizadores, en ellos los cristales de azúcar mediante la maceración y enfriamiento se le van agregando azúcar contenida en las mieles que lo rodean y van aumentando de tamaño. En la planta baja, bajo los cristalizadores nos encontraremos con las turbinas, en ellas la masa descargada de los cristalizadores cae sobre una canasta de laminas perforadas que al girar a elevadas revoluciones somete a la fuerza centrífuga a la masa, las mieles que cubren los cristales de azúcar se desprenden pasando a través de las perforaciones, quedando la blanca azúcar en la canasta. Unos operarios llamados turbineros provistos de palas de madera desprende el azúcar de la canasta. Después ésta azúcar al salir húmeda es necesario pasarla por un secadero con el fin que no se aterrone, una vez seca, ya se encuentra disponible para su envasado y comercialización. En síntesis este es el proceso, mediante el cual se obtiene el azúcar. 

Recorrido imaginario por una fábrica azucarera de comienzo de los años treinta del siglo pasado.

Haciendo un esfuerzo imaginativo, visitaremos una fábrica azucarera de los años treinta del siglo pasado, donde gran parte de su maquinaria era movida por el vapor producido en calderas, las cuales se abastecían de carbón y se encontraban separadas por un grueso muro del cuerpo principal de la fabrica:

En las vías de ferrocarril del recinto de fábrica hay filas de vagones, unos cargados de remolachas, otros vacíos. Arrastrándolos, la pequeña locomotora de la fábrica maniobraba incansablemente hasta estacionarlos en sus correspondientes vías, varios vagones cargados de remolacha los ha empujado hasta situarlos entre dos altas paredes. Un operario, armado de un mazo metálico, va abriendo compuertas, acto seguido, desde arriba, un potente chorro de agua movible manejado desde un pasillo, cae sobre la carga del vagón, las raíces flotando van saliendo por la compuerta abierta, son tragadas por un profundo canalizo que las conducirá hasta el punto donde serán elevadas a las tolvas de los molinos. De ésta forma es descargada la remolacha recibida por ferrocarril. Esa remolacha días antes había sido pesada en básculas periféricas y trasvasada a los vagones situados en apartaderos destinados a tal fin. El ferrocarril es el medio de transporte por excelencia, por ferrocarril se reciben el grueso de la remolacha.

Ahora, vayamos a centrarnos en la remolacha recibida directamente en fábrica. Ésta remolacha, cosechada en las proximidades de la fábrica en su mayor parte es transportada en carros.(de ahí tomó el nombre de “Zona de Carros”) Tras una paciente espera, los vehículos cargados entran en fábrica, lo primero, es pasar por la báscula, allí son pesados, al conductor o carrero se les entrega una copia del tikec, donde figura troquelado el peso bruto. Acto seguido se dirige a unos silos, allí unas cuadrillas de forzados braceros subidos sobre la carga portean las remolachas al interior del silo. Mediada la carga, el llamado “descontero”, especialista en descuentos, observa la remolacha y debido al estado que presenta, aplica el porcentaje de descuento que juzga conveniente. A fin de saber la remolacha que ha entregado, a la salida el vehículo vacío con la tierra desprendida, vuelve a pasar por báscula.

En los silos, unos obreros abren una compuerta. Por el hueco abierto la remolacha penetra en una alcantarilla por donde circula una caudalosa corriente de agua. Gracias a la doble forma inclinada del fondo del silo y, a unas largas pértigas, la remolacha es empujada para ser arrastrada por la corriente de agua que circula por el canalizo central hacia la alcantarilla, y así, hasta quedar el silo vacío.

Las raíces flotando sigue el curso de la corriente de agua que circula por la alcantarilla, en su recorrido con objeto de eliminar los cuerpos más pesados existe un ensanche donde la corriente pierde velocidad y las piedras o algún objeto metálico se decantarán en el fondo, donde un elevador va sacando los cuerpos decantados. Es el llamado pedrero. Después se encuentran con un mecanismo de unos dedos metálicos provistos de dientes de sierra pendiendo de una cadena sinfín. Los dedos metálicos se introducen entre las raíces, donde se va quedando atrapada, yerba, hojas, rabillos…la cadena sin fin, va desplazándose hasta ocupar una posición superior, donde los dedos son agitados desprendiéndose lo atrapado sobre una rampa inclinada que lo conduce al exterior. Es el llamado “yerbero”. La remolacha sigue su curso hasta llegar al lavadero, este consiste en una cuna semicircular de fondo perforado,  un eje provisto de palas agita la remolacha al tiempo que es sometida a una chorros de agua a presión. La remolacha, ya lavada y sin agua, llega a una noria que la sube para ser captada por un elevador de cangilones que la eleva haciéndolas caer en el interior de una gran tolva. En la parte inferior de la tolva se encuentran los molinos. Consisten en unos peines de cuchillas insertados en un plano anular que gira a gran velocidad. Las raíces son transformadas en tiras con forma de uve y de unos siete milímetros de anchura, a fin que la superficie de contacto con el agua hirviendo sea lo mayor posible. Éstas tiras en el argot azucarero reciben el nombre de “coseta”. En los molinos trabaja un equipo encargado de cambiar los peines de cuchillas cuando han perdido efectividad, también hay un especialista en afilarlas utilizando una máquina amoladora especial para ello. El estado de limpieza de la remolacha, así como su frescura y, sobretodo, la ausencia de piedras, es primordial para el buen funcionamiento de los molinos.

La coseta es depositada sobre una larga canal elevada sobre el piso inferior, es metálica y de fondo plano, una cadena provista de dedos rígidos, al deslizarse sobre la canal la va arrastrando. La dicha canal a intervalos dispone de unas compuertas que al ser abiertas cae la coseta, siendo dirigida por una rampa para hacerla caer dentro de un odre de acero, semejante a las grandes tinajas de una bodega. Una vez lleno, su boca es cerrada herméticamente por una tapadera, y, a igual que las cafeteras, se hace pasar una corriente de agua hirviendo a su través que va extrayendo los azúcares y no azúcares contenidos en la coseta. La coseta ya agotada es descargada al abrir la tapadera inferior. Este proceso de extraer el azúcar recibe el nombre de “difusión”, en éste caso, difusión discontinua de vasos independientes. Aquí podremos observar el trabajo realizado por el encargado de este departamento. Lo vemos yendo de aquí para allá, va abriendo y cerrando válvulas, destapando difusores para llenarlos de nuevo de coseta, cerrando difusores una vez llenos, el ayudante otro tanto, y de tiempo en tiempo con la escoba y una pala va recogiendo la coseta derramada sobre el piso de tablas. En la parte inferior, como en oscuro túnel, , otro operario es el encargado de ir abriendo la tapadera de los difusores para que la coseta agotada caiga en una canalización que la conducirá a un elevador.

Después de la difusión, nos encontramos con dos productos; por un lado, con el nombre de “pulpa”, la coseta  ya agotada, y por otro lado, el llamado “jugo verde”, conteniendo en disolución los azúcares y no azúcares extraídos de la coseta. La pulpa, mediante un elevador es llevada a unas prensas metálicas, donde sometida a presión pierde gran cantidad del agua contenida. Esa agua recibe el nombre de “agua de prensas”. Al contener un pequeño porcentaje de azúcar, y, una vez que haya pasado por unos calentadores, es reutilizada en la difusión. En cuanto a la pulpa después de haber rebajado notablemente su contenido en agua en las prensas, cae al interior de una canal provista de hélice, que la desplaza hasta un secadero rotatorio donde aprovechando el tiro de calderas que pasa a su través se logra el secado total. La pulpa ya seca, mediante una cinta es llevada a un almacén, donde es embasada en grandes sacos, o apilada a granel es almacenada dispuesta para su comercialización. Debido al polvo desprendido por la pulpa seca, el trabajo de envasado y apilado se realiza en una atmósfera saturada de polvo,  por lo que se hace necesaria protección respiratoria.

Del “jugo verde” salido de la difusión es necesario separar el azúcar de los no azúcares a fin de eliminar los no azúcares. Esto se consigue aplicando lechada de cal, por lo que todas las azucareras disponen de un horno, donde mediante cocción de la piedra caliza por incineración con carbón de Cook, se transforma en cal viva, con esta cal viva disuelta en agua, se obtiene la lechada de cal.

Para alimentar el horno, la proporción adecuada de piedra caliza y de carbón es cargada en una vagoneta, que es desplazada hasta el montacargas por una vía provisional, (de ahí el gran montón de piedra caliza y otro mas pequeño carbón que se suele ver junto al horno) la vagoneta es descargada en uno de los dos contenedores del montacargas, y, mediante un sencillo sistema basado en la utilización de agua, el contenedor con la aportación de caliza y carbón es elevado hasta la boca de alimentación del horno, el contenedor ya descargado se vuelve a llenar, pero esta vez de agua, para que con el peso baje, haciendo subir el otro contenedor lleno de caliza y carbón. Todas estas operaciones son realizadas a mano, tanto la carga de la vagoneta a pala, como desplazarla para descargarla en el elevador, y la descarga de este en la boca superior del horno. Arduas tareas a realizar por los trabajadores encargados de la alimentación del horno. Por supuesto que actualmente todo este trabajo es automatizado.

La cal viva junto con las cenizas de la combustión salen por el fondo del horno mediante un plato giratorio provisto de un brazo extractor, siendo depositada en un elevador de canjilones que la descarga en la boca de un cilindro giratorio de doble cuerpo, siendo el del interior de chapa perforada. Al aplicarle agua la cal viva se diluye formando lechada de cal que pasa a través de las perforaciones quedando retenida la piedra caliza que no ha llegado a cocerse totalmente, junto con restos de carbón que han quedado sin consumirse,  dando como resultado las granzas o incocidos. La lechada de cal impulsada por una bomba es enviada al cuerpo de fábrica.

El jugo verde, después de pasar por unos recalentadores a vapor, va a un depósito provisto de unas aspas rotatorias de agitación, en éste depósito se le aplica una pequeña cantidad de lechada de cal, lo que mediante una reacción  se produce la separación de los azúcares de los no azúcares. Para proceder a la separación de los no azúcares por filtración, es necesario aplicar un porcentaje mayor de lechada, ya que los no azúcares conforman una sustancia gomosa. La lechada se aplica en unas cubas abiertas provistas de aspas agitadoras. Para su separación como residuo de filtración, es necesario que la lechada de cal junto con los no azucares atrapados, pase de soluble a insoluble, y es aquí donde de nuevo entra en juego el horno de cal. Los gases de la combustión del horno  son aspirados por una bomba de pistón, he impulsados para pasar a través del jugo encalado. El Co2 del gas reacciona con la lechada de cal, formando carbonato cálcico insoluble, donde quedan retenidos los no azúcares. Este proceso se realiza en el interior de unos depósitos cerrados y recibe el nombre de “carbonatación”. Allí un operario les va aplicando el gas, hasta que mediante unas pruebas con fenolftaleina, se llega al Ph óptimo. Para eliminar las sustancias insolubles se procede a una primera filtración que consiste en hacer pasar el jugo encalado a través de unos discos de lona con el nombre de filtros “Sweetland”, donde queda retenido el carbonato cálcico junto con los no azúcares. Estos filtros constan de una parte fija donde van insertados los discos, y una móvil que se hace bascular dejando los discos al descubierto con la cal retenida entre ellos. Lo retenido es un producto de desecho siendo  eliminado con el agua a presión de mangueras, por lo que es necesario el trabajo de un equipo compuesto por el encargado del departamento y varios ayudantes. Las “espumas de cal” (que así recibe el nombre de lo eliminado) caen sobre una tolva y mediante una tubería son llevadas a unas balsas de decantación donde pierden el agua por evaporación.

Ala salida de los filtros “Sweetland” ya tenemos un jugo clarificado pero que aún conserva cierta turbidez, por lo que se hace necesaria una segunda carbonatación. Como en el proceso anterior el jugo a perdido temperatura, es impulsado por una bomba centrífuga para volver a pasar por unos recalentadores, y a continuación a una caja carbonatadota donde se le vuelve a someter a una corriente de gas carbónico que volverá insoluble la cal disuelta que contenga. Será una vez más filtrado donde quedarán retenidos los elementos no solubles, y ya, totalmente clarificado conteniendo sobre un 15% de azúcar en disolución, pasará a un depósito, y mediante una bomba de alta presión pasará a las cajas de evaporación.

La evaporación consiste en una serie de cajas cilíndricas conteniendo un cuerpo tubular aislado del resto de la caja. Por el interior de los tubos circula el jugo, mientras el exterior recibe vapor a alta temperatura, De esta forma, debido a la intensa evaporación a que el jugo es sometido, cuando ha pasado a través de varias cajas, ha reducido su contenido en agua y de contener un 15% de azúcar disuelta, a pasado a contener un 70%. El resultado es la obtención de un jugo viscoso llamado “jarabe”. Las cajas trabajan en efecto múltiple, quiere decir que el vapor producido en la primera es utilizado en la siguiente, y así hasta llegar a la final que es sometida a vacío. Solo la primera caja recibe el vapor directo de calderas. De la cajas de evaporación se abastecen de vapor otros elementos como calentadores y aparatos de cocción llamados “Tachas”, que será el próximo paso. Para disminuir la pérdida de calor, las cajas se encuentran forradas de material calorífugo. Lo que no evita que el departamento de evaporación sea uno de los puntos donde la temperatura es mayor. Un operario dando constantes paseos, es el encargado de vigilar a través de unas mirillas el nivel de jugo en cada caja. Así como regular el paso de una a otra  a fin de que mantengan el nivel óptimo. Por si el jarabe pueda contener alguna impureza captada en el proceso de evaporación, se le somete a un nuevo filtrado, no sin antes haber pasado por un calentador. El nuevo filtrado se realiza en filtros de platos giratorios teniendo como elemento filtrante pasta de celulosa, que se mantiene adherida por el propio paso del jarabe a su través. El estado de colmatación es indicado por la presión marcada en un manómetro, por lo que periódicamente se hace necesario renovar el elemento filtrante. Como en todo departamento aquí trabajan un encargado y ayudante. El próximo paso es la cristalización por sobresaturación del jarabe en unos aparatos llamados “Tachas”, pero estas operaciones entran ya en la parte de la fábrica llamada “cuarto de azúcar”, En toda fábrica azucarera hay una parte donde es extraída el azúcar contenida en la remolacha, aislada, depurada y concentrada. Es la parte que hemos visto hasta ahora. Luego, existe una segunda parte donde, a partir del jugo concentrado o “jarabe”, se dan los pasos hasta elaborar el azúcar, dispuesta para su comercialización. Es el llamado cuarto de azúcar.

Antes de pasar al cuarto de azúcar, quiero hacer referencia a una parte muy importante de la fábrica, y de la cual poco se tiene en cuenta al explicar el proceso de fabricación de una azucarera: Son las calderas, sin las calderas la fábrica no funcionaría, ya que es donde se produce el vapor que da lugar a la concentración de los jugos, que mueve las máquinas motrices, y que a través de los recanlentadores, mantiene el jugo y el agua de difusión, a una temperatura ideal. El funcionamiento es similar a la de las máquinas de vapor que solemos ver, solo que las calderas de una azucarera son de mayor producción de vapor. Como las locomotoras, las calderas se alimentan de carbón y de las aguas condensadas retornadas de la evaporación para producir el vapor. En cuanto a los operarios, al tener que trabajar con carbón termina por provocarle la enfermedad de pulmón que afecta a los mineros; la silicosis. Si nos paramos en este departamento, debido al polvo producido por el carbón y el sudor provocado por las altas temperaturas, veremos a los obreros que trabajan en calderas con la piel ennegrecida. Trabajando bajo estas condiciones de penosidad, hay quién ha llegado a enfermar, cuando aún no estaba reconocida como enfermedad profesional.

 El cuarto de azúcar: su funcionamiento

Es necesario aclarar que, las azucareras existen dos partes, una es la parte descrita, en la que a partir de la remolacha, mediante distintas operaciones se termina obteniendo un líquido viscoso con un contenido en azúcar de un 70%. Es la parte llamada de jugo, después se encuentra el sector donde, a partir del jarabe se termina obteniendo el azúcar lista para su comercialización. A esta parte se la conoce como “Cuarto de azúcar”. Ahora nos adentraremos en el “cuarto de azúcar”:

El jugo depurado, concentrado y filtrado, con el nombre de “jarabe”, salido de la evaporación, es filtrado y enviado a un depósito de donde se alimentan las “Tachas”. Para acceder al departamento de “Tachas” tendremos que subir a un piso superior. Una “Tacha” es una caja cilíndrica y cerrada, semejante a una caja de evaporación y como la caja de evaporación también se encuentra provista de miras para observar su interior, poseen un cuerpo tubular, cuyos tubos comparados con los de las cajas de evaporación son mas cortos y de mayor diámetro. Se abastecen del vapor producido en la evaporación, y, para que el punto de ebullición del jarabe sea lo más bajo posible, su interior se encuentra sometido al vacío. Su misión es concentrar el jarabe hasta un punto de sobresaturación, para de esta forma llegar a la formación de cristales, hasta conseguir una masa de azúcar y miel, esta masa sometida a la fuerza centrífuga hará que se desprenda la miel que recubren los cristales de azúcar, quedando el cristal de azúcar libre Ahora veamos como se realiza este proceso, pero primero veamos como se produce el vacío.

El vacío se consigue por una instantánea condensación de vapor en un espacio herméticamente cerrado, lo que lleva a producir un vacío Con la consiguiente atracción del vapor desprendido en el proceso de evaporación del agua del jarabe dentro de la tacha. Para que esta instantánea condensación se produzca es necesario que el vapor entre en contacto con una lluvia de agua fría. Para que el aire mediante la presión atmosférica no venga a ocupar la disminución de presión en el espacio provocado por la condensación, el agua pulverizada junto con el agua de condensación, cae sobre un tubo del diámetro adecuado, cuya columna de agua es superior a diez metros, y su parte final se encuentra sumergida en un depósito abierto, de modo que, la presión atmosférica sea contrarestada por la presión ejercida por el peso del agua. Esta columna de agua recibe el nombre de “Columna barométrica”. Por otro lado existe una conexión con una bomba de vacío de embolo aspirante impelente. De este modo se consigue que el vacío se produzca en el interior de la tacha, con lo cual el punto de ebullición del jarabe en su interior en dependencia con la intensidad del vacío se producirá a unos 70º C, con lo que se facilita la formación de cristales. Por otro lado la bomba de vacío aspira todos aquellos gases no condensables, como pueden ser los gases amoniacales que se producen por la descomposición de compuestos nitrogenados contenidos en el jugo de difusión, y, también, las eventuales entradas de aire, de modo que los tres factores más importantes en la consecución de un buen vacío son; la temperatura del agua pulverizada, la hermeticidad de toda la instalación y la eficacia de las bombas aspirantes. Con el mismo sistema, la evaporación, en su caja final, también se encuentra sometida a vacío y la consiguiente eliminación de los amoniacales que se forman en el proceso de evaporación. Menos las bombas que aspiran los incondensables, todos los demás elementos, ocupan el punto más alto de la fábrica y recibe el nombre de “Torre de filtros”. El origen del dicho nombre es un misterio a desvelar.

La formación de los cristales de azúcar, hasta llegar a la masa cocida

El operario encargado de que el proceso de cocción se realice adecuadamente recibe el nombre de “Cocedor”. Al requerir una larga experiencia para llegar a realizar adecuadamente todas las operaciones para conseguir una masa de consistencia, limpieza y tamaño del cristal adecuado, el cargo de cocedor está muy valorado. Tanto es así, que cada cocedor trata de guardar celosamente su secreto, y los hay que realizan las campañas del norte en otoño-invierno y en las del sur en verano.

Dentro de mis conocimientos, explicaré como se lleva a cabo este trabajo: Lo primero es “hacer el pie” a la tacha, que consiste en llenarla de una mezcla de jarabe y “refundido” por encima del cuerpo tubular de cuarenta a cincuenta centímetros, (dependiendo del grado brix del jarabe y “refundido”, Que más adelante lo explicaré). Al estar la tacha sometida a vacío, solo con abrir la válvula de alimentación el líquido fluirá desde el depósito a la tacha. Acto seguido por la acción del calor transmitido por el cuerpo tubular, comenzará a concentrarse, hasta llegar al punto de viscosidad adecuado para realizar la “Siembra”. Esta operación consiste en introducir en la tacha una mezcla en  cantidad adecuada de una papilla de azúcar pulverizada y alcohol que estimulará la formación de cristales. Y es aquí donde entra en juego la profesionalidad del cocedor; el realizar la “siembra” en el punto exacto de concentración del jarabe, ya, que si se encuentra poco concentrado, la papilla se diluiría y no se formarían los cristales, y si el punto de concentración está pasado, los cristales se formarían espontáneamente, y entonces llegarían a formarse una infinidad de diminutos cristales no deseables. Realizada la siembra, se van sacando muestras en un vidrio para ver como se están formando, al llegar al tamaño y la cantidad considerada justa, se le “rompe el punto”, que no es más que abrir completamente la válvula de alimentación a fin de disminuir la concentración y que solo queden la cantidad considerada óptima de cristales. Acto seguido se cierra la válvula y comienza el proceso de cocción, que no es más que ir recargando la tacha, con una pequeña entrada de jarabe, de forma que, manteniendo la concentración se vaya llenando al tiempo que se irán desarrollando los cristales. El llenado progresivo de la tacha se ira comprobando a través de las mirillas que esta dispone. Una vez llegado al nivel considerado máximo, se cierra la entrada de jarabe y, comenzará a formarse la masa, siempre procurando mantener ese máximo nivel. Para saber si la masa ha llegado al punto de concentración ideal, se van sacando muestras donde se comprueba su consistencia. Al llegar al punto adecuado se descarga el contenido de la tacha en el cristalizador, donde continuará el proceso de cristalización. Para ello habrá que cerrar el vacío, abrir la entrada de aire y a continuación abrir la válvula de descarga. Una vez descargada la tacha, a fin que no quede resto alguno de cristales, que estimularían la formación de grano en la próxima cocida, se procede a su limpieza con vapor.  El cocedor dispone de un ayudante que es el encargado de abrir y cerrar válvulas, llevar muestras al laboratorio etc. etc. Por supuesto que para llegar a poseer todos estos conocimientos se requiere de un aprendizaje. Por otra parte el departamento de tachas, al encontrarse en un piso más elevado, es un punto de la fábrica donde la temperatura es mayor, debido a la ascensión de aire caliente de los pisos inferiores.

Lo descrito se corresponde a las tachas de primeros productos donde se elabora el azúcar destinada a su comercialización, y se realiza un trabajo totalmente manual. Recordamos que nos encontramos en una azucarera de la década de los años 30-40 del pasado siglo. Luego están las tachas de segundos o bajos productos de donde se obtiene el refundido, que más adelante describiré.

 Centrifugado de la masa cocida, secado y almacenamiento del azúcar   

Los masa cocida es un producto compuesto por cristales de azúcar y miel con azúcar disuelta sin cristalizar. Durante su permanencia en el cristalizador (Que no es más que un depósito cilíndrico donde la masa es malaxada por unas palas rotatorias, provisto de una cámara y tubos de refrigeración por donde circula agua fría) los cristales, con la disminución de la temperatura y del continuo malaxado, van creciendo al írsele incorporando azúcar contenida en las mieles. Después de un tiempo en el cristalizador, los cristales habrán alcanzado el desarrollo adecuado, entonces, habrá que separar los cristales de las mieles. Esta operación se realiza por medio de la fuerza centrífuga en unos aparatos llamados turbinas, que se encuentran bajo los cristalizadores. Las turbinas o centrífugas, constan de una canasta circular de lámina perforada que va unida a un eje que la hace girar a elevadas revoluciones, estando situada en el interior de un depósito disponiendo éste de una abertura con salida hacia una canal. Para conseguir que el eje gire, su parte superior está provista de una serie de alabes con forma de cazoleta dentro de una carcasa circular cerrada herméticamente (una turbina hidráulica, de ahí el nombre). Al incidir una corriente de agua, lanzada a gran presión sobre los álabes, éstos comenzarán a girar y harán que el eje gire, y con él la canasta. Antes de abrir la válvula de caída de la masa proveniente del cristalizador, la canasta ha de girar a sus máximas revoluciones, para ello previamente se abre la entrada de agua a presión que hará girar la turbina y con ello la canasta, una vez alcanzadas las máximas revoluciones, se abre la caída de masa procurando que ésta sea gradual, La masa quedara unida a la lamina perforada por la acción de la fuerza centrífuga, e irá perdiendo las mieles hacía el depósito por las perforaciones, quedando retenidos los cristales, lo que será acusado por el color blanco que va adquiriendo la masa. Para una más completa separación de las mieles, durante el centrifugado se suele pulverizar agua caliente sobre la masa. Una vez conseguido eliminar las mieles se cierra el agua, con ello la centrifuga dejará de girar, y mediante varios cortes el azúcar aglomerada se dividirá en trozos que serán sacados y depositados en una carretilla para ser descargada en un elevador que la subirá hasta un molino que la reducirá a terrones irregulares, pasando a continuación a un secadero donde son sometidos a secado mediante una corriente de aire caliente. Ya seca, el azúcar pilé será depositada en una tolva en cuyo fondo existen una serie de piqueras para su envasado en sacos de 60 Kg. Los sacos de azúcar serán depositados en una cinta que los conducirá al almacén para ser apilados por una cuadrilla de obreros destinados a tal fin.

Todas las operaciones descritas son realizadas a mano. Siendo los llamados turbineros los que realizan el trabajo más duro, especialmente el de sacar los grandes trozos de azúcar aglomerada de la centrífuga y depositarlos en la carretilla. El trabajo de empujar la carretilla hasta el elevador suele ser realizado por adolescentes. Después están los que trabajan en el almacén de azúcar, llevando los sacos sobre sus espaldas para apilarlos. Todo agravado por la alta temperatura

Tachas intermedia y de bajos productos

Debido a la acción del centrifugado se obtenían dos productos, por un lado el azúcar para consumo, de lo que ya se ha hablado, y por otros las mieles separadas de la masa. Las mieles aún contienen un alto porcentaje de azúcar, la cual hay que recuperar mediante una segunda cocción en unas tachas llamadas “Tachas intermedias”. Las mieles procedentes del centrifugado son recogidas en una canal. Una bomba volumétrica de palas las eleva hasta un depósito situado a mayor altura en el piso superior de tachas. Para recuperar parte del azúcar contenida en las mieles, estás pasarán a unas tachas llamadas “tachas intermedias”, donde serán sometidas a una segunda cocción. El proceso es similar a las tachas de primeros productos, solo que el azúcar obtenido al centrifugarla, por ser de menor calidad y no apta para su comercialización es refundida. El centrifugado se realiza de forma similar al ya descrito, solo que el azúcar obtenida es desprendida de la canasta mediante una pala de madera, haciéndola caer sobre una canal dotada de un movimiento de vaivén que la hace avanzar hasta un depósito de fondo semicircular, donde jira un eje provisto de palas agitadoras. En éste depósito el azúcar es disuelta con agua procedente de la condensación de vapor en las cajas de evaporación. Este depósito recibe el nombre de “refundidora”, y el azúcar una vez disuelta en agua recibe el nombre de “Refundido”. El refundido mediante una bomba es subido a los filtros de jarabe, donde es filtrado y ligado al jarabe también filtrado, para su cocción en las tachas de primera ya descritas de donde se obtendrá el azúcar “pìlé”, acta  para el consumo.

A su vez, durante el proceso de centrifugado de la masa obtenida de las mieles cocidas, también se han obtenido mieles, aunque con menor porcentaje en azúcar. Asimismo estas mieles también mediante una bomba de las mismas características de las mieles intermedias, las sube al piso superior de tachas, para ser sometidas a un nuevo proceso de cocción. La cocción se realiza en unas tachas de “bajos productos” o de segunda, aunque similares a las de tachas de primera e intermedias, al trabajar con mieles de menor contenido en azúcar el proceso de cocción es mucho más lento, por lo que, además de tener que disponer de más unidades, también es necesario más tiempo para su cocción. La masa obtenida pasará a unos cristalizadores, éstos también en mayor número, donde los cristales de azúcar irán creciendo al incorporársele azúcar disuelta en la miel madre que los rodea. Al ser miel de menor pureza, el proceso de incorporación es mucho más lento, por lo que necesitara más tiempo dentro del cristalizador a fin de incorporar el máximo de azúcar disuelta a los cristales y agotar también al máximo las mieles. La masa también será centrifugada en las turbinas, para la separación de cristales y mieles. El azúcar obtenida al ser de menor pureza tiene un color rojizo y es denominada como “Azúcar rojo”, y asimismo es refundida, filtrado el refundido e incorporado al jarabe. El azúcar contenido en las mieles obtenidas de esta nueva centrifugación se encuentran en un bajo porcentaje, siendo conocidas con el nombre de “Melaza”. Si todo el proceso de agotamiento se ha efectuado correctamente la miel debe de tener una pureza inferior al 50%, y ya no procede una nueva cocción por no resultar económicamente rentable, siendo almacenadas en los tanques de melaza para ser trabajadas en la planta alcoholera, y de cuya azúcar se obtendrá el alcohol.

Y hasta aquí, aunque de forma sencilla, todo el proceso que conlleva la extracción del azúcar contenido en la remolacha, con los subproductos de pulpa y melazas para alcohol.

La alcoholera.

Para procesar el producto residual de melazas, las fábricas azucareras suelen  disponer de una planta alcoholera aneja. Donde las melazas al ser diluidas y sometidas a fermentación en cubas, el azúcar se transforma en alcohol, después mediante una destilación escalonada se obtiene el alcohol, producto de la fermentación.

 La Sociedad Azucarera Ibérica, solicitó autorización al Ministerio de Hacienda para el instalar en los terrenos de la azucarera una planta alcoholera, ya que tenía que dar salida a los tanques repletos de melaza. El 10 de junio de 1932 es publicada en “La Gaceta” la orden del Ministerio de Hacienda autorizando a la: “Sociedad Azucarera Ibérica S. A., para instalar en La Rinconada (Sevilla) una fábrica de alcohol desnaturalizado. Llama la atención que con los tanques de melaza llenos con la melaza producida en la campaña de 1931, se autorizara el comienzo de la “instalación de una fábrica de alcohol” en fecha próxima al inicio de la siguiente campaña de 1932, en la que se volvería a producir melaza sin tener donde almacenarla. Por lo tanto se da por hecho que la citada orden. más bien sería autorizando el inicio de la actividad, y que por supuesto la destilería ya se encontraba instalada y operativa, como así lo confirma la publicación de C.I.A. con motivo de el setenta y cinco aniversario de su fundación. Otra cosa que también llama la atención es la autorización para producir alcohol “desnaturalizado”. Siendo este un alcohol que sea de uso exclusivamente industrial y no de boca, por lo que se le aplican unos aditivos que lo convierten en tóxico,. No olvidemos que en los años treinta algunos gobiernos desataron una campaña contra el consumo de bebidas alcohólicas, especialmente en los Estados Unidos con La llamada “Ley Seca”. En España, el gobierno de la Segunda República también puso ciertas restricciones que no perduraron mucho, puesto que el alcohol producido, que todos hemos conocido, era de uso de boca.

Durante la posguerra con el país aislado en España se escaseaba de todo, en especial de gasolina, debido a su escasez se buscó en complementarla o sustituirla con otros combustibles. Como podría ser el alcohol. Para ello, en la alcoholera se montó una planta adicional. Esta planta estaba destinada a rectificar el alcohol producido, hasta llevarlo a un estado de pureza próximo al 100%. Con la apertura al exterior y la entrada de petróleo, la refinería cayó en desuso y la planta cesó en su actividad. Como testigo de una época permaneció abandonada hasta que la alcoholera fue desmontada para ser sustituida por una nueva de mayor producción, y con ella se desmontó la planta rectificadora en desuso.

La fermentación

Como ya he comentado la alcoholera consta de dos partes bien definidas. La  fermentación y la destilería En la fermentación mediante un proceso de fermentación anaerobia, el azúcar contenida en la melaza es transformada en alcohol y dióxido carbónico. Para que los microorganismos transformadores es necesario se desarrollen en el medio ideal, lo primero es diluir la melaza en agua hasta llevarla al grado de densidad requerido, después, aplicándole ácido sulfúrico, lograr el grado óptimo de acidez, a fin de crear el medio ideal que facilite el desarrollo de los microorganismos. Toda esta preparación se lleva a cabo en unas pequeñas cubas llamadas mezcladores, el mosto obtenido pasa a otra cuba donde en su parte inferior se inyecta una corriente de aire, y es donde se realiza la “siembra” con mosto inoculado, mosto que ha sido preparado en el laboratorio y que contiene cepas de levadura. Desde ésta cuba, llamada cuba madre, se van realizando aportaciones a las cubas de fermentación. En las cubas de fermentación, al tratarse de una fermentación anaerobia, y por lo tanto sin la presencia de oxígeno, no se les aplica aire, pero si nutrientes como el fósforo y nitrógeno. (No olvidemos que los microorganismos son seres vivos, y como tales necesitan alimentarse) La fermentación produce el desprendimiento de dióxido de carbono y una elevación de la temperatura, es por lo que las cubas necesitan ser refrigeradas, esto se lleva a cabo mediante un tubo perforado que en su parte superior la rodea esparciendo agua. Entre 40 y 50 horas dura la fermentación, tiempo en que el azúcar contenida en el mosto ha sido transformada en alcohol y dióxido de carbono, siendo el próximo paso las columnas de destilación. 

La destilería.

La destilería es donde se separa el alcohol del mosto fermentado que lo contiene. El principio de su funcionamiento es similar al de un alambique. Para ello consta de varias columnas destiladoras por acción de vapor, y condensadores de enfriamiento. La separación del alcohol del mosto se basa en la menor temperatura de evaporación del alcohol de los otros elementos que conforman el mosto. El mosto fermentado es elevado de temperatura por la acción del vapor en un cuerpo tubular del que dispone la columna de destilación en su parte baja. Como consecuencia del aumento de temperatura, el alcohol es el primer elemento en comenzar a evaporarse, el vapor de alcohol asciende a la parte superior de la columna junto a una pequeña cantidad de otros componentes. En un condensador es licuado y de nuevo pasa a una siguiente columna donde se repite el proceso. Con el paso por cada columna de destilación, el alcohol destilado va alcanzando un mayor grado de pureza. Tras haberse repetido el proceso varias veces, se alcanza el grado de pureza requerido que suele se de  97º. Entonces ya se procede a su almacenamiento en tanques. Por otra parte, de la última columna se extrae una pequeña cantidad de alcohol impuro, no apto para consumo de boca. Los residuos que se van generando en el fondo de las columnas, son las “Vinazas”, estando compuestas en su mayor parte por agua con elementos orgánicos contenidos en el mosto. Las vinazas son sumamente ácidas. En parte debido al ácido sulfúrico empleado para rebajar la acidez del mosto. La eliminación de las vinazas representó un problema por largo tiempo. En un principio, al no existir normas medioambientales, eran eliminadas directamente al arroyo, cuando ya se prohibió esta práctica, la fábrica adquirió unos terrenos donde depositarlas en balsas, de modo que, una vez desecas por evaporación natural, los residuos se retirarían sirviendo como fertilizante, pero existía el problema de contaminación de acuíferos por infiltración, para solucionar el problemas se recurrió a revestir las balsas con plástico, cosa que hizo surgir un segundo problema; el del mal olor debido a la descomposición de la materia orgánica, además de formarse cámaras de gas metano bajo el plástico, detectadas por las grandes burbujas ocasionadas por la presión del gas que lo empujaba hacia arriba. Se pretendió dar solución instalando chimeneas de evacuación, cosa que no dio resultados satisfactorios. La solución vino al instalar una concentradora de vinazas, donde la vinaza quedaba reducida a un líquido viscoso susceptible de ser ligado con el pienso animal con magníficos resultados.

La primitiva alcoholera tenía una capacidad de producción de 20.000 litros/día, y al igual que en la fábrica azucarera el trabajo era todo manual. A destacar la acidificación de la melaza diluida con el fin de crear el medio óptimo para el desarrollo de los microorganismos transformadores de azúcar en alcohol. Esta acidificación se conseguía adicionándole una determinada dosis de ácido sulfúrico a un depósito con melaza diluida en agua llamado mezclador, del que se alimentaba la cuba madre donde se reproducen los microorganismos (levaduras) que producen la fermentación.   

Pues bien, el trabajo de verter el ácido en el mezclador, se realizaba manualmente, valiéndose de un cubo revestido de plomo, que se llenaba en un depósito provisto de un grifo, y vertiéndolo en el mezclador. La acidez se controlaba mediante un aparato medidor de ph. Ni que decir tiene que, aparte de respirar los vapores desprendidos por el ácido al entrar en contacto con la melaza diluida, estaban las quemaduras con el propio ácido, no siendo una excepción.

Historia de la Azucarera del Guadalquivir en sus 78 años de actividad, y de la efímera vida de la Azucarera de San Miguel.

Durante los primeros años de la década de los treinta del pasado siglo, en España hubo un desabastecimiento de azúcar, lo que motivó el aumento del cultivo y a las empresas azucareras a levantar nuevas instalaciones fabriles, dándose y la petición por parte del ayuntamiento de Villaviciosa (Asturias) la reapertura de la fábrica instalada en aquella villa cerrada desde hacía unos años.Entre las nuevas fábricas nos encontramos la Azucarera del Guadalquivir y la de San Miguel.

Ésta es la breve historia de ambas azucareras instaladas en el Barrio de La Estación:

Desde el 5 de julio de 1931, hasta el 16 de agosto de 2008, fecha en la que en la Azucarera del Guadalquivir hizo su entrada el último vehículo, habían transcurrido setenta y siete años más treinta y dos días, y realizadas setenta  y ocho campañas. Durante tan dilatado periodo, los habitantes de aquel barrio que había comenzado a crecer con las azucareras, consideraban barrio y fábricas como algo unido indisolublemente, algo propio, y ni siquiera imaginar que llegaría el día que llegara un verano sin el percibir el característico olor a remolacha molida, ni sentir el ruido de la piedra y carbón al descargar la vagoneta alimentando el horno de cal, ni aquellas filas de vehículos esperando pacientemente para descargar, como tampoco contemplar los penachos de vapor en las tempranas mañanas. En definitiva; un verano sin campaña. Durante ese espacio de tiempo, la fábrica vivió años de prosperidad, como también de dificultad. La sirena de la fábrica, aquel sonido tan característico, llego a marcar las horas de incorporarse al trabajo, y de final de la jornada, sobretodo llegado el mediodía cuando la salida de la fábrica se teñía de azul, y les decía a las amas de casa que se apresuraran en poner la mesa. Ya todo solo es recuerdo. Un recuerdo que el paso del tiempo poco a poco lo va borrando, y para las nuevas generaciones representa un pasado que no lo han vivido, y por lo tanto, no ha existido. Para que este recuerdo no se lo lleve el olvido, trataré de forma breve el materializarlo en el papel, basándome en los testimonios y documentos que aún se pueden rescatar. También quiero rescatar del olvido aquella otra azucarera, que fue de vida efímera, llamada de San Miguel: 

Comenzaremos por la primera campaña, aquella que dio comienzo el 5 de julio de 1931. En esa fecha hacía solo dos meses de haberse proclamado la Segunda República la Azucarera del Guadalquivir recibía su primer vehículo, al tiempo que la Cooperativa Bética iniciaba la construcción de su segunda azucarera en la Barriada de La Rinconada, la azucarera la de San Miguel. Esta primera campaña, aunque se desarrolló con normalidad a pesar de la oleada de huelgas que se produjeron en Sevilla y su provincia, no estuvo exenta de protestas por parte del sindicato de trabajadores de las azucareras. A poco de comenzar una comisión de obreros visita al Gobernador Civil, por entonces José Bastos Ansart, para manifestarle que no todos habían sido admitidos al trabajo en la Azucarera del Guadalquivir. Teniendo en cuenta que la citada azucarera se encontraba en campaña, se presume que la dirección de la fábrica les habría hecho ver la posibilidad de que todos los que habían participado en su construcción serían contratados en campaña. (Hay que pensar que por entonces el número de empleados en campaña entre los tres turnos, rondaba los mil. Cifra equivalente a los empleados en su construcción). Por otra lado, y en el mismo día, una comisión de albañiles de la Azucarera de San Miguel, también visitan al Gobernador, le manifiestan su protesta por no haber sido admitidos cuando se disponían entrar al trabajo, con el pretexto que, “las obras no pueden continuar por ahora”. Ya el 15 de septiembre, la directiva del sindicato azucarero de La Rinconada se reúne con el Gobernador accidental para tratar sobre la huelga indefinida que tenían proyectada. El Gobernador logró que desistieran hasta que regresara el titular, de viaje a Madrid, entonces, se reanudarían las negociaciones para establecer unas bases de trabajo.

Estas noticias nos vienen a decir que los trabajadores de las azucareras se habían constituido en un sindicato, y que para tratar los conflictos originados entre trabajadores y empresa eran competencia del Gobernador Civil.

Sobre el tema de accidentes en el trabajo, con fecha 29 de agosto el diario ABC publica la noticia de un accidente producido el día anterior al de la publicación, originado por el vuelco de un carro, quedando atrapado el trabajador Pablo Camero, causándole magulladuras en la pierna derecha.

Por entonces la Azucarera del Guadalquivir era una de las fábricas más importantes de la provincia de Sevilla, siendo ejemplo de industria moderna, y, como tal, el 15 de octubre de 1931 recibe la visita de los alumnos de la facultad de ciencias de Sevilla con el decano al frente “Fueron recibidos por el personal técnico, D. Octavio Faus, director; D. Leoncio López, químico jefe; D. Fernando Fabiani y D. Rafael López del Arco, químicos, y D. Miguel Arroyo, contramaestre; también el doctor en medicina, D. Juan Muñoz Domínguez “. La noticia, que rezaba así, continua con la visita a las instalaciones de la azucarera encontrándose esta en campaña, deshaciéndose en elogios hacia la nueva industria, “A destacar el consumo de carbón de solo un cinco a un cinco y medio por ciento de la remolacha molturada”. (A tener en cuenta que las calderas, mediante el vapor hacían funcionar toda la fábrica). La noticia fue publicada en ABC el 28 de octubre de 1931. De ella se desprende la larga duración de las campañas, ya que era mediado de octubre y la fábrica aún continuaba moliendo. También de la importancia del laboratorio al citar a tres químicos siendo uno de ellos químico jefe. Continuando con el capítulo de visitas, el 28 de abril de 1932, tenemos la visita de D. Santiago Casares Quiroga, Ministro de Gobernación, siendo acompañado por D. Vicente Sol Sánchez, por entonces Gobernador Civil de Sevilla. De aquí la gran importancia que tuvo la fábrica en sus comienzos.

El año 1932 estuvo cargado de conflictos laborales, especialmente en la Azucarera de San Miguel, por entonces en construcción: Hacia finales de febrero se declara una huelga general en La Rinconada, el motivo es la contratación de forasteros en los trabajos de construcción de la azucarera de San Miguel. Según declaraciones de un huelguista, en las obras se encontraban empleados cuatrocientos trabajadores de la localidad, poco a poco fueron despedidos, hasta dejar solo a doce, que se declararon en huelga de brazos caídos, siendo desalojados por orden gubernativa. Por tal motivo se declara la huelga general. El día 25 de febrero se dio trabajo a ciento ochenta y posteriormente fueron despedidos, sin embargo los forasteros, en su gran mayoría “ingleses y franceses”, continuaron trabajando.  La huelga se vuelve a declarar, con los ánimos caldeados se producen “enfrentamientos entre comunistas y sindicalistas”. El día 1 de marzo, en el lugar llamado “Cuatro Vientos”, varios huelguistas esperan la llegada del jefe de obras de San Miguel,  Sr. Sabortai de nacionalidad francesa, lo abordan, le hacen bajar del auto, lo vuelcan y le prenden fuego. La noticia corre como la pólvora, es recogida por varios periódicos de la prensa de Madrid y el ABC de Sevilla. El pueblo le pide al Ayuntamiento que disponga la expulsión de los forasteros que les están quitando el trabajo, y que además, viven en chozas instaladas en terreno propiedad del Ayuntamiento. El alcalde, Antonio Conde Romero de Medina, convoca una reunión urgente, en la que se acuerda la expulsión de los forasteros a toda costa, ya que no habían atendido a varios requerimientos de desalojo, y si siguen sin atender la orden de desalojo, se adoptaría la radical medida de prender fuego a las chozas. Para ello piden la autorización del Gobernador Civil, por entonces Vicente Sol Sánchez, que les concede la autorización. En la mañana del 3 de marzo de 1932, se prenden fuego a varias chozas, y no se continua incendiándolas por negarse las familias a abandonarlas. Los “elementos” forasteros, se manifiestan en actitud levantisca, y ante el temor de serios enfrentamientos, para apaciguar los ánimos, se envía a la guardia civil. Queda por decir que por motivos de haber incendiado el auto del jefe de obras se produjeron veintidós detenciones entre los huelguistas.

Si analizamos la noticia salida en la prensa, quedan algunas preguntas en el aire. La primera de ellas es cuando se hace referencia al enfrentamiento entre comunistas y sindicalistas, siendo más explicito el diario “El Sol” de Madrid, donde informa que, comunistas y sindicalistas, se han “acometido a palos y pedradas”, sin aclarar el motivo que les llevó al enfrentamiento. Otra duda es cuando se hace referencia a la procedencia de los forasteros: En su mayoría “ingleses y franceses”. Lo que, a todas luces hace dudar de la veracidad de la nacionalidad de los “forasteros”… ¿No sería más cierto que los dichos “forasteros” fueran familias necesitadas, venidas de cualquier punto de la península?. Por manifestaciones de los que vivieron aquellos acontecimientos, afirmaban que el jefe de obras era de nacionalidad italiana y de nombre Zapeli, en cambio la prensa, informa que era de nacionalidad francesa y de nombre George Sabortai. Pudiera ser que ¿Zapeli fuera el mote de George Sabortai? ¿o que el auto estuviera a nombre de Sabortai y en el mismo viajara Zapeli?.  Cosa que nos deja en la duda. De cómo se resolvió aquel conflicto no se tienen noticias. Se presume que con la intervención del Gobernador Civil se pudo llegar a un acuerdo, ya que el diario “El Sol” comunica que, el 9 de marzo se reunieron con el Gobernador Civil representantes de los trabajadores de la “Bética” para tratar de resolver el conflicto.

Una vez resuelto el conflicto anterior, no habría de pasar mucho tiempo en plantearse uno nuevo en las obras de construcción de la azucarera de San Miguel. Llegado 21 de julio, los descargadores de carbón se declaran en huelga de brazos caídos. Como se negaran a abandonar la obra, el Gobernador Civil, por entonces Eduardo Valera Valverde, ordena a la autoridad local que proceda al desalojo. A continuación el día 7 del mes siguiente el ABC publica la noticia de otro conflicto en la “Bética”. “El gobernador civil manifestó ayer que en la fábrica que la Sociedad “Bética” construye en La Rinconada, entraron varios obreros pretendiendo trabajar a la fuerza y que, ante la negativa, se negaban a abandonar el local, declarándose en una como huelga de brazos caídos. Por lo que había dispuesto que saliera para dicho pueblo una sección de guardias de asalto con la orden de desalojar de la fábrica a los intrusos”. Es copia literal de la noticia, con el llamativo encabezado: “Una sección de guardias de asalto sale para La Rinconada”. Como podemos comprobar la prensa siempre a tratado de crear opinión en el público, en este caso una opinión de rechazo hacia los trabajadores, pues no se dice nada de los motivos que les llevaron a tomar esa actitud, que por supuesto los habría.

Mientras todo esto ocurría, en terrenos de la Azucarera del Guadalquivir se estaba construyendo la destilería de alcohol de la que ya se ha tratado. En la “Gaceta” (Boletín del Estado de la República) con fecha 11 de junio de 1932. por parte del Ministerio de Hacienda, sale publicada la autorización para la instalación de una destilería de alcohol desnaturalizado.

Vicente Sol Sánchez, ya como diputado, hace un recopilatorio de su paso por el gobierno civil de Sevilla. En sus declaraciones hizo balance de los conflictos surgidos durante su mandato como gobernador civil, haciendo  mención de los conflictos surgido con motivo de la recogida de aceituna, y, también algo llamativo, sobre la reivindicación en la azucarera “Bética”: “Luego se planteó otra huelga análoga en la azucarera “Bética” y en el momento de comenzar los trabajos allí, mil seiscientos obreros hicieron una petición verdaderamente exagerada, que consistía en que antes que comenzasen a recolectarse los frutos que habían de ser elaborados se les anticipase un mes de jornal, y hubo que transigir para que no se perdiera la cosecha, que importaba cientos de miles de pesetas”.

Se trata de la noticia que, aún siendo importante, es la única que se ha encontrado sobre este conflicto. De ajustarse a la realidad hay que considerar que azucarera “Bética” la componían dos fábricas, la de San Fernando en Los Rosales, y la de San Miguel en La Rinconada, y ésta última en la campaña de 1932 aún se encontraba en construcción. Debido al elevado número de trabajadores, la amenaza de huelga también se extendería a la Azucarera del Guadalquivir, aunque hay que considerar que la ausencia de noticias sería debido a la consecución por parte de los trabajadores de sus propósitos. Entonces la prensa, igual ayer que hoy, no le interesaría airearla para no crear precedentes.

De la segunda campaña año 1932 de la Azucarera del Guadalquivir no se tienen noticias, por lo que se supone que se desarrolló con normalidad. Y ya llegamos al año 1933. El catorce de abril la azucarera de San Miguel recibe la visita de los alumnos del Instituto Agrícola de Argelia, noticia ya comentada anteriormente. Y, donde se anuncia el comienzo de la primera campaña para el día 9 de julio en la dicha azucarera. En la misma fecha en la Azucarera del Guadalquivir da comienzo su tercera campaña. Así, que en un barrio, con una población censada de apenas mil trescientos habitantes, realizababan campaña dos fábricas azucareras al unísono. (De hecho la población debía de ser mayor, ya que habría un buen número de personas no censadas). Esa campaña no se vio libre de conflictos. El día 1 de agosto ABC publica la información dada por el Gobierno Civil del malestar existente en La Rinconada debido a la contratación de forasteros por parte de la Empresa Azucarera Ibérica S. A., refiriéndose a la Azucarera del Guadalquivir: ”…entre los “elementos” obreros de La Rinconada existía un hondo malestar, habiéndose presentado varias denuncias contra la Empresa Azucarera Ibérica S .A., por emplear personal forastero, habiendo parados en la localidad, pero que debido a unas gestiones conciliatorias entre las autoridades. La Empresa, y todos los “elementos” interesados en una solución satisfactoria, se había conseguido ésta mediante un acuerdo firme con la Empresa, quedando, por consiguiente, conjurado el conflicto que amenazaba.”. Una vez más, la contratación de forasteros vuelve a ser motivo de conflictos laborales, promovidos por los trabajadores de la localidad. También podemos comprobar como el A B C sin tapujo alguno trata de “elementos”, a los trabajadores. Aparte del referido conflicto resuelto felizmente no hay otras noticias dignas de resaltar, por lo que las campañas de molienda se desarrollarían con toda normalidad. La campaña siguiente de 1934 dio comienzo el 3 de julio para ambas fábricas. Se prevería una buena cosecha, de ahí la fecha tan temprana de apertura. Ocurrió que los agricultores se mostraron remisos a entregar durante los primeros días de molienda, por lo que la azucarera les advirtió de un cierre temporal, en caso de no intensificar sus entregas. Durante el año 1934, a pesar de la situación calamitosa por la que atravesaban los jornaleros de varios pueblos de la provincia de Sevilla, debido a la negativa de algunos terratenientes al laboreo forzoso impuesto por la República, entre esos pueblos se encontraba La Rinconada. Tanto es así que en el “Heraldo de Madrid” con fecha  29 de octubre de 1934, publica  lo siguiente: El gobernador civil, por entonces Manuel Asensi Maestre, envía personal técnico a Morón y a La Rinconada para comprobar in situ “si no se está efectuando la recolección de la cosecha como está ordenado en unas fincas del conde de La Maza y otra del conde de Las Torres de Sánchez-Dalp, está última en La Rinconada, y en caso de comprobarlo se procederá con energía” . Por supuesto que por la fecha se refería a la recolección de la aceituna.

Podemos comprobar como los grandes terratenientes, con el ánimo de crear paro y malestar entre la población, no les importaba perder la cosecha, solo con el propósito de perjudicar a la República. En La Rinconada, gracias al acuerdo entre empresa y trabajadores reinó la concordia en las azucareras.

Ya el año 1935 la campaña da comienzo en la Azucarera de San Miguel el 10 de julio, en mientras que en la Azucarera del Guadalquivir es el 15 del mismo mes. En esta fábrica se produjeron despidos, ya que según publicó ABC, con fecha 6 de agosto, entre las visitas recibidas por el gobernador civil, una fue la del “dirigente socialista Manuel Adame Misa, con una comisión de obreros, para hablarle de unos despidos hechos en la fábrica azucarera Ibérica”. De estos despidos no se tienen más noticias.

La Cooperativa Bética, en sus fábricas de Los Rosales y La Rinconada, a partir del día 10 de agosto establece el cupo de entrega, quedando establecido en cuatrocientos Kilos de remolacha por hectárea y día. Teniendo en cuenta que la producción de remolacha en aquel tiempo, estaba de media en 35 Toneladas por hectárea, haciendo un simple cálculo nos podemos hacer una idea de la duración de las campañas cercana a los noventa días finalizando a último de octubre. Para eludir en parte el grave problema que representaban las pudriciones de final de campaña, tanto para el agricultor como para la industria,  con el objeto de llegar al final en el mes de septiembre se fue procurando el adelantar el comienzo de la misma.

En ese tiempo, debido a la desvalorización de la peseta con respecto al franco la cooperativa “Betica”, se encontraba asfixiada económicamente. Por si eso fuera poco el 20 de julio sufrió un atraco a punta de pistola en su sede en Sevilla, los ladrones lograron llevarse dos mil pesetas que en esos momentos había en la caja fuerte.  La cooperativa había adquirido la maquinaria para sus dos fabricas a la empresa Fibes Lille francesa, realizando la operación en francos, cuando el franco se encontraba por los suelos y la peseta se encontraba revalorizada. Para la segunda fábrica realizó la misma operación, al perder valor la peseta frente al franco, la cooperativa tenía que desembolsar más del doble en pesetas de lo acordado en su día. Tanto fue así que el día 11 de diciembre de 1935, en la sede social San Isidoro 12, el consejo de administración, bajo la presidencia de Pablo Benjumea Medína,  convoca junta general extraordinaria de accionistas. El punto segundo trata lo siguiente: “Poner en conocimiento de los señores accionistas el actual estado económico de la sociedad”. En el punto siguiente: “Proposición que presenta en Consejo de Administración para resolver esta situación y que encuadra con las facultades de esta junta…” . La tal proposición no era otra que la venta de las dos fábricas al grupo “Fierro” y disolución de la cooperativa “Bética”. Cosa que ya estaría pactado de antemano, pues no tarda en saltar la noticia a la prensa, y con fecha 26 de enero de 1936, el diario “El Sol”, da a conocer la venta de las dos azucareras: “Con veinte millones de pesetas se constituyó la Azucarera de Sevilla, que sustituirá a la “Bética” en sus dos fábricas de La Rinconada y la de Los Rosales…”. Mas adelante comenta que el grupo “Fierro”, del que es propietario el magnate Ildefonso González Fierro, solo se hará cargo de los obligacionistas, quedando el resto del pasivo a liquidar por cuenta de los accionistas de la “Bética”. Y… hasta aquí… la aventura de una cooperativa netamente sevillana, Agrícola e Industrial “Betica”.

En una extensa crónica publicada en ABC el 7 de octubre de 1986 con el título, “Pavana para una azucarera difunta”, Joaquín Carlos López Lozano, el que fuera director del dicho periódico y gran conocedor de la cooperativa y de su declive, hace un recorrido por su historia, desde su fundación hasta su final, y comenta lo siguiente: “Bética S. A. pereció vendiéndose por diecisiete millones de pesetas, cuando uno de sus accionistas – cuyo nombre no viene al caso- no se atrevió a salvarla después de heredar un fortunón en libras esterlinas. No era ningún Benjumea, que conste.” . Es curioso que cifre la cantidad de venta en diecisiete millones y no veinte, como en su día publicó el diario “El Sol”. La desaparición de la cooperativa pone de manifiesto la falta de espíritu empresarial de la élite sevillana. Siendo sus principales fundadores grandes terratenientes, les era mucho más factible el vivir de las rentas que les proporcionaban sus posesiones rusticas y, además, les produciría menos quebraderos de cabeza. 

El año 1936 fue un año cargado de acontecimientos, más bien de nefastos acontecimientos. Desde principio del año la azucarera de San Miguel formaría parte de Azucarera de Sevilla S. A., propiedad del Banco Internacional de Industria y Comercio, que formaba parte del grupo “Fierro”. En el mes de febrero se produce un temporal de lluvia que hace desbordarse el Guadalquivir y sus afluentes, provocando grandes inundaciones que afectaron a la zona de cultivo de remolacha, por lo que la cosecha se vería reducida notablemente. El 18 de julio se produce el levantamiento armado contra la República que da origen al comienzo de la guerra civil. Este acontecimiento vino a trastocarlo todo. En La Rinconada se vivieron días de confusión, contaban los que vivieron aquellos acontecimientos que, algunas reconocidas personas de derechas, por breve periodo de tiempo, fueron encerradas en el torreón de la Hacienda de Santa Cruz, siendo liberadas ante la proximidad de la entrada de las tropas rebeldes. En total fueron treinta, (según Ramón Barragán Reina en su libro “La libertad conquistada”), En la charla radiofónica del general golpista Queipo de Llano publicadas en el A B C del día veintiséis de julio,  advierte de lo que les ocurrirá a los pueblos que opongan resistencia a la entrada de las tropas, entre ellos cita La Rinconada: “llegaremos si es preciso a verdaderos actos de crueldad”. Ante esta amenaza el brigada comandante de puesto de la guardia civil, conocido por D. Evaristo, envía un telegrama informando que en La Rinconada reina la normalidad, y la población está con los sublevados, ya en la charla de la noche Queipo lo da a conocer: “Hablando de cosas sociales empezaré por ésta comunicación que acabo de recibir a las tres de esta tarde en el día de hoy: El Comandante de puesto de La Rinconada a general de Segunda División. (Esto tiene alguna importancia, porque saben todos los sevillanos la actitud del pueblo de La Rinconada. Me parece que va a ser necesario el envío de una fuerte columna para reducirlos. En esta comunicación me dice dicho comandante de puesto de la Guardia Civil): En el día de hoy, personal ferroviario, Fábrica Azucarera, campesinos, y cuanto constituyen elementos trabajadores, han vuelto al trabajo al grito de, ¡¡Viva España!!. Las amenazas de Queipo no eran en vano, las personas retenidas fueron liberadas. Contaban que, para caso de resistencia, se había instalado una batería de cañones en la hacienda el Gordillo, propiedad de Ramón de Carranza Gómez, (personaje bien conocido por su vinculación con los rebeldes) lugar donde se dominaba el “Barrio”. Del telegrama del comandante de puesto podemos sacar la conclusión de lo vivido en los primeros días de haberse sublevado parte del ejército… personal ferroviario, Fabrica Azucarera, campesinos, y cuantos constituyen elementos trabajadores, han vuelto al trabajo… Por lo tanto la actividad laboral quedó suspendida en La Rinconada. Por manifestaciones de descendientes de trabajadores de la azucarera, entre éstos existía una gran confusión, ante el temor a las consecuencias se apresuraron a incorporarse al trabajo.  Como anécdota me contaron que hubo algunos que estaban dudosos en lo que hacer, si incorporarse al trabajo, o ante el temor a las atrocidades que se contaba estaban cometiendo, coger las de villadiego. Siendo aconsejados que se incorporaran al trabajo, estando próxima la hora de entrada tuvieron que volver casi corriendo. Dada la distancia a que estaba la fábrica, llegaron sonando la sirena.  Algunos de los más significados izquierdistas, sabiendo que estaban señalados y a lo que se exponían si se quedaban, antes de que la columna del ejército sublevado tomara La Rinconada se dieron a la fuga, hecho que se produjo el día 27 de julio, tal fue el caso del jefe de cultivos llamado Eugenio Montes, que fue sustituido por Luís Adiego Olmo por entonces administrativo en la oficina de cultivos. Otro caso que da que pensar fue el del director de entonces, D. Octavio Fau Garravea, que cesa como director siendo sustituido por D. Francisco Guitarte López, natural de Zaragoza. D. Octavio reaparece como director en la fábrica Agrícola del Pilar, después de haber finalizado la guerra.

En ambas fábricas la campaña comenzó ese año el 15 de agosto y a los dos días de haber comenzado, según el decreto 38, Compañía de Industrias Agrícolas es intervenida por el gobierno golpista. El tal decreto abarcaba a todos los centros fabriles de la compañía en la zona en poder de los sublevados, y como no, a la Azucarera del Guadalquivir, máxime cuando Sociedad Azucarera Ibérica, a la que pertenecía la Azucarera del Guadalquivir, era compartida por Compañía de Industrias Agrícolas y Sociedad General Azucarera, la primera catalana, con el consejo de dirección afincado en Barcelona y la segunda en Madrid, habiendo quedado las dos ciudades en zona republicana. El decreto es bastante curioso, como se puede adivinar decreto de un incipiente gobierno golpista de ordeno y mando, que proclamaba legal la ilegalidad: Decreto número 38. “En atención de las numerosas necesidades del momento, determinadas por el movimiento salvador de España, en aras del bien general de la Nación, y teniendo en cuenta fundamentalmente las características opuestas a tan gloriosa y noble finalidad que concurren en el Consejo de Administración de la “Sociedad Anónima Industrias Agrícolas”…En cuanto a las “características opuestas”. A los golpistas no les había pasado por alto la afinidad del consejo de administración con la Republica. La represión llegó hasta el hijo de presidente, que fue asesinado por ser diputado de Esquerra Republicana.  A continuación hace mención de todos los bienes decretados, no solo centros fabriles, fábricas pertenecientes a C. I. A. también se amplia la intervención a… “Edificios maquinaria y productos, así como créditos, cuentas corrientes, y cualquier otra clase de valores radicantes en las sucursales del Banco de España o Bancos particulares, y también en oficinas públicas y privadas, y del metálico existente en sus cajas”…Después se describe el procedimiento que se ha de llevar a cabo para la incautación, y…por si se quedara algún cabo suelto, en el punto cuarto…”Si apareciese en el territorio sometido a la jurisdicción de la Junta, algún otro inmueble perteneciente a esa Sociedad Anónima, se procederá sin la menor demora y en la propia forma a la incautación establecida”… y, claro está, aquí, también entraba la Azucarera del Guadalquivir. Ya, en el punto quinto y último…”La autoridad gubernamental cuidará que no se interrumpa la marcha de esas fábricas. Para cuya administración se dictarán las medidas pertinentes. Dado en Burgos a catorce de agosto de mil novecientos treinta y seis.- MIGUEL CAVANELLAS.”  Como se puede comprobar, todo quedó “atado y bien atado”.

Compañía de Industrias Agrícolas una vez acabada la guerra, en 1940 seria devuelta a sus titulares, aunque seguiría siendo controlada por el gobierno. La producción de azúcar continuó siendo intervenida

Con el nuevo régimen dictatorial desaparecieron las huelgas y también la libertad, y no era para menos, la huelga estaba castigada con el pelotón de fusilamiento. A partir de entonces ya todo cambió radicalmente, la vida había dejado de tener valor. El general golpista animaba a la población que, como buenos patriotas y españoles de bien, delataran a todos aquellos rojos camuflados enemigos de España, y entregaran donativos en especies y en metálico para el “Glorioso Ejercito Salvador”. La relación de donantes era publicada a diario en el A B C. En ellas aparecían crecidas donaciones procedentes de conocidos terratenientes e industriales que durante la República se resistían a labrar sus tierras, o a pagar a los obreros las bases establecidas por negociación. También se podían ver donaciones de pequeño valor monetario, procedentes de algunas personas que habían sido marcadamente de izquierdas, buscaban un salvoconducto que los protegiera de represalias, ya que su nombre aparecería publicado como donante del “ejercito de salvación”. Y es así cuando Queipo de Llano en su charla del once de agosto habla de haber recibido 500 pts de Azucarera de Sevilla, con destino a sufragar el coste de los aviones que estaban trasladando las tropas de África a la península, también el veinte de septiembre de 1936, hace referencia” a una donación de la azucarera: “Los de la azucarera de La Rinconada entregaron 1.447 pesetas para que yo las emplee en lo que crea más conveniente”. No sabemos si de la azucarera de San Miguel o Guadalquivir. En todo caso sería el producto de una colecta con el propósito de eludir sospechas. Ya, el veinte de octubre, por parte de Azucarera de Sevilla, un donativo de mayor cuantía; 10.000 pesetas. Se ve que al tratarse de una cifra redonda, este donativo vendría directamente de Ildelfonso Gonzáles Fierro, dueño del grupo “Fierro”, y dueño de Azucarera de Sevilla, y no producto de una colecta. (Se da el caso curioso que, al disponer de propiedades por todo el estado, también realiza donaciones en la zona leal a la República).  Hay otras donaciones , el 3 de diciembre de 1936, en una larga lista aparece a título individual Francisco Guitarte López con 150 pesetas, desde ese mismo año director de la Azucarera del Guadalquivir. El Ayuntamiento de La Rinconada contribuye con 100 pesetas y un día de haber de todos sus empleados. Aunque se estuvieran pasando grandes necesidades, nadie osaba oponerse. Hasta tal punto llegaba la humillación a que eran sometidas las personas de izquierdas. Se pedían donaciones de todo tipo; para el “Ejército de salvación”, para el “Aguinaldo del soldado”, se creó la “Ficha azul de Auxilio Social”. Y un invento copiado de la Alemania Nazi fue “El día del plato único”, que se mantuvo hasta años después de la guerra, al que le siguió el “Día sin postre”. Todo con un fin netamente recaudatorio.

Durante los años de la guerra y siguientes, existe poca documentación con la que se pueda fraguar la historia de las dos azucareras. En el año 1937, se anuncia el comienzo de campaña, un comienzo que lleva el sello del nuevo régimen. El anuncio es publicado en el A B C, por el “Jurado Mixto Remolachero Azucarero de Sevilla”. Como todo estamento, el jurado estaba formado por agricultores e industriales proclives al nuevo régimen y controlado por un militar. En el tal anuncio se informa del comienzo de Azucarera de Sevilla para el día 15 de julio, y en la misma fecha las básculas periféricas, que en total sumaban once, algunas tan alejadas como Chipiona o Puerto Real. Para el día 16 abriría Rinconada, que se abastecería de las mismas básculas, haciendo una excepción sobre los contratos con recepción en San Jerónimo, que entregarían directamente en Rinconada, por utilizar el apartadero para servicio del Ejército. Mas adelante hace una advertencia a los agricultores: “Serán castigados con las más severas sanciones los casos de incumplimiento de contrato, y principalmente, la entrega de remolacha a azucarera distinta a la contratada, a nombre distinto al que la contratara y cualquier causa que motive pérdida de fruto para las azucareras o fraude para no verificar el pago de los anticipos recibidos”. Después, el Jurado Mixto… “espera de la cooperación y cordura de todos, para no verse obligado a la aplicación de sanciones, dando principio a una era de seriedad que permita la creación de la NUEVA ESPAÑA, por la que todos debemos trabajar.  ¡¡ ARRIBA ESPAÑA !!   ¡¡ VIVA FRANCO !!”. Lo que no se explica es el tipo de sanciones, que por supuesto las habría, aunque éstas sanciones no serían de aplicación a la generalidad de los agricultores. Con éste anuncio queda dicho cómo sería la vida en la “nueva España” que acababa de comenzar impuesta por la fuerza de las armas.

El 24 de junio ya del año 1938, se publica en ABC los rendimientos  establecidos para cada tipo de trabajo agrícola por jornada. (Y, aunque la noticia no entre en la historia de las dos fábricas azucareras, no quiero dejarla escapar por su importancia.)  En cuanto al trabajo por jornada, en la recolección de la remolacha era el siguiente: “Arranque, pela y carga de remolacha. Por pareja de un hombre y una mujer, 2.500 kilos en regadío, y 1.500 kilos en secano”. Nos viene a decir que ya ni acuerdos ni nada, solo lo que estableciera la autoridad competente. También nos dice de la dureza del trabajo en el campo; el hombre, provisto de una piocha de doble pico, era el encargado de ir arrancando la remolacha, detrás, la mujer con una hoz corvilla iba descoronándolas, luego tendrían que cargar los 2.500 kilos en el carro que era la capacidad de carga que solían tener los carros. En ese año de 1938 Azucarera de Sevilla de acuerdo con el Jurado Mixto Remolachero-Azucarero anuncia el comienzo de campaña para el día 15 de Julio, y ya se encontraba operativa la báscula instalada en San Jerónimo, habiendo estado el año anterior reservado el apartadero para el ejército. El anuncio termina con la coletilla obligatoria de: “SEGUNDO AÑO TRIUNFAL”. De la Azucarera del Guadalquivir no se tienen noticias del comienzo de campaña, pero se supone que sería por la misma fecha.

El anuncio de apertura para la campaña de 1939 para Azucarera de Sevilla realizado por el Jurado Mixto Remolachero-Azucarero,  fija el comienzo para el día 1 de agosto en las diversas básculas periféricas. Después de haber citado todas las básculas, se realiza la siguiente información: “Los señores agricultores con remolacha en estaciones que no se citan, pueden facturar directamente a la consignación de dicha sociedad con destino a la RINCONADA.”. Lo que nos viene a decir que la azucarera de San Miguel realizó campaña ese año de 1939. Después, en el mismo anuncio, algo que pone de manifiesto la escasa cosecha de ese año: “Igualmente acordó éste Jurado, teniendo en cuenta la existencia de remolacha, que el cierre definitivo de las recepciones se verifique el 31 de agosto”. Por el mismo jurado se anuncia el comienzo de campaña en la Azucarera del Guadalquivir para el día 9 de agosto, y a igual que para Azucarera de Sevilla, fija el final de recepción para el día 31 de agosto, calculando solo veintiún días de campaña.

Hacia finales de la guerra las cárceles se encontraban sobresaturadas, a falta de espacio los militares recurrieron a centros improvisados de internamiento. Tal fue el caso del almacén de azúcar de la Azucarera del Guadalquivir, allí se estableció un campo de concentración que se estima estuvo operativo desde enero hasta finales de mayo de 1939, por él pasaron unos mil doscientos prisioneros. Se trataba de un campo de clasificación, lo que significa que el destino de los prisioneros dependía de lo estimado por la autoridad militar, se sabe que hubo prisioneros que pasaron a la cárcel de Sevilla, algunos, tras un juicio arbitrario, fueron pasados por las armas. Al mando del campo se encontraba un capitán.

Nos podemos imaginar la escasez de remolacha de ese año, y con la escasez de remolacha, la escasez de azúcar, cuando el país sufría un largo periodo de aislamiento comercial y político agravado por la posterior Segunda guerra Mundial, aparte, los años de sequía que vinieron después. Se carecía de todo, especialmente de subsistencias para alimentación, el azúcar se convirtió en un artículo de lujo, alcanzando altos precios en el mercado negro que surgió debido a la escasez. Las azucareras extremaron el control sobre los hurtos. A la salida se establecieron registros, los campañistas eran cacheados en presencia de la Guardia Civil, que incluso llegó a disponer de una habitación-cuartelillo junto a la portería. El acceso al cuarto de azúcar no les estaba permitido a todo aquel que no trabajara en alguno de sus departamentos, para su cumplimiento instalaron una cancela con un portero que controlaba el acceso. Aún así, la necesidad agudizó la picaresca, y había quien ideo formas de pasar el registro a la salida sin ser detectado. Entre otros, uno de los métodos era sacar la bicicleta con los tubos del cuadro lleno de azúcar que la introducían quitándole el sillín. Ante tal escasez la Sección Agronómica (Posiblemente de la Diputación) el 14 de enero de 1940, hace una advertencia a los agricultores remolacheros: “Se avisa a los señores agricultores la obligación de sembrar la remolacha contratada con las Azucareras, sin que por ningún motivo ni pretexto puedan reducir la superficie comprometida”. Al mismo tiempo se advierte: “los abonos recibidos de dichas Azucareras, especialmente el Sulfato de Amoniaco, no podrá ser utilizado en otras siembras que en el cultivo de remolacha para que ha sido entregado. Cualquier infracción será severamente sancionada”. Mediante esta advertencia se pone de manifiesto la falta de fertilizantes. Solo disponibles para aquellos cultivos a los que estuvieran destinados. También podemos comprobar el régimen de sanciones ante cualquier desvío de lo ordenado. Por su parte Azucarera de Sevilla, en el mes de diciembre mediante un comunicado con el encabezamiento: ¡¡Arriba España!!  ¡¡Viva FRANCO!! “Producir ha dicho Franco” anima a los agricultores a sembrar remolacha como buenos españoles, haciéndoles ver las ventajas que el cultivo tiene para el país, contribuyendo de esa forma a cumplir la “consigna dictada por el Caudillo”. El comunicado es un vivo ejemplo de sumisión a la “nueva España. A pesar de todos los esfuerzos por aumentar la producción de azúcar, a partir de 1936 se produjo una caída brusca de producción, motivado por las bajas cosechas a consecuencia de la guerra y de años encadenados de sequía. Con lo cual las campañas de molienda se vieron reducidas por falta de materia prima.

De 1940 no existen evidencias que la fábrica de San Miguel llegara a moler, ya que el grupo “Fierro”, se deshizo de Azucarera de Sevilla, vendiéndola a “Ebro Cía de Azúcares y Alcoholes”. La nueva compañía propietaria le siguió manteniendo el nombre y decide potenciar San Fernando en Los Rosales, e iniciar el desmantelamiento de San Miguel. La maquinaria sería trasladada a Toro para formar parte de una nueva azucarera que allí se montaría. Con este traslado, a partir de 1940 en el “Barrio de La Estación” solo operaría la Azucarera del Guadalquivir. Aprovechando las desmanteladas instalaciones de la Azucarera de San Miguel, no tardó en aparecer una nueva industria; el Servicio del Cáñamo, y, como consecuencia, en nuestros campos comenzó a teñirse de verde con el cultivo de cáñamo.

Previamente al comienzo de la campaña de 1941, Azucarera de Sevilla inserta un anuncio en el ABC dirigido a los transportista: “Se precisan camiones para el transporte de remolacha. Concederán cupo de gasolina” . Esto nos viene a decir que los carburantes estaban restringidos, y solo era concedido cupo para aquellos transportes considerados vitales. Por supuesto que el solicitar camiones para el transporte por parte de Azucarera de Sevilla era para abastecer a la azucarera de San Fernando en Los Rosales.

La escasez de combustible llegó hasta tal punto que, en la alcoholera de la Azucarera del Guadalquivir, se montó una planta anexa para conseguir un alcohol de gran pureza con destino a combustible de aviación.(Quizá preparándose para entrar en guerra a favor de Alemania)  Por el Jurado Mixto Remolachero Azucarero, el comienzo de campaña, tanto en todas las básculas periféricas como en fábrica, quedó fijado para el 4 de agosto de ese año de 1941. Durante gran parte de la década de los cuarenta, la azucarera asumió la distribución al agricultor de semillas y fertilizantes. La concesión tenía que ser aprobada por el Ministerio de Agricultura. En el caso del abonado con nitrato de Chile, no se autorizaría su entrega hasta haber sido comprobado por la azucarera que el cultivo se encontraba establecido, habiéndose realizado las labores de escarda y aclareo.

El 14 de julio de 1942, ante la proximidad del comienzo de campaña, la Comisaría Provincial de Abastecimientos y Transporte a través de una nota en el A B C, hace una advertencia a los agricultores: “Se recuerda la prohibición existente de hacer uso de la remolacha a otros fines, y la obligación ineludible que tiene todo agricultor con contrato establecido con fábricas azucareras de hacer entrega en las fábricas de la remolacha cultivada” A continuación se ordena a los alcaldes que controlen el cumplimiento de la obligación, ya que la advertencia parte del Gobernador Civil de la Provincia: “Igualmente recuerdo a los señores alcaldes y agentes a mis órdenes que, deberán impedir las transgresiones apuntadas. Dándose cuenta de ellas a fin de imponer las correspondientes sanciones en evitación de que se haga mal uso del fruto en perjuicio del erario público y de la próxima campaña azucarera”. Sevilla 14 de julio de 1942.  El Gobernador Civil jefe de los servicios.

Como podemos comprobar, en el “nuevo régimen” todo funcionaba a base de sanciones, a base de “palo y tente tieso”. Al hacer referencia al “perjuicio del erario público”, es debido a los impuestos que dejaría de recibir Hacienda como consecuencia a la menor cantidad de remolacha molturada. Como estímulo por parte de la azucarera a la siembra de remolacha, a los agricultores se les concedía una cantidad de azúcar en relación de la remolacha entregada. A pesar de todos los intentos por aumentar la producción, esta fue en declive hasta 1946, año en que se iniciaría una recuperación y no se alcanzarían los niveles de 1936 hasta mediado el quinquenio 1951-56.

De la década de los años cuarenta son pocas las noticias aparecidas en la prensa, aunque si se tienen testimonios orales de las personas que vivieron y trabajaron en aquel tiempo en la azucarera. Contaban que, los salarios fijados a los trabajadores llegaron a ser más que insuficientes, como consecuencia hubo quien dejó la fábrica para ir a trabajar otro sitio. Incluso llegó a haber despidos de personal fijo, por lo que Sociedad Azucarera Ibérica no andaría muy boyante. La escasez de materiales llegó ser tal, que, en los trabajos de reparación se hacía necesario recurrir a la chatarra. Para compensar el escaso salario había quien después de la jornada realizaba trabajos agrícolas. Para hacernos una idea de los altos precios del azúcar en relación con el salario medio tenemos que con fecha 30 de Diciembre de 1942, el Boletín Oficial del Estado, por una orden de la Presidencia, fija el precio del azúcar, así como los derivados de la remolacha procedentes de la campaña 1943-44 que estaba por comenzar: “Azúcar terciada, 245 pesetas los 100 kilogramos; azúcar blanquilla, 250 pesetas ídem; azúcar pilé, 265 pesetas ídem…” Y algo curioso; para las azucareras de la zona sur, el precio se eleva en 20 pesetas los 100 kilogramos. Esto nos viene a decir que el coste de producción del azúcar en la Zona Sur se consideraba mas costoso, en parte debido a las pudriciones durante las campañas de molienda en pleno verano. Por otra parte, si contemplamos el salario medio de un obrero durante esos años que rondaba las 12 pesetas diarias, tenemos de lo elevado del azúcar en relación al salario medio. Por la misma orden se establecía “libertad de contratación de la remolacha, fijándose el precio de común acuerdo entre el agricultor y la industria”… Algo que también llama la atención es la libertad de contratación y la fijación del precio de común acuerdo entre agricultor y fábrica.

La libertad de contratación trajo consigo la repetición del remolacha en las mismas parcelas, lo que a la postre causó un efecto negativo sobre la producción al irse esquilmando la tierra. Debido a lo cual se llegó a la regularización de los diferentes cultivos. A partir de entonces el agricultor se vería obligado a sembrar aquello que las autoridades agrícolas consideraran indispensables. El interés general por encima del particular, como así lo exigía la economía de autarquía que pregonaba el régimen.

Como consecuencia de las bajas producciones, debido a la sequía, carencia de fertilizantes, mala calidad de las semillas de producción nacional, las cosechas fueron muy reducidas, lo que se tradujo en cortas campañas de molienda, y así tenemos que Azucarera de Sevilla, anuncia el final de campaña para el 27 de agosto de 1942. Teniendo en cuenta que ese año la campaña comenzó en la última decena de julio, nos podemos hacer una idea de la escasez de remolacha.

De los años siguientes a 1942 se tiene poca información documentada, debido al aislamiento de  España, agravado por la conflagración que azotaba Europa, Y no fue hasta la campaña de 1946 cuando se inicia una recuperación del cultivo, a lo que contribuyó la finalización de la sequía y una tímida apertura del comercio con el exterior solo se disponen de los testimonios orales de los que fueron sus protagonistas. Y fue en ese año cuando Sociedad Azucarera Ibérica entra en pleno dominio de la Azucarera del Guadalquivir. Mientras que la azucarera Hispania de Málaga pasa a ser en exclusiva de General Azucarera.

Contaban que la falta de seguridad en el trabajo era absoluta, los accidentes laborales eran muy frecuentes, algunos con resultado de muerte, entre ellos hubo uno que no quiero dejar de exponer por de su crudeza: Un adolescente de los que por entonces trabajaban en campaña, al saltar sobre una canal de pulpa de alimentación a los secaderos, resbalo, y fue a caer dentro de la canal. La pulpa era desplazada por el sinfín que lo engulló, desmembró el cuerpo y lo introdujo junto  con la pulpa en el secadero. Al ser requerido, y no aparecer por sitio alguno, se sospechó lo peor. Entonces vieron como a la salida del secadero, envueltos con la polpa, aparecían restos del cuerpo. De inmediato pararon la alimentación del secadero, y no pudieron hacer otra cosa que recoger los restos que iban saliendo. El suceso ocurrió en la campaña de 1947, siendo el turno de la tarde. Tragedia fácilmente evitada, dotando a la canal de una cubierta protectora. Por aquel tiempo, este tipo de sucesos se silenciaban. En la “nueva España”, estas cosas no ocurrían. La noticia me fue relatada por Francisco Venero Vela, (El chico de turbinas) recientemente fallecido, compañero de adolescencia del infortunado joven, y que también trabajaba en campaña.

En años sucesivos las producciones de remolacha fueron en aumento, mientras que la capacidad de molienda de la fábrica no correspondía a ese aumento, lo que se traducía en la prolongación de la campaña, con la consiguiente aparición de las pudriciones. Para remediar en parte este grave problema se adelantaba el comienzo de la campaña.

En “La semana agropecuaria”, crónica que trataba sobre la marcha de los cultivos en Andalucía, aparecida el 5 de agosto de 1950 en el diario “A B C”, en lo tocante a la remolacha se hace una previsión de 200.000 toneladas para las fábricas de Los Rosales y La Rinconada, habiendo aparecido ya en esas fechas casos de las temidas pudriciones. Si consideramos que la capacidad de molienda de cada fábrica estaba en unas 1000 toneladas día, haciendo un sencillo cálculo podemos llegar a conocer la duración de la campaña. Con fecha 24 de agosto pero del año siguiente de 1951, en la habitual crónica “La semana agropecuaria” resalta en el encabezado. “Las abundantes remolachas sembradas es posible que cuenten con bastante más abono.”  Lo que nos viene a decir que aún persistía la escasez de fertilizantes.

Llegado el año 1952 entre los agricultores la apetencia de siembra de remolacha continuaba al alza, máxime con los problemas ocasionados con la patata el año anterior, lo que hizo de la remolacha el cultivo refugio. De nada valieron las advertencias ni las restricciones en las entregas de semilla por parte de la fábrica, como resultado, una superficie sembrada que superaría con creces la capacidad de molienda de la fábrica. Previendo la larga campaña que se avecinaba, con los problemas que ello ocasionaría, los agricultores convocan una asamblea regional: “Ante el complicado desarrollo que ofrecerá la próxima campaña remolachera. Se anuncia una gran asamblea regional en Sevilla”. Así lo publica el A B C en grandes titulares el 24 de mayo de 1952. Para dar respuesta a las demandas de siembra, los agricultores llevaban un tiempo reclamando una nueva fábrica, y suspirando por aquella que emigró al pueblo zamorano de Toro.

Ese mismo año el cinco de abril se produjo un inesperado suceso: En la hacienda de Santa Cruz fallece de forma repentina D. Francisco Guitarte López, director de la azucarera desde 1936. La noticia tiene amplio eco en los medios agrícolas sevillanos. En una nota publicada en A B C se daba cuenta del óbito y de la celebración del funeral. En tal noticia no se escatimaba en elogios hacia la persona del fallecido. Como nota curiosa D. Francisco era “Caballero del Pilar”, tenía cinco hijas, todas con nombre compuesto, empezando las cinco por María.

Como ya he comentado anteriormente el nuevo director fue D. Miguel Escrig Luanco. Provenía de Ebro, sus inicios fueron como químico en la desaparecida azucarera de San Miguel, de donde pasó a la Azucarera del Duero en Toro cuando la fábrica de San Miguel fue trasladada a esa población. Allí llego a director, por lo que ya disponía de experiencia. Contaban los trabajadores del gran cambio en la dirección de la fábrica; de un director dialogante y cercano al trabajador, como le era D. Francisco, se encontraron con un director de fuerte carácter y de gran autoridad, con grandes dotes de mando, aunque por otra parte, siempre estaba dispuesto a realizar favores. La alta dirección pensaría que sería el director ideal para la larga campaña que se avecinaba. Desde ese año de 1952 la parte noble de la hacienda Santa Cruz sería ocupada por una nueva familia; la familia Escrig, compuesta por el matrimonio, cuatro hijos varones y una hija, siendo esta, la benjamín de la familia.

La gran extensión de superficie sembrada coincidió con un año de elevadas producciones. Las previsiones de una larga campaña se cumplieron sobradamente, y ese año la fábrica estuvo moliendo hasta entrado el mes de diciembre (Me imagino de como sería el final de campaña). En una crónica aparecida en A B C sobre el campo andaluz en el año de 1952, J. C. López Lozano, con respecto a la remolacha hace el siguiente comentario: “…en las plantas de verano llegó la grata sorpresa de una formidable campaña remolachera, que ha batido todos lo “récords” habidos y por haber. El tiempo le fue a pelo a esta raíz y la zafra se ha prolongado hasta la primera decena del actual diciembre, entregándose finalmente hasta la remolacha no contratada, gracias a las intensas gestiones de los organismos labradores, magníficamente apoyados por los gobernadores de nuestra provincia, ya que hubiese sido una pena que se hubiese quedado en la tierra sin trocarse en azúcar”.

De la tal noticia podemos llegar a la conclusión que hubo agricultores que sembraron remolacha sin estar amparada por contrato,  y que la azucarera, al no estar obligada a recibir esa remolacha se resistió a ello, y que la recibió ante las gestiones de los labradores, con la intervención del Gobernador Civil de Sevilla. Lo que me lleva a pensar en la influencia de algunos labradores sobre los órganos de gobierno. 

En la crónica de sucesos nos encontramos con la noticia de un accidente ferroviario protagonizado por una locomotora destinada al transporte de remolacha desde el apartadero de San Jerónimo a la fábrica azucarera de La Rinconada: “La locomotora entro en colisión con un convoy, cuyos vagones tomaron gran impulso y derribaron el muro de contención y se incrustaron en la casa número 36 de la calle Vascongadas de la barriada de San Jerónimo”…Más adelante comenta que no hubo victimas de  milagro, ya que, en ese momento, en la casa no se encontraban sus moradores. Aparte del accidente esto nos viene a decir que aún estaba en servicio la báscula periférica ubicada en San Jerónimo. Por otra parte, por informaciones fidedignas, en caso de saturación de entregas en fábrica, esta báscula fue utilizada para facilitar la entrega remolacha por la “puerta de atrás” a determinados agricultores.

Ya en el año 1953, volviendo al apartado “La semana Agropecuaria” de A B C, de fecha 1 de enero, en el análisis de la situación de la agricultura en la provincia notifica la falta de industrias transformadoras que dieran respuesta a la capacidad productiva de la agricultura, sobretodo de remolacha y cáñamo. Para frenar la superficie sembrada, la azucarera recurre a la restricción en la entrega de semilla. En la memoria estaba la reciente campaña prolongada hasta diciembre. Por otra parte, cosa lógica, la de entregar solo la semilla correspondiente a la cantidad de hectáreas que arrojaran una producción acorde con la capacidad de molienda de la fábrica. Por su parte los agricultores se quejaban de la falta de semilla.

Mediante ésta noticia se llega a la conclusión de la ausencia de regularización del mercado del azúcar. Ante la persistencia de la escasez de azúcar, lo primordial era producir. Por la fecha de la crónica -uno de enero-, se pone de manifiesto lo tardío de las siembras, ya que en esa fecha se estaba sembrando, cosa que llevaba la campaña a los meses centrales del verano, esto se trataría de paliar adelantando las siembras. En cuanto a la semilla, su  distribución solo se realizaba a través de la azucarera.

Ante la falta de regulación de los cultivos con el consiguiente descontrol, las Hermandades de Labradores y Ganaderos, el 18 de febrero de 1953 se reúnen en asamblea en Madrid bajo la presidencia del por entonces delegado nacional de sindicatos, José Solís Ruiz. Entre los varios acuerdos, uno de ellos es la regulación de los distintos cultivos, prestando especial atención al de remolacha. Se acordó el control de las siembras con arreglo a las necesidades de la nación y la capacidad de producción de las distintas compañías. De ahí el germen del posterior control y regulación sobre el cultivo y reparto de cuota de producción de azúcar a las distintas compañías. Regulación que ha llegado hasta nuestros días.

Bajo una perspectiva de baja cosecha por el mal estado del cultivo, se anuncia el comienzo de campaña para el 9 de julio de 1953. Son trece los puntos de recepción. Eran las llamadas básculas periféricas repartidas por las zonas de cultivo, de donde se desprende que el transporte por ferrocarril seguía siendo primordial. En tal anuncio se advierte que el cultivo de secano será preferente en el comienzo de las entregas. Ya que al no existir posibilidad de riego, se hace necesario adelantar la recolección. De 1954 no existen noticias dignas de resaltar

Llegado 1955 el Grupo Provincial Remolachero, asociación de reciente creación, convoca a los agricultores en asamblea a celebrar en la sede la Cámara Sindical Oficial Agraria, en fecha 25 de mayo, fecha próxima al comienzo de campaña, uno de los puntos es informar sobre la: “Situación agrícola en la nueva campaña remolachera”. Mediante esta convocatoria se pone en manifiesto la organización de los agricultores remolacheros por provincias. En el dicho anuncio se da cuenta del gran número de básculas periféricas Como “jefe” del Grupo; Federico Crespo Camino, agricultor muy conocido por éstos pagos.

Para la campaña de 1955, por el Grupo Sindical Remolachero Azucarero, se anuncia el comienzo de campaña. Como novedad se fija un comienzo escalonado, el día 15 de julio, abrirían aquellas básculas periféricas que reciban remolacha de secano, al día siguiente recibiría la Azucarera del Guadalquivir. Para el 19 aquellas básculas situadas al norte de la provincia, y al día siguiente abriría la azucarera de San Fernando en Los Rosales. Como se puede comprobar este criterio obedecía a razones de zonas con el grueso de las parcelas de secano, y zonas donde el riego se consideraba predominante.

En noviembre de 1956, Azucarera de La Bañeza S. A. entra a formar parte de Sociedad Azucarera Ibérica S. A., trasladando la sede social de Madrid a Barcelona y fijar su domicilio en Balmes 103, sede social de C. I. A.

Llegado 1957 se inicia la ampliación y modernización de la azucarera, para ello lo más perentorio era la electrificación de sus instalaciones, las vetustas maquinas de accionamiento a vapor, que en su día fueron novedad y desde el comienzo de la actividad eran las que accionaban la fábrica, ya no son rentables. Se impone el electrificar la azucarera, para ello había que producir la energía eléctrica necesaria que moviera la maquinaria. Con estas miras se inicia la construcción de unas calderas de alta presión que accionarían turbos-alternadores, generadores de la energía eléctrica. El vapor de escape de los turbos sería aprovechado en el proceso de fabricación. Al año siguiente, las nuevas calderas entraron en servicio. Ya la fábrica producía la electricidad para su funcionamiento. El combustible de las nuevas calderas era el fuel-oil, ya dejo de usarse el carbón que tanto incidía sobre la salud.  Al mismo tiempo hubo que renovar toda la maquinaria obsoleta, y otra adaptarla a su accionamiento con motores eléctricos. Como consecuencia ese mismo año de 1958 entra en funcionamiento una difusión continua y las centrífugas se electrifican. El proceso de renovación y ampliación se fue realizando año tras año, hasta conseguir la automatización de la fábrica. Para todo ese movimiento se contrataron compañías especializadas en el montaje, siendo Montajes Nervión la que realizaría el grueso de las operaciones. Por el “Barrio”, ya con una población en torno a los ocho mil habitantes, comenzaron a verse personas con otro acento al hablar. Eran trabajadores venidos del norte, empleados de las compañías de montaje, que ocupaban las pensiones y gastaban el dinero alegremente dando vida a la población. Entre los empleados de la azucarera, aquellos que vivieron los años de escasez de la posguerra, y que seguían activos, contemplaban con estupor como, soplete en mano, se desmontaba todo aquello que en su día se había reparado con celo. Aquellos tornillos que en la rosca se les untaba plomagina (mezcla de aceite mineral y polvo de plomo usada en las azucareras) para ser aprovechados una y otra vez, sucumbían al oxicorte. Era otra forma de trabajar que ellos no entendían.

Durante los años 1959-60, continuaron las reformas y ampliaciones. La fábrica progresivamente iba aumentado su capacidad de molienda.

En cuanto a lo social, los convenios colectivos con la industria comenzaron a vislumbrarse.

Con fecha 25 de junio de 1961, en el diario A B C,  sale publicada la siguiente nota: Bases laborales azucarera. “Hemos recibido algunas cartas de obreros de nuestra industria azucarera, interesándose porque se extienda a esta zona el convenio colectivo que se ha firmado para aplicar desde Madrid al Norte”. Las cartas fueron dirigidas al Sindicato Nacional del Azúcar, y la noticia es así de escueta. A partir de entonces vendrían las negociaciones de los convenios colectivos entre industria y trabajadores, que tanto contribuyeron a elevar el nivel de vida de los azucareros. Algo insólito fue que el convenio colectivo citado fuera de aplicación solamente “desde Madrid al Norte”.

Federico Crespo Camino, como presidente del Grupo Provincial Remolachero de Sevilla informa en una entrevista al diario A B C, publicada el 9 de octubre de 1963:  “En Andalucía Occidental, en la zona sexta de regadío, durante la campaña de 1962 se sembraron 9.560 hectáreas, mientras que en 1963 sólo se han dedicado a este cultivo 1.050” . El motivo de tal reducción no era otro que el estancamiento del precio a cobrar por tonelada de remolacha tipo. En una reunión mantenida con el secretario general técnico del departamento de Agricultura, entre otras peticiones se había solicitado un aumento mínimo en el precio base de la tonelada de 325 pesetas, que sería pasar de 925 a 1300 pesetas. Por la fecha de la entrevista las azucareras se encontraban en el periodo de contratación. Por parte de los agricultores ésta se mantenía paralizada a la espera de una solución habiéndose fijado una fecha límite al 15 de octubre. De no haber solución, se dedicarían las tierras a otros cultivos. Posteriormente, un artículo sobre la marcha de los diversos cultivos del campo andaluz, publicado el 11 de octubre, es encabezado a grandes titulares sobre el conflicto por el precio de la remolacha: “LOS PROBLEMAS REMOLACHEROS CONTINUAN PENDIENTES”. Como siempre ocurre en éstos casos, se llegaría a un acuerdo en “extremis”, ya que en la campaña de 1964 (Que trataré a continuación) no hubo falta de materia prima, y, como siempre ocurre, el acuerdo recaería sobre el consumidor final.

Con fecha 2 de junio de 1964 se anuncia el comienzo de campaña para el 22 del mismo mes. En él se citan las básculas periféricas que comenzarán a recibir remolacha. En el citado anuncio destacan varias novedades. En primer lugar vemos como la campaña se ha adelantado al mes de junio, el adelanto era motivado por haberse sembrado más remolacha de la prevista, cosa que viene a confirmar el acuerdo alcanzado sobre la subida de precio solicitada durante la contratación, habiendo quedado fijado en 1.145 pesetas tonelada tipo. Lejos de las 1300 que se pedían. En segundo lugar; durante la primera etapa solo se recibiría remolacha de secano. En tercer lugar; de las básculas citadas la mayoría se encontraban en zona próxima a la provincia de Cádiz, denotándose un desplazamiento del cultivo hacia el sur, y como novedad aparece una nueva báscula en Jédula, ésta ya en la provincia de Cádiz, habiendo desaparecido San Jerónimo. Quiere decir que ya se estaba sembrando remolacha en un entorno próximo a Jédula, posiblemente para comprobar las posibilidades de producción de esa zona. En 1968 comenzaría la construcción de una nueva fábrica; La azucarera de Jédula.

A los diez días de comenzar la campaña, Sociedad Azucarera Ibérica, fábrica de La Rinconada y Azucarera de Sevilla en Los Rosales, advierten a los agricultores que los servicios técnicos de ambas azucareras: “han detectado la aparición de una plaga de “PRODENIA”. Recomiendan a los cultivadores de remolacha extremen la vigilancia de sus siembras, y procedan a la ejecución de los tratamientos oportunos a fin de exterminar la plaga en su primera generación. Las azucareras tienen convenido con distintas casas de insecticidas la entrega de productos y tratamientos a descontar en liquidación sin ningún tipo de interés.”  La eliminación de la plaga en su primera fase era primordial, ya que una vez establecida se hacía muy difícil su control.

El 29 de julio las azucareras vuelven a publicar otro anuncio con el progreso de la plaga en su segunda generación, y vuelven a advertir de la necesidad de los tratamientos insecticidas a fin de evitar los graves daños que ocasionaba la plaga.

Esa campaña los daños ocasionados por la “prodenia” fueron recordados por los que le tocaron vivir aquellos acontecimientos. Contaban que la larva, una vez devoradas las hojas, llegaba a taladrar la raíz, lo que era origen de pudriciones acrecentadas con el agua de riego. Mucha de la remolacha llegaba a la fábrica con un alto porcentaje de pudrición, lo que aparte de los perjuicios económico que provocaba al agricultor, estaban los que provocaba a la propia fábrica. Fue una campaña llena de tensión entre los agricultores y la industria.

El 10 de diciembre de 1964 se celebra en Madrid la ll Asamblea Nacional Remolachera con participación de Andalucía. Entre los problemas del sector el más acuciante era el precio. La necesidad de la mecanización del cultivo a fin de abaratar costes y la inminente entrada de precios atendiendo al contenido en azúcar de la remolacha, lo que implicará un nuevo método de cultivo fueron otros de los puntos tratados. Entrevistado el presidente de los grupos remolacheros provinciales de Andalucía, manifestó de una reducción de cupo de un 20%, debido al poco interés en el cultivo a causa del bajo precio.

Con respecto a la campaña de 1965 ésta se realizó sin pena ni gloria, la reducción de cultivo se hizo efectiva. Debido a la baja rentabilidad de la remolacha -como ya manifestó el presidente del Grupo Remolachero- hubo agricultores que optaron por cultivos más cómodos y de menos inversión, como trigo o girasol.

En cuanto a los aspectos sociales en el diario A B C, del 7 de junio de 1966, sale publicado el siguiente anuncio: “SOCIEDAD AZUCARERA IBÉRICA S. A. precisa maestra primera enseñanza, con experiencia escuela de párvulos, para nuevo parvulario instalado en el recinto de fábrica. San José de La Rinconada (Sevilla)” . A las dos escuelas existentes de primaria, por entonces separadas por sexos, se le venía a sumar una escuela de párvulos a partir del curso 1967.

De la campaña de 1966 son pocas las noticias existentes. El desplazamiento del cultivo hacia las marismas y secanos frescos del sur se fue incrementando, mientras que en la zona de vega del Guadalquivir, próxima a la fábrica continuó su decadencia debido en parte a las plagas y enfermedades en aumento por los sucesivos años de cultivo.

Como se estaba esperando, en el B.O.E. del 14 de marzo de 1966 sale publicado el decreto que establecía el pago de la remolacha por riqueza sacárica: “Decreto 573/1966, de 3 de marzo, por el que se establece el pago por riqueza de la remolacha azucarera a partir de la campaña 1967/68”. En él se ordena que todas las fábricas azucareras deberán de disponer de los medios necesarios para la determinación de descuento y de riqueza de las muestras, y tenerlo todo a punto antes del comienzo de la campaña de 1967. En las operaciones del acondicionamiento y análisis de las muestras estará presente un representante de las organizaciones de agricultores, que vigilará el correcto tratamiento de la muestra, y todo se regiría por el “Reglamento de Recepción y Análisis de la remolacha azucarera”. La puesta en marcha del nuevo sistema de pago conllevaría una inversión soportada entre la industria y los agricultores. Este método lo cambió todo. En las parcelas de alto rendimiento pero de baja riqueza hubo un abandono del cultivo por su baja rentabilidad, desplazándose a aquellas tierras de menor producción, pero de más alta riqueza. También, el agricultor hubo de cuidar otros aspectos del cultivo, como el análisis de suelo para un correcto abonado, o el empleo de semillas adecuadas entre otros. Desde entonces, las tierras de marisma y los secanos frescos, por sus altas riquezas fueron cobrando protagonismo.

Para eludir los graves problemas del desarrollo del cultivo de riego en pleno verano, ya que se le venía dando preferencia al secano al comienzo de campaña, el equipo de agronomía de la Azucarera del Guadalquivir pensó que el cultivo en riego se desarrollara desde otoño a primavera, mediante unas siembras tempranas hacia final del verano, de modo que, para finales de abril principio de mayo, la remolacha hubiera acumulado riqueza suficiente para su recolección. Los ensayos previos habían dado buenos resultados. Este método reportaría beneficios, como menor necesidad de riegos y escasa incidencia de plagas y enfermedades y, como consecuencia, ausencia de las temidas pudriciones, para agosto de 1966 con la colaboración del Grupo Remolachero se decidió llevar el ensayo a escala industrial, como mínimo habría de disponer de mil hectáreas, para ello se les comunicó a los agricultores, teniendo una buena acogida por parte de éstos. Los resultados en cuanto al cultivo fueron favorables, pero el inconveniente estuvo en la recolección al ser realizada mecánicamente en tierras arcillosas y embarradas por la lluvia, ya que hubo de ser una primavera lluviosa. De todas formas el ensayo sirvió para ver la conveniencia de adelantar las siembras, ya que a partir de entonces se fueron adelantando, llevadas últimamente a finales de septiembre, comenzando la  recolección hacia la segunda mitad de mayo.

En la campaña de 1967 ya había entrado en funcionamiento el laboratorio de pago por riqueza. La instalación había sido levantada aquella misma primavera en un tiempo record. Se presume que la campaña había comenzado a la finalización de la campaña experimental de primavera, y fue la primera vez que se hicieron patentes los problemas de contaminación que sufrían los acuíferos de la zona. De forma que el Gobernador Civil, por entonces Utrera Molina, decidió tomar cartas en el asunto y el 20 de julio convocó a altos cargos sobre asuntos del agua y a varios alcaldes de pueblos ribereños al Guadalquivir. En la reunión salió a relucir como principales focos contaminantes la azucarera de La Rinconada y la azucarera de Los Rosales, ambas por sus vertidos al río. El Gobernador Civil dio órdenes a los convocados fuera a inspeccionar ambas azucareras, y según la prensa: “En la visita realizada se tomaron medidas urgentes de aminoración de los efectos nocivos de dichas industrias, de acuerdo con los directores de las azucareras. Estas medidas de urgencia acordadas entrara en vigor automáticamente, y se prevén para el futuro, ya para la próxima campaña remolachera, procedimientos de mayor depuración y máxima eficacia”. Copia literal de parte del artículo, lo que viene a decir que las medidas no fueron “medidas urgentes”, desmentidas en el propio artículo, al dejarse para la próxima campaña.

Con un aviso de la Junta Sindical Remolachera de la Sexta Zona, publicado el 6 de septiembre de 1967, se comunicaba a todos los agricultores del próximo cierre de recepción de la Azucarera del Guadalquivir, para el día 18 de septiembre, y para la azucarera de San Fernando en Los Rosales el día 20 del mismo mes. Como era norma, se seguiría recibiendo remolacha mientras tanto hubiera en los silos.

Con las sucesivas reformas, ampliaciones y modernización de sus instalaciones, la Azucarera del Guadalquivir alcanzaba a molturar en esas fechas 3000 toneladas diarias. La creciente automatización quedaba fuera del alcance de aquel personal de mayor edad que, habiendo comenzado a trabajar con el principio de la azucarera, aún se encontraban en activo. El taller eléctrico, así como el de regulación, antes sin importancia el primero, e inexistente el segundo, se habían convertido en elementos clave para el buen funcionamiento de la fábrica. Esto trajo consigo el necesario reciclaje de parte del personal y la contratación de especialistas en las nuevas técnicas.

Paralelamente a la modernización de la industria, como ya venía sucediendo, también se hacía necesario el racionalizar el cultivo. Para ello dos años atrás con la colaboración de las distintas compañías azucareras y de los agricultores, se había creado A.I.M.C.R.A. (Asociación para la Investigación y Mejora del Cultivo de la Remolacha Azucarera). Esta asociación, como su nombre indica, venía trabajando en los diversos aspectos del cultivo para la mejora del mismo. Por su parte, Sociedad Azucarera Ibérica, en su sección de agronomía de la oficina de cultivos de Azucarera del Guadalquivir, también contribuiría a tal fin, y para ello organizó una conferencia donde se tratarían las novedades sobre las distintas fases del cultivo; desde la preparación del lecho de siembra, hasta la recolección mecanizada. La conferencia se celebró el 29 de octubre de 1968 en el Real Círculo de Labradores de Sevilla, y contó con la participación de la empresa alemana productora de semillas de remolacha, K.W.S. Colaboradora de Compañía de Industrias Agrícolas y suministradora de semilla.

Por el lugar elegido, es de suponer que la conferencia iría dirigida a grandes agricultores, y que, en la misma, K.W.S. aprovecharía para divulgar sus variedades de semilla. Fecha ideal al encontrarse el cultivo en la fase de siembra.

Como gran novedad e importante mejora para la campaña de 1969 se dotó a la fábrica de descarga mecánica de remolacha. En dicha descarga el vehículo situado sobre unas plancha metálica movible, era basculado hasta hacer caer su carga sobre una tolva provista de una cinta en su fondo que distribuía la remolacha a los silos. Desde entonces la descarga a mano pasó a ser un recuerdo. Con la mejora del transporte por carretera, las entregas directamente en fábrica habían ido en aumento, en detrimento de las entregas por ferrocarril en franca disminución. Por otra parte, se iba eliminando el inconveniente de recibir una remolacha deteriorada por su permanencia, a veces de varios días en los vagones.

Aquel año hubo un pequeño incendio en una de las cintas de la descarga mecánica. Se dio la circunstancia que el siniestro se produjo en la noche del sábado, 7 de Junio de 1969, siendo la celebración de la “Jira”. Aparte de los bomberos, varios trabajadores, al sentir la sirena de la fábrica, abandonaron la fiesta y acudieron a colaborar en la extinción del incendio, el cual fue rápidamente sofocado.

Como consecuencia de la nueva modalidad de descarga mecánica, los vehículos que transportaban remolacha, se vieron obligados a adaptar la apertura del portalón trasero a fin de facilitar la descarga. Mediante un aviso publicado en ABC el 17 de junio de 1969, se les fue comunicado a los transportistas por el Grupo Provincial Remolachero.

Aquel año la campaña dio comienzo el último día del mes de junio. De no presentarse algún imprevisto que la retrasara, ya se había conseguido el comenzar la molienda en ese mes. Con el nuevo sistema de descarga, mejores vehículos y mejores vías de comunicación, el transporte por carretera se fue imponiendo al realizado por ferrocarril. Aunque la descarga hidráulica de vagones continuó operativa hasta mediada la década de los años setenta, y también parte de las primeras instalaciones fabriles persistían complementando a las nuevas, así, aún se mantenía la difusión discontinua de vasos, como las calderas de baja presión en auxilio a la evaporación, y también para una máquina de accionamiento a vapor que, como una reliquia, se mantenía en funcionamiento. Las viejas calderas se habían adaptado para el uso de fuel-oil como combustible. El carbón, que hacía tan penoso el trabajo, ya solo era historia.

Aunque el final de campaña fue programado para el 25 de septiembre, al no faltar remolacha en los silos, la campaña se prolongó hasta entrado el mes de octubre, con la serie de problemas que conllevó su prolongación, como bajas purezas debido a pudriciones, agotamiento del horno de cal por excesiva extracción, dificultad en la filtración etc. etc. La solución estaba en comenzar las campañas antes y aumentar la capacidad de molienda. Objetivos a conseguir por el trabajo conjunto del área industrial y agrícola.

El año 1970 fue un año de gran producción debido a las precipitaciones registradas en el mes de junio. Según datos de la AEMET, en la provincia de Sevilla llegaron a registrarse en ese mes 86 litros por metro cuadrado. Como consecuencia los secanos arrojaron una producción similar a los riegos, Además, la remolacha fue de una alta pureza. El almacén de pulpa llegó a estar repleto, por lo que hubo que almiararla en el exterior. Para agosto formando almiares había una gran cantidad de pulpa ensacada en el exterior. El día 24 de dicho mes sobre el mediodía, sin saber como, la pulpa se incendió. Los bomberos de Sevilla se vieron impotentes para sofocar el incendio, por lo que hubo que recurrir a los de la base aérea de Morón. La noticia del incendio fue recogida por la prensa dando una información detallada del siniestro. Comentaba que fueron pasto de las llamas 9.000 toneladas de pulpa. Se dio la circunstancia que ese día la fábrica continuó moliendo normalmente, siendo uno de los días que la producción de azúcar fue de lo más alta. Por su comportamiento en la extinción del incendio, el personal fue recompensado con una semana de paga extra.

Parte del exceso de producción de azúcar de 1970, fue reportado a la producción de 1971, por lo que ese año la contratación de remolacha hubo de ser recortada. La campaña dio comienzo el día 1 de julio, finalizando a mediados de septiembre. En el terreno de las reformas se continuó con las ampliaciones, la difusión discontinua de vasos fue sustituida por una continua. Con ésta ampliación la fábrica tendría capacidad para molturar 4.000 toneladas diarias. En la filtración de jarabe se instalaron dos filtros de mayor eficiencia.

El 28 de julio de 1971 en el Sindicato se celebraron las elecciones. Por parte de la Unión de Empresarios del Sindicato Provincial del Azúcar, salió elegido presidente D. Miguel Escrig Luanco, director de la Azucarera del Guadalquivir, y como presidente de la Unión de Trabajadores y Técnicos del mismo sindicato; D. José Serradilla Campos, oficial calderero de la azucarera. A partir de entonces, José Serradilla, formaría parte de la comisión negociadora en los convenios colectivos de la Industria Azucarera a nivel nacional. Los trabajadores de la fábrica serían informados de primera mano de la marcha de las negociaciones y de otros asuntos relativos al sindicato.

Durante 1971 comienza la construcción de una nueva alcoholera que triplicaría en producción a la existente, que llevaba en funcionamiento desde 1932, un año después de la azucarera y su capacidad de producción se vio desbordada  por la cantidad de melaza producida por la fábrica. La nueva planta entraría en servicio al año siguiente de 1972, y, procesaría melazas importadas de otras azucareras de la compañía. Para entonces la fisonomía de la fábrica había cambiado por completo. Los dos primitivos tanques de melaza fueron insuficientes y se hizo necesario construir más y de mayor capacidad. Otro tanto ocurrió con el almacenamiento de fuel-oil, para ello hubo que construir varios depósitos. Ya, el carbón solo sería utilizado en el horno de cal. Otro tanto ocurrió con los depósitos de almacenamiento de alcohol. Más tarde se levantaron tanques para contener el exceso de jarabe, para después de la campaña de molienda ser procesado en la obtención de azúcar. El observador que contemplaba la fábrica desde fuera percibía un abigarrado conjunto de grandes depósitos, así como algo apartada, la alta estructura de la nueva destilería.

En su empeño de reciclar al personal, la dirección de la azucarera con la colaboración del programa del gobierno de Promoción Profesional Obrera, organizó un curso de calderero tubero. EL curso iba dirigido a los trabajadores más jóvenes del taller de calderería. Constaba de contenido teórico y práctico, y fue impartido después del horario laboral en las instalaciones de la fábrica, tuvo una duración de seis meses, dándose por finalizando en el mes de abril de 1972.  

En ese año de 1972 la campaña se adelantó al 23 de junio, finalizando el 30 de agosto. Con el aumento de la capacidad de molienda y el adelanto de la campaña, se eludió en parte las pudriciones al final de la misma.

La Agrupación Provincial Sindical Remolachera de Cádiz, mediante un comunicado publicado en A B C, el 1 de febrero de 1973, informa a los agricultores de la devolución por parte de la industria de diecisiete pesetas por tonelada líquida (Una vez efectuado el descuento) de remolacha entregada en el verano de 1972, cantidad que les había sido descontadas en concepto de una parte de lo contribuido por el agricultor al pago de la implantación de la descarga mecánica. Lo que nos viene a decir que el coste de las instalaciones de la descarga, en parte fue sufragado por los agricultores.

Como protesta por la pretensión de la empresa de suprimir la llamada paga de beneficios que todos los años hacia el mes de abril percibía el personal. Los trabajadores de la azucarera con el presidente de la Unión de Trabajadores y Técnicos del Sindicato Provincial del Azúcar, José Serradilla, al frente, estando próxima la campaña, decidieron no realizar horas extraordinarias. Las huelgas por entonces estaban totalmente prohibidas, siendo motivo de despido, y era la única forma de protestar sin que por ello pudiera haber sanciones. La empresa, ante una campaña que se podía presentar conflictiva, al final cedió, llegando al acuerdo de mantener la paga ese año.

El comienzo de campaña se iba consiguiendo adelantar, ya, con fecha 6 de junio de 1973 se anuncia a los agricultores la apertura de báscula de la Azucarera del Guadalquivir y la de Los Rosales para el 19 de junio a las 8 de la mañana. De esta forma se lograba adelantar la finalización al mes de agosto.

A causa de la lluvia, así como por “causas imprevistas de fuerza mayor”, el comienzo de la campaña anunciado para el 24 de junio de 1974, hubo de retrasarse hasta nuevo aviso. El anuncio de la suspensión del comienzo solamente partió de la Azucarera del Guadalquivir. Lo de “causas imprevistas de fuerza mayor”, se quedó en una incógnita a averiguar. Por esa fecha con la instalación provisional de una máquina envasadora en bolsas de un kilogramo la comercialización de azúcar en sacos de 60 kilos ya estaba tocando a su fin. Para almacenaje de azúcar a granel se inició la construcción de un silo de 20.000 Toneladas que alimentaría a la máquina envasadora de bolsas.

También, por esas fechas se instalaron dos nuevas calderas de alta presión, procedentes de barcos de guerra en desguase. Con estas calderas, las ya vetustas que habían dado vida a la fábrica desde su comienzo, cayeron en desuso hasta su desmantelamiento.

Para corresponder al pase de algo más de treinta trabajadores eventuales a fijos, en lo que intervino el director, el Sindicato Provincial del Azúcar, representado por su presidente D. José Serradilla Campos, y los trabajadores de la fábrica, se solicitó la Medalla del Mérito al Trabajo para el dicho director de la azucarera. Con gran asistencia de invitados, y trabajadores de la azucarera, la medalla le fue impuesta en el salón de actos de la Organización Sindical, el día 11 de octubre de 1974.

Durante los años de 1973 a 1975, se produce una regresión en el cultivo a nivel nacional, lo que originaría un déficit de azúcar en el país. El motivo el mismo ya recurrente; la falta de interés por parte de los agricultores debido a los exiguos beneficios por el bajo precio pagado por la remolacha. La pronta solución; importar azúcar del exterior, después; negociar el precio de la remolacha, lo que originaría una subida en el precio del azúcar. Con la entrada en el Mercado Común Europeo, todo cambiaría. En el sector agrícola habría que aumentar la calidad y producción por hectárea reduciendo costes. En el sector industrial, eficiencia y calidad de azúcar en su fabricación al tiempo que reducir costes.

Llegado el inicio de la contratación ligado a la época de siembra, el agricultor se resistía a sembrar al no saber aún el precio que le pagarían por la remolacha. Algo preocupante, en especial para la industria que venía haciendo fuertes inversiones en ampliar y modernizar las fábricas y no se verían recompensadas con una mayor producción. Como otras veces la solución estuvo en elevar el precio de la remolacha, y trasladarlo al azúcar. Ya que en los años siguientes se produjo un excedente de azúcar.

Ante el estado de madures de la remolacha, la campaña de 1976 se inicia en la primera decena de junio, dando preferencia en las entregas a los agricultores de secano. A pesar de la alta riqueza que arrojaban las muestras, un gran número de agricultores, fundamentalmente de secano, no estaban haciendo uso de sus cupos de entrega, -posiblemente en espera de alcanzar una mayor riqueza-. Ante tal desmotivación, el Grupo Remolachero, mediante un comunicado publicado en ABC el 12 de Junio, advierte de la obligatoriedad de hacer las entregas. Ya que una vez aplicado el cupo general, las entregas no efectuadas, no serían recuperadas, pasando al final de campaña con el perjuicio que les ocasionaría.

Siguiendo con su programa de formación del personal, la dirección de la fábrica organizó un curso de operador de planta. El curso iba dirigido a aquellos operarios responsables de departamentos en campaña. Como anteriores cursos de formación, se recurre al programa de Promoción Profesional Obrera, creado por el gobierno, el curso, fundamentalmente teórico, fue realizado en las instalaciones de la fábrica, e impartido por un experto monitor perteneciente a dicho programa.

A partir de 1976 en España se inicia la recuperación de las reservas de azúcar, experimentando estas un brusco aumento, de modo que, en solo una campaña se producen excedentes. Para la siguiente bajar la producción equiparándose al consumo, y en años posteriores, vuelta al déficit. Todos estos vaivenes se encontraban originados por el comportamiento de las producciones debido al comportamiento, a su vez, de la meteorología. Como consecuencia, dependiendo del déficit o del excedente el mecanismo de regulación, era otorgar, más o menos cuota de azúcar, a las diferentes compañías productoras. Cosa que incidía sobre la contratación de remolacha por cada fábrica y que había que llevarla al agricultor a la hora de contratar.

Como ya venía sucediendo, las campañas se fueron adelanto año tras año, y ya era normal el comienzo hacia mediados de junio. Como consecuencia su finalización se adelantaba a mediados de agosto. Anunciado el cierre de la Azucarera del Guadalquivir en la campaña de 1977-78 para esa fecha, como aún quedara remolacha en el campo por recolectar, el Grupo Remolachero de la provincia de Sevilla, para tranquilizar a los agricultores, emite un comunicado informando que la fábrica continuará su actividad mientras tanto quede remolacha en los silos, y en todo caso, la remolacha sería derivada a otras fábricas de la zona.

Como consecuencia de partir de un déficit de azúcar, y volver a ser atractivo el precio, las peticiones de contratación de nuevos agricultores para la campaña de 1981 desbordan la capacidad de la fábrica. Como solución para atender tal demanda, el Grupo Remolachero en colaboración con la industria redistribuyó el excedente de la Azucarera del Guadalquivir, entre las demás fábricas que molturaban remolacha producida en la provincia de Sevilla.

El año agrícola 1981-82 en cuanto a lo climatológico no fue muy generoso en lluvias, el cultivo fue salvado por una oportuna lluvia de final de primavera. Por lo que se adelanta la campaña al 10 de junio en la azucarera de San Fernando de Los Rosales y al día 16 a la Azucarera del Guadalquivir, mediante anuncio publicado en ABC el 4 de junio por el Grupo Remolachero de Sevilla y Huelva. Para en buena medida evitar pudriciones, se les advirtió a los agricultores de secano de la necesidad de intensificar sus entregas al principio de campaña ya que esta se presumía larga.

Con miras al aumento de molturación, mejora del rendimiento y ahorro energético, la empresa realizó una fuerte inversión en las azucareras de Rinconada y Jédula. La reforma que se inició en otoño de 1982 se prolongó hasta el comienzo de la campaña de 1983. Esta inversión fue motivada por el proyecto de los agricultores remolacheros de constituirse en cooperativa con el fin de montar una fábrica azucarera. Según el proyecto expuesto a los agricultores en asamblea del 23 de abril de 1981, la fábrica sería instalada en el centro de la zona de riego productora de remolacha, es decir, próxima a la estación de ferrocarril de Las Alcantarillas. Su coste se había calculado ascendería a unos 8.000 Millones de pesetas de la época, inversión factible según los agricultores encuestados. El proyecto solo sería frenado, si las compañías azucareras de la zona realizaran una ampliación para pasar de las 6.500 toneladas día actuales a las 13.000 toneladas. Las compañías azucareras aceptaron el reto y acordaron con las organizaciones de agricultores remolacheros el realizar la ampliación, y el proyecto fue abortado. Los terrenos que ya habían sido adquiridos para la instalación de la fábrica, fueron vendidos pasando a manos de Ebro, Cía de Azucares y Alcoholes.

Debido a diversos factores como mala calidad de la remolacha consecuencia de una adversa climatología, desconocimiento de las nuevas tecnologías, desatención en la puesta a punto de la fábrica. Aquella campaña no se dieron los resultados apetecidos. En visita de un alto cargo, en reunión con el comité de empresa, estas fueron sus palabras: “La compañía se sustenta sobre un banco de tres patas; Salamanca, Jédula y La Rinconada. Y la pata de La Rinconada le ha fallado…” . De esta forma daba a entender que La Rinconada era la culpable de los aducidos malos resultados económicos de la compañía. Como solución buscaron un chivo expiatorio, y no podía ser otro que el director de fábrica, D. Javier Cano Madurga, que ejercía el cargo de director desde 1976, siendo enviado a la azucarera de Aranda de Duero, y sustituido por D. José Luís Herranz Gay, director de dicha azucarera.

Para la campaña de 1984 se anunció su comienzo para el 26 de Junio a las 8 horas. En el anuncio publicado por la Azucarera del Guadalquivir en el diario ABC, se recuerda que se comenzará sin cupo de entrega. Haciendo hincapié, que, una vez establecido, todo vehículo que no cumpla esta norma será rechazado. “En beneficio mutuo, se recomienda hacer agrupaciones de cupo para las entregas con suficiente antelación al comienzo de la recepción”. Las agrupaciones de entrega facilitarían el control de las entregas, de modo que terminarían siendo organizadas por la propia oficina de cultivos.

El retrazo en el comienzo de la recepción fue debido a las lluvias tardías de primavera, lo que obligó la apertura dos días después del día anunciado. Tales lluvias propiciaron unos elevados rendimientos, así como una buena calidad de la remolacha, que vinieron a compensar la menor superficie sembrada. Mediante unas modificaciones en el proceso de cocción de mieles en tachas de bajos productos, se logró aumentar el rendimiento en azúcar.

Para la campaña de 1985 la contratación a la Azucarera del Guadalquivir se le vio reducida, de modo que del total de las fábricas del grupo C. I. A.- S. A. I. La azucarera del Guadalquivir, a pesar de ser una de las mayor capacidad de molienda, fue la segunda que menos remolacha recibió, siendo superada ampliamente por Jédula en casi 100.000 toneladas. Lo que hacía levantar sospechas que algo se estaba tramando.

La campaña de 1985 no estuvo exenta de conflicto con los agricultores. De modo que éstos en protesta por los altos descuentos y bajas riquezas que aplicaba la fábrica, deciden durante los días 22 y 23 de junio suspender las entregas de remolacha. La noticia salta a la prensa y es publicada en el diario ABC, con un llamativo encabezamiento: “Los remolacheros suspendieron ayer las entregas en la fábrica de la Rinconada”. El boicot decidido en asamblea, al que calificaron de “rotundo éxito”, partió de las distintas organizaciones agrarias. Las entregas se reanudaron el día 24 de junio.

Ante la gravedad de las acusaciones la Sociedad Azucarera Ibérica el 27 de junio sale al paso con un comunicado de desmentido en el mismo periódico. En el comunicado informa que, según ordena la legislación vigente, las operaciones de tratamiento de las muestras se encuentran supervisadas por dos representantes del Grupo Remolachero de Sevilla, y que “en ningún momento hayan cursado observación alguna sobre la misma”. En cuanto a la suspensión de las entregas, Azucarera Ibérica afirmaba que éstas fueron solo parciales, ya que durante la jornada se fue recibiendo remolacha.

Como solución al conflicto se llegó al acuerdo de que en la supervisión del tratamiento de las muestras, además, de los representantes del Grupo Remolachero se encontraran presentes representantes de otras organizaciones.

Sociedad Azucarera Ibérica, mediante un comunicado publicitario en ABC del día 28 de junio, a toda página, expone en seis puntos las razones de su correcta actuación en las operaciones de recepción y análisis. Informando que debido a la “gravedad, falsedad y falta de fundamento de las acusaciones, se han iniciado las correspondientes actuaciones legales contra los firmantes de tales comunicados”. Como podemos comprobar, el pez gordo siempre se come al chico.

En 1986 con la entrada de España en la Comunidad Económica Europea, se produce un gran cambio. A partir de ese año, ya se dependía de la legislación dictada por la Comunidad. El azúcar producido por las compañías azucareras españolas había de competir en precio y calidad con el azúcar venida de otros países, como podían ser Francia o Alemania, con fábricas de mayor producción y menor coste de fabricación. Ya la solución no estaba en aumentar el precio de la remolacha, y por ende el del azúcar. Ahora, tanto el agricultor, como el fabricante, han de producir, a menor costo, y conseguir una mayor calidad. Para responder a este reto las distintas compañías azucareras iniciaron un plan de reestructuración que conllevaría a la modernización y ampliación de unas fábricas y el cierre de otras.

En la primavera de 1986, los trabajadores de la azucarera se vieron sorprendidos por la noticia de la existencia de un plan de restructuración de CIA, donde se contemplaba el cierre de Rinconada. Al principio la noticia fue recibida con escepticismo.-¿Cómo puede ser posible que una fábrica, en la que se ha hecho una fuerte inversión, siendo una de las punteras de la compañía, la vayan a cerrar?-. Era la pregunta que se hacía el más común de los trabajadores. Pero los rumores persistían, hasta llegar a no ser rumores; un detallado plan de reestructuración había sido filtrado a CC. OO. Aún así existían escépticos que no lo creían… hasta que el informe lo conocieron de primera mano. Entre las varias opciones de restructuración, en todas ellas, se contemplaba el cierre de Rinconada y la ampliación de Jédula a 8000 o 9000 toneladas día. Todo lo más, pero caso improbable, el quedar Rinconada, solo durante unos años, a baja molienda, y como fábrica compartida. El plan sería realizable durante seis años, de modo que, para 1992, estuviese finalizado. Rinconada tenía los días contados. La respuesta de CIA, ante los requerimientos del comité de trabajadores, siempre era la misma: Que era un informe como cualquier otros tantos, y que Rinconada, como cualquier otra fábrica del grupo, por ahora, no estaba previsto el cierre, aún no se había decidido nada.

Al margen de lo que expresara la dirección de la empresa, los trabajadores veían como el plan de restructuración se iba cumpliendo paso a paso. Se potenciaba Jédula con reformas de ampliación, esto a pesar de haber superado a La Rinconada en la campaña de 1987 en más de 100.000 toneladas, mientras que Rinconada se mantenía olvidada. Otro síntoma inquietante era a la hora de contratar. De la menor contratación asignada a La Rinconada, se le ponían cortapisas a los agricultores de la provincia de Huelva, siendo exclusivos de Rinconada, mientras que los aumentos y la admisión de nuevos agricultores iba dirigida hacia la zona sur, próxima a Jédula.

Ante esta palpable evidencia, el comité de los trabajadores buscó el apoyo del “Barrio”, se habló y se recogieron firmas de asociaciones de empresarios, de vecinos, de partidos políticos, de trabajadores autónomos. Se habló con el Grupo Remolachero, interesado en la continuidad de Rinconada. En definitiva, se buscó el apoyo del Pueblo, ya que este se vería perjudicado con el cierre de una industria que se consideraba del “Barrio”. Aparte se elaboró un detallado informe, donde se contemplaba la actuación de la empresa con respecto al futuro de la Azucarera del Guadalquivir. El informe fue entregado al Ayuntamiento que prometió hacer lo que estuviera en su mano para impedir el cierre de la fábrica azucarera, incluso se llegaron a mantener contactos con el Consejero de Agricultura de la Junta de Andalucía por entonces Miguel Manaute. En definitiva; fue la preparación para la batalla que se adivinaba venir.

Mientras tanto se desarrollaba todo este movimiento, en 1987, causando gran sorpresa, Azucarera de Sevilla, perteneciente a Ebro,      cierra su fábrica San Fernando en Los Rosales. Lo que vino a poner un rayo de esperanza, ya que en la provincia de Sevilla solo queda La Azucarera del Guadalquivir, y a C.I.A. le sería más difícil cerrar la única azucarera de la provincia de Sevilla, puesto que entrarían en juego las organizaciones agrarias.

La campaña de 1988, como venía sucediendo, la meteorología jugó un papel clave, siendo ese un año de lluvias generosas, lo que propició una excelente cosecha en cantidad y calidad. Debido a las lluvias se retrasó su comienzo al 27 de junio, finalizando el 2 de septiembre. Esa campaña ya superó Jédula a Rinconada en 208.000 toneladas, más que por la mayor molienda diaria,  fue a costa de una mayor contratación y de prolongar en 31 días la campaña de Jédula sobre Rinconada. Estaba claro que para 1992. año que estaba previsto la finalización del periodo de restructuración, Rinconada, estaría cerrada.

Para el año 1989, la campaña debido a la baja contratación y la baja cosecha, auspiciada por la situación de sequía durante la primavera, fue una campaña corta, dando comienzo el 12 de junio para finalizar el 31 de julio, aunque se estuvo recibiendo remolacha hasta el 2 de agosto. Rinconada llegó a alcanzar una molienda de 4.800 toneladas diarias, con un alto porcentaje de riqueza. Jédula molturó más, pero a costa de prolongar la campaña sobre Rinconada.

Un hecho inesperado vino a salvar la situación de la azucarera de La Rinconada. El 11 de marzo de 1990 se confirman los rumores que desde hacía días se venían sucediendo; en el ABC salio publicado el proyecto de fusión entre Ebro y C.I.A. El anuncio publicado por ambas compañías iba dirigido para conocimiento de sus accionistas y el público en general, en él se detallaba el valor de cada compañía y que la fusión había de ser ratificada por la junta general de accionistas de cada compañía. El 21 de junio, Ebro Compañía de Azucares y Alimentación, S. A.(Había cambiado alcoholes por alimentación) Convoca junta general de sus accionistas para dar a conocer y aprobar el proyecto de fusión. Mientras que Compañía de Industrias Agrícolas, S. A., ese mismo día, en junta general de accionistas, aprobó por unanimidad el proyecto de fusión. A partir de entonces en el ambiente se respiraba la continuidad de la azucarera.

La campaña de1990 dio comienzo el 14 de junio. Fue una campaña cargada de reticencias hacia la azucarera por parte de los agricultores debido a las diferencias significativas de riqueza y descuentos de la Azucarera del Guadalquivir con otras fábrica en las que los agricultores entregaban simultáneamente, éstos elevaron sus protestas al Grupo Remolachero. Ante tales protestas el Grupo Remolachero tomó la decisión de analizar cada día en paralelo un determinado número de muestras en su laboratorio, para así cotejar los resultados con los dados en los análisis de la fábrica. No llegando a analizar el número deseable por aducir la empresa que le acusaba entorpecimiento en el trabajo del laboratorio. Con respecto a los resultados del control por parte del Grupo Remolachero se mantuvo un completo mutismo. Es de destacar un escape de gas sulfuroso el 23 de julio producido por la rotura fortuita de la tubería que lo conducía. La fábrica hubo de ser evacuada y suerte que ese día el viento alejó la nube tóxica fuera de la población. La campaña se dio por finalizada el 10 de agosto.

En el último Consejo de Ministros, celebrado el 28 de diciembre de 1990, fue aprobada la fusión de Ebro y CIA. Siendo a partir de 1 de enero de 1991 cuando la fusión se hizo oficial, aunque desde que fue aprobada por las respectivas juntas generales de accionistas, se venía operando como Ebro Agrícolas, Compañía de Alimentación, S. A. La hueva sociedad tendría total liquidez, ya que el grupo kuwaití KIO, era el primer accionista, seguido por el Banco de Santander. Los petrodólares entraron en la nueva compañía nacida de la fusión y salvaron a La Azucarera del Guadalquivir del cierre.

Los residuos, producto del proceso de fabricación, desde hacía años venían siendo un problema para la fábrica de cómo deshacerse de ellos. Ya pasó el tiempo que se vertían al arroyo directamente. En la memoria del pueblo quedó aquellas escenas, donde colocando una red a la salida de las aguas residuales de la azucarera, los ganaderos, vaqueros en su mayoría, recuperaban la pulpa retenida colocando una red en la desembocadura de la alcantarilla al arroyo, (que por cierto, representaba una ayuda para su economía) o el vertido directo de las vinazas, residuo de la fabricación de alcohol. Las normas medioambientales prohibieron esta práctica por los daños que ocasionaban a la vida de las aguas. Para las vinazas hubo que adquirir un terreno donde construir unas balsas donde verterlas, lo que trajo consigo otro problema medioambiental detectado por los agricultores en el agua de riego de las tierras próximas, la contaminación de los acuíferos por percolación. Para evitar este problema se recurrió a la impermeabilización. Por evaporación las vinazas se irían consumiendo quedando un residuo acto para la fertilización de los campos. Esta solución trajo consigo la aparición de otro problema, cual era el de los fétidos olores provocados por la descomposición de la materia orgánica contenida en las vinazas, sin contar las bolsas de gas que se originaban bajo la cubierta de plástico, ocasionando grandes burbujas al levantarlo. Un peligro latente al tratarse de gases inflamables.  Por otro lado, existía el problema de cómo deshacerse de las aguas producto de la decantación de las espumas de cal. Para solucionarlo hubo que recurrir al empleo de unas balsas adyacentes a las de vinazas. Pero esta vez, la dirección de la fábrica obligada por la presión vecinal ante los malos olores que se respiraban en el barrio. El 28 de noviembre de 1991, en el apartado dedicado a la provincia del diario A B C, apareció una noticia con respecto a La Rinconada que en parte decía así: ”Los fuerte olores provenientes de ésta fábrica llevaron a un grupo de diez vecinas de San José a denunciar éstos hechos, lo que hizo posible el encuentro entre los responsables de la fábrica, los municipales y los propios vecinos…..la persistencia de los vecinos hizo que la empresas buscase otras vías para solucionar el problema, marchándose sus técnicos a Italia en busca de una posible solución” . En la reunión la empresa trató de darles largas al asunto aduciendo que el problema quedaría resuelto retirando los residuos lejos de la población y “marchando sus técnicos a Italia en busca de solución al problema”, cuando la causa de los malos olores estaba en las balsas de vinazas. Al tiempo dio a conocer a los vecinos que, “pese a los cierres efectuados en la industria azucarera, la fábrica de La Rinconada, no solo continuará, sino que se invertirá para su ampliación” . La solución vendría después con la construcción de una planta concentradora de vinazas, donde se obtenía un concentrado utilizado como aditivo en la fabricación de pienso animal. En cuanto a las espumas de cal el problema quedó solucionado con la instalación de filtros espesadores al vacío, obteniendo un producto que aportaba nutrientes a la tierra al tiempo que corregía la acidez, comercializado con el nombre de “Carbocal”.

Llegada la campaña de 1991 esta comenzó el 11 de junio, dándose por finalizada el 15 de agosto. Como consecuencia de una mayor contratación se suministró remolacha a la Azucarera del Guadiana, fábrica situada en La Garrovilla, población a unos 15 km de Mérida. La remolacha era trasvasada a camiones de la Cooperativa de transportes de San José, encargada de realizar el transporte. Por entonces la fábrica molía unas 5.000 Tm. C.ompañía de Industrias Agrícolas y su filial Sociedad Azucarera Ibérica, habían dejado de existir y ya era Ebro Agrícolas S.A., la nueva sociedad nacida de la fusión.

De nada serviría el disponer de unas fábricas dotadas de los últimos adelantos, si no se disponía de suficiente materia prima. Bajo esta premisa la industria pensó en el agricultor, ya que a partir de nuestra entrada en la Comunidad Económica Europea, los precios con los que pagar la remolacha ya no dependían del estado español, ahora vendrían dados por Bruselas. Si se quería seguir con el cultivo, no quedaba otra opción que hacerlo rentable, sin tener que subir el precio, como hasta ahora se venía haciendo. Solo quedaba el camino de aumentar la producción al tiempo que disminuir los costes. Bajo esta premisa la industria y la agricultura llevaron a cabo una campaña de mejora del cultivo dirigida a la que pusieron el nombre de “Plan 92”. La tal campaña consistió en el estudio de la mejora del cultivo en todas sus facetas, desde la preparación del lecho de siembra, hasta la recolección. Para ello se dotó de un presupuesto financiado por la industria y la agricultura. Mediante personal técnico contratado se dieron charlas divulgadoras a los agricultores en las que participaron las oficinas de cultivos y organizaciones agrarias. Se subvencionó la compra de maquinaria más eficaz para el cultivo, y se puso especial interés en la aplicación de los riegos, tanto en la cantidad de agua aplicada, como en la uniformidad de su distribución. Se subvencionó la compra por parte del agricultor de equipos de cobertura total de riego a aspersión. Mediante la azucarera se controlaba el momento de su aplicación como la cantidad aplicada de agua. También, aparte de conseguir una aceptable producción, estaba el conseguir un producto fresco para su procesamiento en fábrica. Como vemos el reto al que se enfrentaba la industria y agricultura era de gran importancia; El conseguir unas fábricas de molturación sin interrupciones por averías, y una remolacha de calidad, mediando el menor tiempo posible desde su recolección a su entrega en fábrica. Esta meta debía de estar conseguida para 1992 ya que al año siguiente finalizaba nuestro periodo de incorporación a la Comunidad y para entonces habría que estar preparados para hacer frente a la competencia del azúcar comunitaria en igualdad de condiciones. La tal campaña dio buenos resultados en la zona Norte, no siendo así en la zona Sur, por la que se complementó con otra dirigida exclusivamente al Sur denominada “Plan Sur”. En el llamado Plan Sur, aparte de las acciones llevadas a cabo en el anterior Plan 92, se actúo sobre parcelas demostrativas, demostrándole al agricultor que era posible aumentar la rentabilidad, al tiempo que disminuir costes.

Y ya siendo la compañía nacida de la fusión, llegó la campaña de 1992, Para esa campaña se había aumentado la contratación. Como consecuencia de una primavera escasa en lluvias el comienzo se adelanto el comienzo al 2 de junio con el fin de dar entrada al secano, y el tiempo seco de la primavera se tornó en lluvioso una vez comenzada la campaña. El día 12 de junio se produjeron lluvias generalizadas, lo que obligó a interrumpir la campaña por falta de remolacha y despedir al personal de campaña hasta nuevo aviso. Las lluvias continuaron durante varios días más. Con el fin de recoger la remolacha que había quedado sacada en el campo, el día 20 abrió la fábrica de Guadalete en Jerez. Rinconada no reanudó la campaña hasta el 23 de junio con una escasa entrada de remolacha. Como novedad los domingos solo se recibiría remolacha de agricultores considerados con gran necesidad de entrega a los que se les hubiera entregado vale. La campaña se prolongó hasta el 31 de agosto.

En el año 1993 se inicia lo que sería la gran reforma. Parte de la reforma afectaría desde el sistema de descarga de remolacha, hasta su transporte hasta los molinos. Debido a la pérdida de azúcar por disolución ocasionada por el transporte por medio de agua, se suprimió este sistema. Según las necesidades, los camiones para descargar bascularían la remolacha en una tolva o explanada. De la remolacha apilada como reten en la explanada, un tractor provisto de una pala se encargaría de alimentar las tolvas por la noche y también durante el día ante la falta de camiones. La remolacha llegaría al lavadero por una cinta, el agua solo sería utilizada en el lavadero, pedrero y yerbero, desde donde sería conducida a la tolva de molinos por una cinta. Con este sistema el ahorro conseguido sería más que notoria. Por un lado estaría la reducción de mano de obra, menor gasto en energía y menor gasto en mantenimiento, y por otro, la menor pérdida de azúcar por disolución. De igual manera con vistas a un aumento de molienda y mayor rendimiento las reformas  y ampliaciones se iniciaron en el cuerpo de fábrica abarcando a todos los departamentos de producción.

Aparte de las ampliaciones y reformas en la fábrica, éstas también afectaron al factor humano. Ya no era aquella empresa cuasi familiar y paternalista                                                                                             que conocía con nombres y apellidos a sus operarios. Ahora se trataba de una empresa dirigida por un Comité de Dirección con la sola misión de conseguir rentabilidad, responsable ante un Consejo de Administración. Como en una partida de ajedrez, la dirección de recursos humanos movería al personal cual si fueran piezas sobre el tablero. En el mes de abril fue trasladado el jefe de cultivos a La Azucarera del Guadiana, así como sustituido el director de fábrica. Ya pasó el tiempo en que los directores eran considerados virreyes y mandos que se eternizaban en la fábrica. Por la azucarera apareció un nuevo personal técnico con una mentalidad distinta a la hasta entonces existente anquilosada en el pasado. Todos estos cambios supusieron oportunidad para algunos, y pérdida de privilegios para otros. Los cambios más radicales se vivieron en el departamento de cultivos, donde se adoptó el organigrama de Ebro, pasando a depender de la delegación del Sur, totalmente independiente de la dirección de la fábrica. Habíamos entrado de lleno en la órbita del capitalismo más agresivo donde la obtención de beneficios estaba por encima de todo. .

Envueltos en estos cambios y tras una primavera parca en lluvias, el 11 de junio de 1993 dio comienzo la campaña. Ya la fábrica alcanzaba a moler 5000 Tm/día. Las lluvias producidas en abril y mayo, aunque no abundantes, vinieron a salvar el secano, registrando una producción aceptable. La campaña se prolongó durante sesenta y dos días, finalizando el 11 de agosto.

A poco de finalizar la campaña se produjo un incendio fortuito en parte de la pulpa granulada almacenada en la nave destinada a tal fin. Al tratarse de un incendio de lenta combustión la solución para extinguirlo fue retirar la pulpa incendiada mediante camiones.

Consecuencias positivas

El desarrollo de la actividad azucarera trajo como consecuencia más inmediata la creación de empleo, especialmente en campaña de molienda, se cuenta que el número de empleados durante ese periodo alcanzaba una cifra muy próxima a las mil personas, y si a esa cifra le sumamos la de las campañas de la fábrica de San Miguel de 1933 a 1939, con una cantidad similar de empleo, la cifra rondaría las dos mil personas empleadas. Esto sin contar el empleo generado en años anteriores durante la construcción de ambas azucareras. Después durante el periodo entre campañas la cifra se reducía a unas doscientas cincuenta personas por fábrica. Siendo así hasta el año 1940, año en el que se desmontó la azucarera de San Miguel para trasladarla a Toro en tierras de Zamora. Al poco, aprovechando las desmanteladas instalaciones de la desaparecida azucarera se creó el Servicio del Cáñamo contando con un número similar de empleados.  Para la campaña venían desplazadas al barrio personas de lugares tan alejados como Granada. Se cuenta que, al disponer de escasos recursos y siendo además, un barrio en franca expansión con carencias de todo tipo, especialmente en hospedajes, la solución la encontraban pernoctando en lugares próximos a la fábrica, como era bajo la copa de uno de los eucaliptos que se encontraban bordeando la calle de acceso a la fábrica y llegaban hasta la proximidad de la cancela de entrada.

También hay que contar con el empleo indirecto que se originó debido a la actividad de la fábrica, como era el empleo agrícola. La remolacha en aquél tiempo era un cultivo que requería un gran número de mano de obra, ya que al no estar aún mecanizado, todas las labores se realizaban a mano, desde su siembra hasta su recolección, pasando por las labores que requiere el desarrollo del cultivo hasta su entrega en fábrica. La zona de cultivo al encontrarse próxima a la fábrica propiciaba el empleo de mano de obra procedente del barrio. Aparte de la remolacha la puesta en riego de gran parte del término de La Rinconada propició la implantación de otros cultivos de los llamados sociales, como el algodón o maíz, generadores de de empleo, aunque este fuera estacional y un tanto en precario.

Como consecuencia de lo anterior el barrio fue un foco de atracción de familias venidas de distintos puntos de nuestra geografía y partiendo del año 1930, cuando el todavía incipiente barrio contaba con 538 habitantes contando con los censados en los cortijos, en el año 1940 la población de la Estación de La Rinconada como así se la denominaba había pasado a contar con 1.757 habitantes. Después, el crecimiento continuó imparable año tras año, hasta llegar a superar ampliamente a la población matriz de La Rinconada. 

El Ayuntamiento de Villaviciosa pidió a la Sociedad Azucarera de España la reapertura de la fábrica de azúcar de aquella villa, paralizada hace varios años.

 

 

 

Habitantes

1930

538

1940

1757

1950

4120

1960

6818

1970

8098

1980

12908

1990

17818

2000

22728

2010

27638

     

D. Octavio Fau Garravea

1931-1936

D. Francisco Guitarte López

1936-1952

D. Miguel Escrig Luanco

1952-1976

D, Javier Cano Madurga

1976-1983

D. José Luis Herranz Gay

1983-1988

D. Jonás Gil Sáez

1988-1992

D- Emilio Campín Díaz

1992-2001

D. José Hidalgo Rodríguez

2001-Cierre 2008

   

Gobernadores Civiles en la provincia de Sevilla

Nombre

Posesión

Cese

Antonio Montaner Castaño

17/04/1931

06/07/1931

José Bastos Ansart

06/07/1931

29/08/1931

Vicente Sol Sánchez

29/08/1931

05/06/1932

Eduardo Valera Valverde

05/06/1932

31/08/1932

Luís Peña Novo

31/08/1932

09/12/1932

Joaquín García Labella

09/12/1932

14/05/1933

José Alónso Mallot

14/05/1933

19/09/1933

Áñlaro Díaz Quiñonez

19/09/1933

28/05/1934

Manuel Asensi Maestre

28/05/1934

21/12/1935

Ramón Carreras Pons

21/12/1935

01/01/1936

Ricardo Corro Macho

01/01/1936

22/02/1936

José María Varela Rendueles

22/02/1936

18/07/1936

Pedro Parias González

18/07/1936

31/08/1938

                                                                      

Artículo revista 775 años (Historia de una ilusión. Miguel Valverde)

Historia de una ilusión.

En este año de 2023 se cumplen 775 años de la fundación de La Rinconada.  Cuando Fernando lll se aprestaba a la conquista de Sevilla y, previendo que la toma de la ciudad iba a ser dura, decidió acampar con sus huestes en un recodo del Guadalquivir, en aquel  recodo instalaría un hospital de sangre y pronunció aquella famosa frase; “Fagamos un hospital de sangre en esta arrinconada del río”. Desde aquel momento histórico se considera creado el origen del nombre y de La Rinconada.

Durante siglos desde su creación La Rinconada fue creciendo y afianzándose como población, pero la vida en el pasado era bien distinta a la que conocemos hoy en día. La población común se encontraba sujeta a multitud de penalidades. Una de ellas era las que sufrían los pueblos ribereños cuando el Guadalquivir se desbordaba, entre ellos La Rinconada, las aguas estancadas después de las inundaciones eran foco de enfermedades al llegar los periodos de calor.

Avanzando siglos en el tiempo, y ya en la segunda mitad del siglo XlX, las naciones se encontraban en plena revolución industrial, la máquina de vapor vino a desarrollar de forma extraordinaria la industria y los medios de transporte. La geografía de la península empezó a llenarse de “caminos de hierro” por donde circulaban humeantes locomotoras; moderno medio de locomoción que sustituía a las vetustas diligencias, y, como no; llegado el año 1856, el ferrocarril que uniría Sevilla con Madrid comenzó a ejecutarse, y en septiembre de 1857 se realizaron las pruebas. Una locomotora con algunos vagones de pasajeros realizó un recorrido hasta el cortijo de “Casaluenga”. En total fueron siete kilómetros en dos viajes de ida y vuelta completando el recorrido en una hora (1). Con la apertura al trafico del tramo Sevilla-Lora del Río. El viajar en tren no tardaría mucho en hacerse realidad, y el 2 de junio de 1859 la estación de La Rinconada, por entonces apeadero entra en servicio(2).Ya las haciendas olivareras cercanas, por entonces núcleos casi autónomos, no estaban tan aislados y La  Rinconada disponía de este nuevo medio de locomoción, pero al contrario que otros pueblos como Brenes o Lora del Río, la estación quedaba un tanto retirada del núcleo urbano, serio inconveniente para desplazarse  aquellos que no disponían de medios de locomoción propios.

Pero… volvamos a La Rinconada de la segunda mitad del siglo XlX, una población expuesta a las crecidas del Guadalquivir, y a frecuentes episodios de epidemias y hambrunas provocadas por las malas cosechas:

Cuentan las crónicas que en el mes de enero de 1856, Sevilla y los pueblos ribereños sufrieron una gran inundación, el agua llegó a anegar la Plaza del Duque. “ Fuera de ésta, y observado desde la Giralda, el aspecto no puede ser más tristemente pintoresco; toda la vega que descubre la vista se halla convertida en un extenso lago. Los pueblos de Camas, Santiponce y La Algaba, aparecen en medio de las aguas; el de La Rinconada se descubre a la vista bajo el nivel de aquellas”. Así lo relataba el diario de Madrid “La España” en su edición de la mañana del jueves 17 de enero de 1856.

Para huir de tanta calamidad algunas destacadas personas de La Rinconada, se les ocurrió una feliz idea; siendo ésta la de trasladar el pueblo a terrenos comunales cercanos al ferrocarril. Allí, en esos terrenos libres de toda inundación, fundarían una colonia donde trasladarían el pueblo. Para transmitirlo al común del ciudadano este fue reunido en cabildo, el lugar elegido fue la plaza de “Isabel ll”.

Haciendo referencia a un diario de Sevilla la noticia es recogida en “La Época” en su edición del jueves 17 de octubre de 1961. Parte de la noticia decía: “… levantar a poca distancia de dicha villa, en un sitio ameno e inmediato al ferro-carril de Córdoba una nueva población. Que, así por la fertilidad de sus terrenos, como por sus muchas e inmejorables aguas, está llamada a figurar entre las mas ricas de su clase.

El fundamento principal a que se debe la concepción de esa idea se encuentra entre los grandes perjuicios que las inundaciones del Guadalquivir ocasionan a los vecinos de dicha villa, y sobretodo a las malas condiciones higiénicas, rodeado por todas partes de mortíferas lagunas”…y mas adelante continuaba...”la municipalidad convocó a un cabildo abierto a todos los vecinos sin excepción de clases ni condiciones. Allí, en medio de aquella población entusiasmada que por falta de local se reunió en la plaza de Isabel II, decorada improvisadamente, se acordó impetrar de S M el permiso para establecer dicha colonia”. En la dicha asamblea, como hoy la llamaríamos, todo fue previsto. Para la comunidad allí establecida se destinarían 200 aranzadas, distribuidas equitativamente. Se crearía un Banco Agrícola para atender los gastos ocasionados del establecimiento de la colonia. Los fondos para la creación del banco provendrían de la venta de 300 aranzadas ofrecidas al mejor postor.

Ante la idea de trasladarse a vivir a un sitio cercano al ferrocarril, libre de los todos males que les aquejaban, y además, propietarios de una tierra que cultivar, ni que decir tiene que a los vecinos no les cabía el gozo en el cuerpo.

No hubo de transcurrir mucho tiempo en crearse una comisión para viajar hasta Madrid con la misión de pedir la autorización del establecimiento de la colonia. La noticia fue publicada el lunes 23 de noviembre de 1861 en el diario de Madrid “La Correspondencia de España”. Una escueta información decía así: “Ha salido de Sevilla una comisión del ayuntamiento de La Rinconada, que viene a Madrid a entregar a Su Majestad la Reina una solicitud para que se permita establecer una colonia en la dehesa de dicho pueblo”.

Lo que no se sabe es si dicha solicitud llegó a la Reina, o la comisión llegaría a desplazarse hasta Madrid, hay que tener en cuenta las dificultades que en ese tiempo presentaría el viaje hasta Madrid, ya que el ferrocarril terminaba en Córdoba, teniendo que completar el desplazamiento en los escasos medios existentes por entonces.

Hubo de transcurrir casi un año para volver a tener noticias de la gestiones llevadas a cabo para le concesión de la autorización. La oportunidad llegó con motivo del desplazamiento de Isabel ll a Sevilla, la familia real realizaba el viaje acompañada de un numeroso séquito, Como ocurriría en ocasiones posteriores al ser vía única el tren real se vería obligado a dejar paso al tren expreso de Madrid, para ello permanecería detenido durante aproximadamente una hora en la estación de La Rinconada.

Durante la detención el Ayuntamiento en pleno, acompañado de bande de música y de parte de la población acudió a la estación a presentar sus respetos a la Soberana, y fue la ocasión para entregar directamente en mano la solicitud a la Reina. En los desplazamientos oficiales realizados por la Reina solía  viajar un cronista. Tal momento del recibimiento y la entrega quedo recogido por el susodicho cronista, José Velazquez y Sánchez, después de hacer una descripción no  muy acertada de la población de La Rinconada escribía esto : “Existía un proyecto del traslado de dicha villa dentro de su término propio, e inmediata a la vía férrea, de la que hoy se encuentra algo distante: pero la instalación de la nueva colonia tropezaba con obstáculos insuperables al parecer hasta el día que se anunció la venida de la Corte a las provincias andaluzas. Todos los beneficiosos y retraídos en presencia de ciertos óbices, encontraron ocasión propicia de espaciarse al influjo bienhechor de una Soberana ansiosa del bien moral y positivo de sus pueblos, y favorable siempre en cuanto contribuye a desarrollar los gérmenes de la riqueza pública. Se determinó distinguir a la nueva colonia con el título de Isabelina, y el Ayuntamiento de La Rinconada escribió una reverente solicitud impetrando de S. M. el correspondiente permiso para la fundación expuesta.”

Después describe el recibimiento por parte del Ayuntamiento a la Soberana y el momento de la entrega de la solicitud por parte del secretario: “Al detenerse el tren Real en la estación a que da nombre la aldea referida el pueblo rodeó a S. M. aclamándoles con frenético júbilo, y la municipalidad y su secretario, D. Ramón Romero Fernández de Córdoba, se acercaron a la Reina, teniendo la honra de poner en sus manos la exposición de que dejamos hecho mérito.”

A continuación recoge la contestación de la Reina: “Está muy bien señores, acepto el nombre que dais a la nueva colonia, y me congratulo que será su vecindario probo, feliz y rico.”

Es imposible retratar la explosión de alborozo de aquellas buenas gentes al oír la sanción explícita y lisonjera de S. M. acerca de un pensamiento de tanta importancia y vital interés para la población, hoy casi desierta y separada del camino de hierro que tantos beneficios reporta á otros puntos agrícolas de la misma línea”.

Más adelante relata el momento de la despedida…

“El agudo silbido de la locomotora anunció la proximidad del momento que había de decidir la sentida separación, y el mayordomo mayor, Excmo. Sr. Duque de Bailen, precedida la venia, cerró la portezuela del carruaje; colocándose en fila á lo largo del muelle los asistentes a el acto. S. M. saludó con ademanes afectuosos de cabeza y mano, a las autoridades de distrito y provincia, y apercibiendo al Sr. Alcalde le dijo con bondad extrema y dulce sonrisa; Adiós alcalde modelo.                                         Al partir el tren sonó un prolongado viva, y la multitud ante quien pasaba la expedición agitaba sombreros y pañuelos, correspondiendo á los saludos de SS. MM.”

Ante la aceptación de la Reina de la fundación de la colonia y del nombre que habría de dársele el pueblo ya daba por hecho conseguida la autorización, pero… de nuevo pasaba el tiempo esperando que esta llegara a hacerse efectiva. Más la siguiente noticia sobre el estado de los trámites seguidos para conseguir la autorización es totalmente desalentadora.

Con fecha, miércoles 2 de diciembre de 1863, el diario de Madrid “La España” publica lo siguiente:

 

 Según escriben de Sevilla, el expediente relativo al proyecto formado por el pueblo de La Rinconada para construir una colonia que lleve el nombre de doña Isabel ll, se encuentra en el gobierno civil de la provincia, de donde debe venir pronto a Madrid.”

Lo que venía a decir que el expediente dormía en un cajón del gobierno civil de la provincia y que la Reina tendría otros asuntos más importantes (sobretodo personales) para ocuparse de ordenar dar curso a la solicitud.  Entonces surge la siguiente pregunta: ¿Que tipo de intereses se oponían al traslado del pueblo…?.  Fueran los que fueran, con toda seguridad tenían que estar propiciados por gente con poderes en el propio gobierno y que el establecimiento de la colonia podía perjudicarles. Hay que tener en cuenta que el término de La Rinconada se lo repartían entre pocas y poderosas familias.

Después de esta desalentadora noticia vino la que daría carpetazo al proyecto que tanto ilusionó a la población de La Rinconada. Siendo esta noticia  publicada un sábado 22 de julio de 1865 en “La Época”. Haciendo referencia a lo publicado en la prensa sevillana decía así:

“Los periódicos de Sevilla dan detalles acerca del estado en que se encuentra de construir una colonia en la dehesa de La Rinconada. Por el Ministerio de la Gobernación se ha conseguido la dación de la referida dehesa con el objetivo indicado; pero solo si el ministerio de Fomento aplica para este caso la ley de colonias de 1855, ya que de lo contrario se considerará como no concedido aquel permiso. Falta, pues, llenar ese trámite esenciadísimo, sin el cual, y por mas que se abrigue la esperanza de que el asunto se resuelva favorablemente, no puede decirse que esté aprobada la construcción de la colonia en la dehesa de La Rinconada.”.

Y hasta aquí, la “Historia de una ilusión. Por supuesto que surgen muchas preguntas: ¿Qué ocultos intereses se opusieron?... ¿Contaba la dehesa con tanta extensión de terrenos?...¿Parte de esas tierras estaban ya en otras manos?  Etc. etc.

Pasado el tiempo San José comenzó a surgir en torno a la estación. Pero esta, es ya otra historia.                                          

 

Miguel Valverde Ávila

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Estación de La Rinconada, según un grabado de la época